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Cultura

De sudarios y otras hierbas

Marcos Benítez presenta en Corrientes (Argentina) la muestra titulada “Parpadeos”. Desplegada en el Centro Cultural Universitario (CCU) de la Universidad Nacional del Nordeste (UNNE), la misma consiste en tres instalaciones que podrán ser visitadas hasta el 4 de agosto.

Marcos Benítez, "La encrucijada", Corrientes. Cortesía

Marcos Benítez, "La encrucijada", Corrientes. Cortesía

POR Carlos Lezcano *
Desde Corrientes

“Parpadeos” ofrece una aproximación a algunas hierbas medicinales de la cultura mbya y las agresiones y peligros que el mundo de hoy ofrece al medioambiente. Además, expone “Encrucijada”, que consiste en un par de hamacas vistas no solo desde su función sino en sus resonancias dentro de la cultura de su país.

“Estas preocupaciones no son aleatorias. No tienen que ver con un despertar activista ni con un momento de toma de conciencia. Yo nací en un hogar atravesado por el respeto a todo ser vivo. Mi madre, mi gran maestra, me mostró un camino y yo encontré en el arte un lenguaje propio, el espacio para desarrollar y desplegar todo ese mundo”, dice Benítez en su declaración de artista.

Hace unos días apenas, hablando con Marcos durante el montaje de la muestra, le dije que me gustaba mucho la idea de sudarios que remiten al rito funerario de envolver los cuerpos de personas. “Pero estos lienzos envuelven a seres vivos”, me dijo, porque trabajó con árboles en pie.

En la muestra no hay huellas de muertos, ni piedras, ni tumba, ni oración. En la espesura cultural y temporal de su obra tampoco hay árboles sino sus huellas en telas de 3 metros de alto, que se alzan de pie y en silencio en la sala. Hay un herbario que denota la desaparición de especies y hay hamacas naturales que empiezan a ser suplantadas por materiales sintéticos.

La obra de Benítez es una metáfora de la eterna y siempre frágil relación entre la vida y la muerte porque percibe las desapariciones, los peligros de la existencia, pero también, y a pesar de todo, de la insistencia de ella. Sin embargo, y por suerte, no hay consignas ni panfletos, tampoco indaga en la semejanza de la naturaleza sino en los rastros de su presencia. Tampoco es solamente memorativa sino, como él mismo dice, habilita a pensar que en el gesto de frotar las telas sobre los árboles vivos hay un intento de “revertir simbólicamente un daño”.

“Parpadeos” es un abrir y cerrar de ojos que nos permite ver mejor el mundo que vivimos, donde el artista no trabaja una retórica del medioambiente sino la atenta mirada de un mundo que agoniza.

"Parpadeos", muestra de Marcos Benítez en el CCU, Corrientes. Vista de sala. Cortesía

Parpadeos, muestra de Marcos Benítez en el CCU, Corrientes. Vista de sala. Cortesía

La muestra está conformada por las obras “Poha Ñana”, “AO / proyecto Herbolario” y “La encrucijada”.

La primera, Poha Ñana, tiene que ver con la etnomedicina mby’a guaraní que se desarrolló en el proyecto Invernadero del Centro Cultural de España Juan de Salazar, en Asunción, y que obtuvo como premio una residencia en Barcelona (España) y, más tarde, fue exhibida en la 13ª Bienal de La Habana en 2019.

AO / proyecto Herbolario tiene que ver con la naturaleza, el medioambiente y los árboles nativos de Paraguay (algunos de ellos también se encuentran en Argentina). Ao, son tejidos de algodón natural de fabricación industrial, en los que están plasmadas las texturas de las distintas cortezas de árboles nativos con tinta de diferentes tipos de tierras y minerales locales.

La Encrucijada, relacionada con la historia del territorio del Chaco y el caraguatá, se desarrolla a partir de dos hamacas cruzadas entre sí, colgadas una sobre otra y dispuestas a la altura de la mirada, de modo que, según la posición del espectador, puedan ser vistas desde arriba o desde abajo. Una de ellas está hecha con fibras de caraguatá; la otra, con los hilos reciclados.

