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Cultura

Joanna Jarecka-Gómez y el sentido de su último libro, “Fisuras”

Joanna Jarecka-Gómez. Cortesía

Joanna Jarecka-Gómez. Cortesía

“El mundo, tal como nos lo presenta Joanna, está hecho de espacios que aspiran a ofrecer bienestar, seguridad y armonía; espacios construidos, moldeados por la Historia, el deseo, la esperanza o la ambición; y en todos ellos —concepto general, modelo ético, sistema político, fe religiosa, comunidad humana, peripecia profesional, relación familiar, perfil individual, incluso metafórica vivienda— se produce indefectiblemente una falla, un movimiento que quiebra la unidad y hace inseguro e imprevisible todo devenir; una desgarradura que separa al corazón de lo que ama y a la mente de sus certidumbres, que escinde lo anhelado de lo conseguido, lo previsto de lo sucedido, lo soñado de lo vivido. Es lo que este libro nombra, con un término que únicamente aparece en su título, Fisuras”, dice Javier Yagüe Bosch en su prólogo al último libro de relatos de la escritora polaca Joanna Jarecka-Gómez.

La autora nació en Cracovia y vive en Bruselas. Es licenciada en  Filología Románica por la Universidad Jaguelónica de Cracovia y en Ciencias Políticas por la Universidad Libre de Bruselas. Ha sido funcionaria de las Naciones Unidas y directora de Relaciones Exteriores en el Parlamento Europeo. Es autora de los libros de relatos Jaguey (2010), Nazar (2016) y Merapi (2020).

Con muchos años de trayectoria en el ámbito literario, escribe en su idioma materno y en español. Los últimos cinco textos de Fisuras fueron escritos directamente en castellano. Si bien habla siete idiomas, su afición al español es grande y se debe a su interés por América Latina.

Sus obras pueden ser encontradas en Amazon. “Mis editores también estarían dispuestos a mandar algunos ejemplares de Fisuras si hubiese alguna librería paraguaya interesada en promocionarlo”, dice. “Los diecisiete relatos que componen el libro muestran, desde múltiples perspectivas y en muy diversos contextos políticos, sociales y culturales, la naturaleza quebradiza de un mundo en plena mutación y la frágil posición que en ese mundo ocupa el ser humano con sus anhelos, miedos y esperanzas”, se lee en la contratapa.

—¿Cuáles son los temas centrales de tu literatura? 

 Me interesa el mundo de hoy y el sentir de las personas que afrontan este mundo independientemente de su origen. Todos mis relatos están  arraigados en la realidad de nuestro tiempo y aunque la acción tiene lugar en diferentes partes del mundo, los problemas que afrontan los protagonistas me parecen universales; como por ejemplo: el omnipresente estrés vinculado al desaforado ritmo que impone la modernidad, la soledad, a menudo el sentimiento de impotencia ante los cambios globales, la vulnerabilidad del ser humano frente a las nuevas tecnologías, la inseguridad, la injusticia, las relaciones tóxicas dentro de la familia. Escribo sobre lo que me conmueve, preocupa, irrita o entretiene, pero también sobre lo que me hace soñar. El mundo globalizado ofrece sin duda fantásticas oportunidades a través del progreso de la ciencia y de la tecnología, pero, al mismo tiempo, está lleno de amenazas; accesible más que nunca, pero a la vez menos humano. Así lo veo yo. Un mundo con fisuras como indica el título de mi último libro editado en castellano hace tan solo unos meses.

Joanna Jarecka-Gómez. Cortesía

Joanna Jarecka-Gómez durante un acto de presentación de Fisuras. Cortesía

—¿De dónde surge tu interés por difundir tus libros en Paraguay y Sudamérica?

