Cultura
“Migraciones al Paraguay”: un ciclo acaba, el campo queda abierto
Investigar las migraciones al Paraguay es sinónimo de estudiar la historia del país, de cultivar el conocimiento sobre su pasado y de los fenómenos y procesos que han dado lugar a su configuración humana actual. Cada jueves, desde el 1 de septiembre hasta el pasado 15 de diciembre, se emitió el ciclo virtual de conferencias “Migraciones al Paraguay entre los siglos XIX y XXI”, cuyo principal objetivo fue el de contribuir a la difusión tanto de estudios incipientes como de investigaciones ya consolidadas sobre los flujos migratorios al país.
Inmigrantes españoles a su llegada a América del Sur. Archivo
Las migraciones son un fenómeno tan antiguo como lo es el propio ser humano. Desde el origen de nuestra especie, hace al menos 200.000 años según el consenso de las investigaciones, si por algo nos hemos caracterizado ha sido por movernos… y mucho. Un culo inquieto, el homo sapiens. De hecho, quizá ese haya sido uno de los secretos de nuestra capacidad adaptativa al medio —y también destructiva de este—, pues la exposición e interacción con todo tipo de climas, geografías, ecosistemas, recursos, etc., han estimulado nuestro ingenio, por interés o por necesidad, desde nuestra más tierna infancia como especie.
Investigar la movilidad humana es estudiar la historia del mundo que hoy conocemos; nos guste o no, habitamos un mundo terriblemente antropocéntrico, en el que nuestra huella es, probablemente, el fenómeno más visible sobre la faz de la tierra (en cierto modo para bien, y en muchos aspectos para mal). Y si esta consideración vale para todo un planeta, ¿cómo no puede valer también para un pequeño pedazo de tierra del mismo…? Por eso, investigar las migraciones al Paraguay es sinónimo de estudiar la historia del país, de cultivar el conocimiento sobre el pasado del mismo, y de los fenómenos y los procesos que han dado lugar a su configuración humana actual, lo que constituye una reflexión insoslayable.
Cada jueves, una pieza más al puzzle
Este pasado jueves 15 de diciembre finalizó el ciclo virtual “Migraciones al Paraguay entre los siglos XIX y XXI”, con una última sesión en la que la investigadora Elisa Filippini disertó sobre el estado actual y prospectiva de la migración al país. Con esa última conferencia virtual se completaron las dieciséis sesiones de un programa que había iniciado el 1 de septiembre y que, desde ese día y cada jueves por la tarde, ha añadido una pieza más al puzzle de la historia de la migración al Paraguay desde finales del periodo colonial hasta la actualidad.
A lo largo de este ciclo, organizado por el Centro Cultural de España Juan de Salazar (CCEJS), el Comité Paraguayo de Ciencias Históricas (CPCH) y la Universidad Autónoma de Madrid (UAM), hemos paseado nuestra memoria y nuestra atención por ciudades, regiones, países y culturas de todo el globo, desde las cuales, a veces solitarios aventureros, en otras pequeños grupos familiares, o incluso también amplios colectivos sociales de mujeres y de hombres, migraron al Paraguay por motivos muy diversos a lo largo de los últimos doscientos años.
A lo largo del ciclo nos han acompañado diecisiete investigadores e investigadoras —once varones y seis mujeres—, con representación entre ellos de más de una decena de nacionalidades, con formaciones o ámbitos profesionales muy diversos, y con enfoques, cronología u objeto de estudio muy variados: historia, estudios migratorios, economía, relaciones internacionales, sociología, demografía, genealogía, estudios de género, derecho, geografía, antropología, estudios árabes e islámicos, literatura y lingüística, promoción cultural, docencia media y superior, periodismo… Las formaciones y profesiones que acreditan las personas que a través de las sesiones del ciclo han compartido sus conocimientos, sus primeros abordajes de estudio, o sus investigaciones de años, son de tal amplitud que esto nos permite dimensionar la enorme complejidad social, económica, política, lingüística o cultural que entraña el estudio de los fenómenos y procesos migratorios, acaso los que solo atañen al Paraguay.