— ¿Cuándo surge esta preocupación por el medioambiente?
— En realidad, siempre mi obra se basó en el tema del medioambiente. Empecé a trabajar el tema de los elementos, el aire, el agua y la tierra, en la década de los 90. Mi primera instalación tuvo que ver con el aire y con la respiración y, justamente, hice una reciente intervención sonora en Arteco, relacionada con aquella obra en la que trabajo con el aire, con el oxígeno. Después, fui desarrollando estos elementos hasta incluir el territorio, pero como un territorio cultural que tiene que ver con el Bosque Atlántico y con la medicina del pueblo mby’a guaraní. Voy desarrollando estos territorios que no son zonas geopolíticas, sino una cultura relacionada con el conocimiento de las hierbas medicinales. Además, trabajé mucho tiempo en el Bañado Sur y en las periferias de Asunción, donde habitan personas vulnerables que reciclan lo desechado por la ciudad. Con ellas abordé el tema del desecho transformador.

— Esto sucede en épocas de una deforestación salvaje que agrede directamente al medioambiente. ¿Cómo convivís con eso?
— Todo este trabajo tiene que ver con mi vida cotidiana, con lo que veo frente a mi casa cuando pasan recicladores y creo que en esos momentos tomé más conciencia del medioambiente. Las obras tienen que ver con un basural donde no había conciencia de separación de residuos, donde las personas separaban desechos entre los que encontraban, incluso, fetos que formaban parte de rituales de entierro, que creaban una situación muy compleja. Y con respecto al medioambiente, Paraguay es el tercer país en el mundo de mayor deforestación por hectárea y esa realidad con la que uno convive está presente cotidianamente, no es una cosa aislada. Es algo que está aconteciendo.

— Hay un momento en el que ponés atención en el quebracho y su desaparición. ¿Qué pasó?
— Sí, es una realidad muy compleja de la historia del Chaco paraguayo, donde tuve experiencias muy fuertes hablando con lugareños, con la gente de la asociación de hacheros, con nativos, y a partir de ahí fue surgiendo una serie de trabajos con el quebracho, ese territorio y la cultura. Es una problemática con muchas aristas que termina en la extracción del quebracho para procesar el tanino pero, cuando eso se terminó, las fábricas quedaron en ruinas. La gente de esos lugares vive desde entonces no solo con problemas medioambientales, sino sociopolíticos, generados por esa situación de abandono, y es allí donde desarrollé mi trabajo.

— ¿Cómo es el proceso de trabajar los lienzos y los árboles?
— En este trabajo AO, que significa ropa, abrigo, tela, se trata de envolver con las telas de fibra natural (tradicional en Paraguay) los árboles. Las mojo y con las manos acaricio esa tela con la tierra, con sus minerales y pigmentos propios del lugar. Cubro la superficie y cuando no tiene más humedad, retiro el lienzo de los troncos y queda la huella como el sudor de estos árboles.

— ¿Y “La Encrucijada” en qué consiste?
— Es un proyecto que fui trabajando en torno al caraguatá, que tiene ver con el territorio del Chaco. Hablé y trabajé con Felisa Ayat de González, de la comunidad chaqueña Enlhet, y vi que trabajaba las hamacas, tejidos y prensados con material reciclado de bolsas sintéticas. Ella me comentó que empezó a realizar de ese modo a falta del material natural y porque evitaba extraer fibras naturales. Así empecé a explorar “La Encrucijada”, en la que utilizo la hamaca como símbolo que sostiene el cuerpo para el descanso, el sueño, incluso para la muerte. Porque los guaraníes llevaban a sus muertos en una hamaca en el campo para disecarlos. La obra se llama así porque está relacionada con los nudos que crean una tensión entre esta cultura y su ecosistema.

— ¿Son dos hamacas cruzadas?
— Sí, una realizada con material reciclado y otra de caraguatá. Esto tiene un texto además del gran Ticio Escobar, que pone el acento en ese lugar de cruce de un montón de cosas. Y también tiene que ver con la sombra que deja, que para mí tiene que ver con la incertidumbre, con las interrogantes y con lo desconocido.

 

Nota de edición: El presente artículo fue originalmente publicado en el diario El Litoral, de Corrientes.

 

* Carlos Lezcano es periodista y gestor cultural. Fue subsecretario de Cultura de la Provincia de Corrientes. Conduce desde hace diez años el programa “Todos los vientos” en la radio de la Universidad Nacional del Nordeste (UNNE). Escribe la columna cultural del diario El Litoral. Es autor de Lugar común Corrientes.

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