El ejercicio de perpetuar la ironía

El texto es (debería ser) esa persona audaz que muestra su trasero al Padre Político. Roland Barthes. El placer del texto, 1973

Cuando Victoria Bedoya elige pintar memes, plasmarlos en un medio tan antiguo como el óleo, la imagino intentando pescar figuras del caudaloso río de imágenes del cotidiano. Como Fausto, mira las piezas que le gustan, las elige, y va más allá de hacerle solo una captura de pantalla, sino perpetuarlas.

Ella encapsula ese momento.

Dispone aquello que le interesa en otro soporte, busca volverlo fijo e introducirlo a un circuito de lectura diferente, como una galería de arte contemporáneo, esperando una reacción ante las mismas y extendiéndoles la posibilidad de subsistencia.

El lienzo, en palabras de Justo Pastor Mellado, actúa tanto como depositario de la “polución cromática” del pincel, como una primera línea de defensa del yo. Tanto el arte como la risa, son elementos de resistencia ante la complejidad y desafíos del día a día. Imagino a Victoria Bedoya atrincherada en su atelier, generando su propio espacio de defensa, a partir de la ironía.

Victoria Bedoya, de la serie “Comedia inusual”, 2023. Cortesía

Su trabajo se enmarca en nociones que el teórico Juan Martín Prada considera como apropiacionismo o rapto de las imágenes. Así como el poeta Kenneth Goldsmith propuso crear a partir de lo ya existente e invitaba a repensar las nociones tradicionales de “originalidad”, “escritura” y “autoría” dentro del imperio de lo visual, Victoria, se apropia de seres que en su mayoría son zoomórficos, o directamente animales que interactúan con humanos.

Entonces, el lienzo pasa de la cero-dimensionalidad del vapor digital del sticker, el gif, el video o la imagen fija viral, para dejar, casi como un ejercicio de escritura, una representación física y palpable, en el plano de la realidad. Victoria Bedoya plasma en sus lienzos representaciones que despliegan la posibilidad de observarnos a futuro, pensar de qué nos reíamos o qué se esconde detrás de la risa. Nos proporciona, a través de la apropiación del meme, elementos que buscan somatizar la complejidad del día a día, que puedan arrebatarle una carcajada al tiempo, o patear el catre –en el que se acuesta a dormir todas las siestas–, el pudoroso y conservador humor paraguayo.