Pero esa diversidad que ha caracterizado al ciclo no queda solo en el ámbito disciplinario de sus ponentes, sino que se ha extendido, a lo largo de sus sesiones, a la dimensión cronológica de los estudios que han sido presentados en este. Así, hemos podido conocer desde casos de amplios procesos migratorios, sucedidos a lo largo de décadas —como fueron las sesiones sobre la migración alemana, española, italiana, irlandesa, o la migración árabe al país—, con otros casos de estudio cuyos abordajes han tenido una cronología mucho más acotada (caso de la migración judía, la francesa, la británica, la rusa o la venezolana); y a medio camino entre unas y otras quedan aquellas han tenido una cronología de análisis intermedia, de alrededor de una generación de duración —unos 30 o 40 años de horquilla temporal—, como fueron los casos de las migraciones eslavas, la brasileña, la argentina, o la migración menonita.
Los trabajos, además, han mostrado cómo el Paraguay ha recibido flujos migratorios a lo largo de los dos siglos —y piquito— desde su independencia: algunas de las ponencias del Ciclo abordaron migraciones decimonónicas como la española, la francesa, la británica, la irlandesa, la alemana, o la italiana. Otras tuvieron como objeto de estudio flujos migratorios de la pasada centuria (la migración judía, la japonesa, rusa, argentina, brasileña, menonita, las migraciones árabes y eslavas, o de nuevo, también la italiana, la alemana, la irlandesa o la española). Y, por último, hubo también algunas sesiones cuyos análisis se centraban en casos mucho más cercanos a nuestros días, ya en el siglo XXI, como es el caso de la migración árabe y su descendencia en la actualidad, la reciente migración venezolana, o la japonesa y la alemana (cuyas ponentes explicaron cómo, actualmente, siguen presentes esas culturas o continúa habiendo llegadas de población de esas nacionalidades); a estas anteriores se suma la sesión con la que ha concluido el Ciclo, cuya ponencia tuvo por objetivo precisamente hacer una evaluación del estado y prospectiva de la migración al Paraguay.
Asimismo, abundando en esa diversidad de las migraciones al país, cabría también observar que las mismas fueron muy distintas en lo que se refiere a su cuantificación y a la posterior expansión o extensión, por vía de la descendencia, de esas migraciones; así, en lo que al aspecto cuantitativo se refiere, hemos asistido durante el Ciclo a casos de migraciones de reducido número —como la francesa, la británica, la irlandesa, la venezolana, o la judía del periodo de entreguerras— y también a estudios de flujos migratorios mucho más amplios y de mayor recorrido posterior, como la migración brasileña, la italiana, la española, la argentina, la alemana, o la migración menonita, entre las más destacadas.
Algunas de estas migraciones, además, fueron muy exitosas en lo que se refiere a integración nacional en Paraguay e incorporación de estas colectividades a la identidad cultural del país, como claramente ocurrió con la española, la italiana o la argentina, que prácticamente quedaron diluidas en la sociedad paraguaya de su momento y contemporánea; otras, sin embargo, como los casos que fueron analizados de migración francesa y británica, supusieron sonoros fracasos que no originaron una descendencia significativa, no ampliaron las oportunidades productivas, comerciales o intelectuales del país, ni produjeron un efecto llamada en sus regiones de origen que permitiera ampliar y potenciar ese flujo con posterioridad.
Corresponde aquí una hacer una observación: como hemos dicho, en el ciclo hubo sesiones que analizaron acontecimientos migratorios muy concretos (son estos los casos de la migración francesa y británica), y por tanto cabe señalar que si esas migraciones —entre otras— no tuvieron éxito —al no producirse una ampliación de ese flujo ni una integración con la nación receptora—, eso no significa que todos los migrantes y las migrantes de esas nacionalidades —francesa o inglesa— hayan sido incapaces a lo largo de la historia independiente del Paraguay de integrarse de manera extraordinaria en el país. Más bien al contrario, este Ciclo debería servir de estímulo a los estudiantes interesados en las migraciones al país para aventurarse a investigar más casos concretos de migraciones de estas y otras nacionalidades y características culturales o socioeconómicas.