Este interés viene de lejos. Durante mis estudios de Filología románica en la Universidad de Cracovia conocí a Enrique, un profesor boliviano que daba clases de español e intentaba traducir al polaco textos de autores latinoamericanos entre los que se encontraban Julio Cortázar, Octavio Paz y también un gran escritor paraguayo, Augusto Roa Bastos. Enrique hablaba muy bien polaco, pero al no ser su lengua materna necesitaba ayuda en la traducción. Trabajamos juntos varios meses antes de irme de Polonia en agosto de 1980. Desgraciadamente no volví a verlo ya que murió pocos años después. Otro momento clave fue el encuentro con mi marido, que había viajado por varios países latinoamericanos y se ocupaba, en el Parlamento europeo, de los acuerdos comerciales de la Unión Europea con algunos de ellos. Me contagió su interés por América Latina. También coincidí en varias ocasiones con delegaciones de diputados paraguayos durante las reuniones en el Parlamento europeo en Bruselas y me han parecido gente abierta y cálida, entregada a su país. Yo misma he viajado por motivos profesionales a Brasil, Ecuador, México; pero no tuve la oportunidad de descubrir Paraguay. En Polonia se sabe poco de Paraguay y creo que ocurre lo mismo con respecto al conocimiento de Polonia entre los paraguayos. Me parece que en el campo literario la oferta paraguaya de obras literarias polacas traducidas al español es bastante limitada, con la excepción de autores muy famosos y los premios Nobel como Wislawa Szymborska o Olga Tokarczuk. Quizás el público paraguayo estaría interesado en descubrir más la literatura polaca y estrechar los lazos culturales con mi país. Por otra parte, en la conferencia organizada en febrero pasado en Madrid por CERTAL y Les jeunes du monde unis que versaba sobre valores universales, había varias personalidades europeas y latinoamericanas, entre ellas Diana Domínguez Wilson-Smith, quien participó en el panel sobre “Construcción de valores desde la visión del Estado y la sociedad civil”. Tuvo una intervención muy destacada. Me impactó lo que dijo acerca de los valores y comparto plenamente su punto de vista.

—¿En qué casas editoriales has publicado? 

Solo en una y siempre en la misma. Es una editorial polaca, LTW, de tamaño mediano, pero con muchos años de antigüedad, con sede en Varsovia. Cuando me editaron mi último libro en español la directora me señaló que le hubiera gustado tener contacto con alguna casa editorial paraguaya para promover la literatura de un lado y del otro. Espero que durante mi visita, próximamente, pueda contactar con alguna editorial interesada en este tipo de cooperación.

—¿Qué género consideras el más apto para expresarte?

Escribo, sobre todo, relatos. Es un género muy exigente porque combina la brevedad con la intensidad. Se adapta bien a mi temperamento literario y me permite contar una historia de manera concisa transmitiendo el mensaje que me motiva para escribirla. Sin habladurías, centrándose en lo esencial, pero a la vez suficiente para entramar una relación con el lector, suscitar su curiosidad e interés. Además, en la mayoría de mis relatos, el desenlace suele ser sorprendente o inesperado. Como ocurre en la vida real, que tiene su lado imprevisible. Personalmente, no me atrae lo fantástico. La ficción literaria es un campo infinito y muy inspirador. Me faltará tiempo de vida para explorarlo ya que nuestro mundo está en plena evolución y no sabemos muy bien adónde vamos a parar. Por ejemplo, el tema de la inteligencia artificial abre nuevas perspectivas, a la vez que da miedo. 

—¿Qué te atrae en concreto de Paraguay?

Creo que tanto lo conocido como lo que me queda por conocer, ya que su proyección en el mundo me parece más bien discreta. Estoy segura de que Paraguay esconde varios tesoros. Uno de ellos es seguramente su desbordante naturaleza; otro, la gentileza y la ingeniosidad de su gente. Como dije antes, me interesa el mundo global de hoy. Paraguay y sus habitantes son parte de este mundo. Sentiría una gran satisfacción si mis escritos, que indudablemente reflejan mi sensibilidad eslava y se nutren de mis experiencias personales, llegasen a la mente y a los corazones de los lectores paraguayos. Sería un test para saber que mis cuentos se valoran fuera de Europa.

—¿Qué es lo que más valoras de tu trabajo en los organismos internacionales? 

La apertura al mundo, el poder conocer gente de diferentes culturas y el trabajar por un objetivo común, el respeto hacia “el otro”, la tolerancia, la cultura del diálogo. Basta con señalar que la mayoría de las decisiones que se toman en el seno de la Unión Europea exigen el acuerdo de todos los países miembros, de manera que la negociación y la búsqueda del compromiso que satisfaga a todos, marcan el día a día. Es su señal de identidad.

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