Cultura
Un largo viaje circular
Notas en torno a “Los últimos”, película que será estrenada próximamente en el Festival Internacional de Cine Documental de Ámsterdam (IDFA). Rodado en el Chaco paraguayo, el filme –que también incluye imágenes de la Región Oriental– es un ensayo sobre la desaparición de los bosques. Y un intento de reflexión sobre el futuro.
"Los últimos", 2023. Captura
Sufro una melancólica infatuación por los bosques.
Hasta hace poco, Paraguay era una mancha verde poco conocida en el mapa mundial. Hasta principios de los ochenta, alrededor del 70 % del país aún estaba cubierto de bosques vírgenes y Asunción era una ciudad cubierta por grandes y viejos árboles, rodeada de frondosos montes. En algunos barrios no era raro cruzarse con monos, zorros, grandes lagartos y armadillos.
Este contexto influyó mucho en la formación temprana de mi imaginario y de mi sensibilidad. Desde niño sentí una extraña atracción hacia los bosques. Pero, ya de mayor, me ocurrió algo no menos extraño. Cuando empecé a ser consciente de que las sociedades humanas parecen tener una actitud hostil hacia ellos, empecé a echar de menos esos bosques que nunca llegué a ver, pero también los que sí pude ver, pero que, a todas luces, pronto dejarían de existir.
Un día conocí a Ulf y Jota, y durante los siguientes 16 años viajamos a tantas reservas boscosas y parques nacionales que, con el tiempo, sentí aquel movimiento constante como un largo viaje circular. De inmediato me di cuenta de que compartíamos la misma atracción por los bosques, pero también de que ellos expresaban su amor por la naturaleza de una forma muy curiosa. Parecían haber interiorizado el hecho de que los bosques se extinguirían en un futuro no muy lejano y que ello era el inevitable resultado del patrón de comportamiento de nuestra especie. Por eso, aunque a menudo no pueden evitar quejarse y sentirse tristes por esta situación, la mayoría de las veces se divierten parodiando a la humanidad y riéndose de sus contradicciones.
En algún momento de esa larga saga de viajes me convertí en cineasta y sentí la irremediable necesidad de contarla como una historia. Sin embargo, cuando empecé a pensar en una película me di cuenta de que no solo se trataría de estos personajes, sino también de mi propia obsesión con los bosques. ¿Cómo puede desaparecer algo que cubrió inmensas zonas del planeta? ¿Cuál es la raíz de este extraño comportamiento de nuestra especie? ¿Se trata de un rasgo biológico o cultural? ¿O tal vez ambas cosas?
Paraguay tiene uno de los peores historiales de deforestación del mundo. Sin embargo, su accidentada historia de dictaduras, guerras internacionales y prolongados ciclos de inestabilidad política tuvo el efecto fortuito de dejar el ecosistema del Chaco prácticamente intacto hasta hace solo 30 años. Desde entonces comenzó un rápido proceso de degradación que ha transformado dramáticamente este territorio.
Además de la deforestación directa, la mayor amenaza para sus bosques son los incendios provocados por muchos ganaderos que queman campos para preparar las pasturas, pero también por mariscadores o cazadores que queman matorrales para atraer a la fauna, y por personas en hogares peri-rurales que queman hojas secas y basura. En los últimos años, enormes incendios provocados por procesos relacionados con la deforestación han destruido enormes extensiones de bosques en Sudamérica. De hecho, en todo el mundo. La quema anual del planeta se ha convertido en un hábito global de la humanidad. Hace algunos años, en Australia y Grecia. Este año, en Hawái. Casi todos los años en el Amazonas, en California y en el Chaco. Todos hemos visto esa imagen de un mapamundi pintado de rojo carmesí.
Tal y como está la situación, los bosques del mundo, incluidos los del Chaco, tienden a desaparecer en las próximas décadas. Y la pérdida del hábitat natural casi siempre significa pérdida en el ámbito sociocultural. En el Chaco hay docenas de grupos indígenas cuyas lenguas diversas y cosmogonías aún vivas quedarán en peligro de extinción. Debido a la falta de visibilidad global de Paraguay; estas son, sin duda, las voces menos representadas en un país de muchas de historias invisibles.
Pero si, según Ulf y Jota, todo esto es irreversible –porque así parece–, ¿qué hacer entonces con nuestro tiempo? Durante todos estos años de viajes a los bosques del Paraguay, las conversaciones con Ulf y Jota me ayudaron a reflexionar sobre tales preguntas, al tiempo que éramos testigos del avance de un modelo de sociedad humana que desde sus orígenes parece haber implicado una hostilidad fundamental entre sus instituciones y los espacios naturales.
En este sentido, la película se desarrolla en una de las últimas fronteras globales: un país en vías de desarrollo, cuya noción de prosperidad sigue teniendo demasiado que ver con la extracción de recursos naturales. Protagonizado por naturalistas con un profundo amor por los bosques, pero que parecen haber perdido toda esperanza, este documental será una prueba de que en Paraguay hay maravillosos bosques que aún siguen en pie. Y, por el mero hecho de que aún están allí, subrayan la posibilidad de alguna esperanza: la sociedad aún está a tiempo de preservarlos.
A lo largo de años de viajes y debates con Jota y Ulf, siempre me pregunté qué significaría realmente el fin de los bosques para el futuro de la vida en la Tierra. Para mi sorpresa, al hacerlo encontré nuevas formas de entender este planeta que parece desaparecer en momentos, para reaparecer en otros. Podría decir entonces que esta película es una especie de ensayo sobre la desaparición de los bosques, pero también un intento de aterrizar mis propias ideas sobre el futuro. Sobre todo, creo que es una pequeña comedia negra sobre dos naturalistas con actitud punk cuya cínica erudición nos hace reír, incluso ante las perspectivas más grises.
* Sebastián Peña Escobar es director y productor de cine, escritor y economista. Fue productor de Las herederas, y dirigió Los últimos, largometraje que será estrenado el mes próximo en el Festival Internacional de Cine Documental de Ámsterdam (IDFA) y ha sido nominado al Premio IDFA como Mejor Opera Prima. El filme tendrá cinco proyecciones entre el 13 y el 19 de noviembre.
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Alejandra Mastro
23 de octubre de 2023 at 20:43
Mostrar y esconder al decir de Ticio Escobar.
Esa es la clave Sebastian! Bravo