La variedad de las motivaciones o el contexto que impulsó a las personas de los procesos migratorios desarrollados en el ciclo también fueron muy diversos: quienes recorran las dieciséis sesiones del mismo encontrarán razones políticas, religiosas, socioeconómicas, comerciales o huida de contextos bélicos entre los motivos de salida del país de origen. Asimismo, los sujetos o grupos que se desplazaron al Paraguay lo hicieron, en relación con el resto de sus compatriotas desplazados, de todos los modos imaginables: aparecen casos de migrantes que lo fueron de manera esencialmente individual, migraciones que podríamos entender como familiares, y flujos demográficos colectivos; migraciones que además se produjeron tanto de manera libre, desordenada o anárquica, como también las hubo de carácter formal, más organizadas, e inclusive orquestadas y financiadas desde las instituciones de los Estados implicados.
A mayor abundamiento en la diversidad que caracterizó a todas esas migraciones, encontramos que también estas fueron de perfiles profesionales distintos: aunque durante buena parte de los dos siglos analizados la mayoría de estos migrantes eran —o venían en calidad de— trabajadores agrícolas, estos no fueron los únicos, y encontramos también casos de profesionales liberales, ingenieros de la construcción, intelectuales, artistas, comerciantes, entre otros. Además, en todas las sesiones hemos tenido el interés por conocer cuáles eran los roles de género en estas migraciones, consultando a los investigadores e investigadoras sobre la presencia de mujeres en estos desplazamientos, y el papel socio-político, económico-productivo o cultural que jugaban ellas tanto en su país de origen como en Paraguay, una vez se asentaron en el territorio y en la cultural nacional.
Y así como la cuestión de género es importante por la fuerte invisibilización a la que a lo largo de la historia ha estado sometida la práctica totalidad de la mitad de la población, también nos pareció oportuno descentralizar territorialmente el foco de atención, y las migraciones que aparecen en el Ciclo no están centradas en la capital del país, en Asunción y las colonias de sus áreas o regiones adyacentes, sino que, con la elección de casos, hemos podido cubrir una parte muy amplia del actual territorio paraguayo: desde el Chaco, pasando por departamentos del interior como Caaguazú, Guairá o Caazapá, así como la zona sur —de Misiones e Itapúa—, áreas del este del país —Alto Paraná, Canindeyú—, y también la zona norte (en los departamentos de Amambay, Concepción o San Pedro).
Las sesiones han recorrido tantas temáticas, que sería imposible enumerarlas aquí: aspectos relativos a la lengua —tanto el uso o pérdida de su idioma natal como el aprendizaje de las lenguas del Paraguay—, los oficios en los que los migrantes se especializaban, el arte traído y desarrollado después en el país, la música, productos novedosos propios de sus tierras y sus culturas de nacimiento, innovaciones en el cultivo, capacidad de generación de comercio internacional…
Solo por dar una pincelada, en varias sesiones del Ciclo se analizaron los productos que los colectivos emigrados traían para su propio consumo en Paraguay (donde hasta entonces no existían), un fenómeno denominado por los especialistas “comercio étnico”. Además, la dirección de este comercio étnico no fue de único sentido, sino de doble sentido: así como estos migrantes requerían de la compra en sus países de origen de ciertos productos habituales en su cultura para traerlos hasta su nuevo hogar, en Paraguay, también eran buenos conocedores tanto del potencial productivo y de disponibilidad de recursos en Paraguay como de las necesidades de su tierra natal, lo que les llevaba a iniciar proyectos y empresas para llevar producto paraguayo al exterior; aquello supuso una transnacionalización de la producción paraguaya de la que también se beneficiaría el país en varios momentos. Sin embargo, en otras etapas históricas, y en el marco de esos procesos de mayor interacción económica fruto de la globalización, sin duda Paraguay salió perdiendo, con una posición subalterna dentro del sistema mundo capitalista y en el esquema liberal de división internacional del trabajo; aunque esto último difícilmente podemos achacárselo a las colectividades migrantes a las que no estamos refiriendo en este Ciclo.
Sea como fuere, todas las migraciones al país —entre las que se cuentan, como hemos dicho, experiencias de éxito y fracaso— coadyuvaron a construir, junto con la población originaria local, lo que ha sido, lo que es y lo que será el Paraguay. Lo hicieron con su aporte demográfico (relativamente exiguo en la mayor parte de los casos), pero sobre todo lo lograron aportando modos culturales, conocimiento técnico o artístico en construcción, industria o diseño, ampliando las miras de la juventud académica paraguaya con renovadas perspectivas intelectuales, coadyuvando a construir un espíritu de convivencia nacional con sus experiencias vitales, aportando sus vínculos internacionales para el desarrollo del comercio nacional, enseñando sus lenguas de origen en el país, o trayendo sus compromisos políticos y el espíritu internacionalista al Paraguay. Inclusive, aunque la guerra sea algo detestable y repudiable, debe recordarse también que algunos de estos migrantes terminaron combatiendo en las guerras que libró el país a lo largo de su historia.
Pero estos fenómenos migratorios también se resolvieron en ocasiones con sonados fracasos, con la dilución o extinción de sus culturas propias al llegar al Paraguay, con conflictos o explotación hacia la población local, con expolio o toma ilegítima de tierras, con aislamiento de estos migrantes del desarrollo social, político o cultural del resto del país, con interferencia en la política nacional para favorecer intereses muy particulares, o inclusive significaron el refugio moral y territorial para algunas colectividades portadoras de ideologías intolerantes nutridas de los más execrables valores, consecuencia en otros puntos del globo de las peores miserias humanas. Todo ello es, sin embargo, parte de la historia del Paraguay, y parte de lo que conectó y conecta a este país con todo lo demás, con el mundo (no parece poca cosa).
Y todo ello se juntó para ustedes en este ciclo recién finalizado. Todas las sesiones del mismo han quedado disponibles en el canal de YouTube del Centro Cultural de España ‘Juan de Salazar’, y pueden visionarlas, en el orden que gusten, y cuando ustedes quieran, mientras el mundo siga teniendo internet.
Paraguay, los procesos globales y el escenario internacional
Entre otras cosas, espero que este ciclo sirva para ayudarnos a entender —y a explicar— el Paraguay dentro de los procesos históricos globales y de los escenarios internacionales contemporáneos. Tengo muy claro que un país que no investiga es un país que se muere lentamente, pero también es importante tener en cuenta la conexión exterior de esas investigaciones: el aislamiento intelectual o académico es un auténtico peligro, porque eso termina por aislar su cultura, y cuando se aísla la cultura se ensimisma la imagen propia, y se ultranacionaliza la identidad.
Las culturas siempre son glocales, es decir, que tienen parte de local y parte de global. Confiar todo a una supuesta única cultura globalizada significaría derretir toda diferencia, y eso no parece buena idea en la medida en que elimina muchas de nuestras capacidades para repensar el mundo en el futuro; pero exagerar o extremar unas hipotéticas características culturales locales, inmemoriales e inmanentes tampoco tiene un historial exitoso, pues el resultado del fortalecimiento extremo de la construcción de una identidad excluyente es el nacionalismo, y a poco que lo hornees en la ignorancia, lo adereces con desigualdad, y le agregues una mica de intolerancia, tiene como resultado un plato que siempre termina por caer mal al estómago: el fascismo.
Hace unos días, el sociólogo paraguayo Carlos Peris Castiglioni afirmaba en una entrevista a este mismo medio que una de las cuestiones más importantes para los jóvenes investigadores y las jóvenes investigadoras de Paraguay era animarse a leer, animarse a escribir, estudiar una carrera para formarse en un ámbito concreto del conocimiento, adquirir nuevas herramientas de trabajo en tu especialidad y, además, Peris incluía la importancia de “crear redes de investigación internacionales, donde otros colegas, con otras realidades, te puedan dar otras perspectivas”.
Como no puede ser de otra manera, estoy totalmente de acuerdo con todo ello, y añadiría una más: el investigador o investigadora debe ser también responsable para con su sociedad. Esto se puede traducir de muchas formas, pero una de ellas, en la que quiero poner el acento, es que tu investigación no quede solo entre los especialistas de tu campo, sino que seas capaz de encontrar la manera, el canal, para que otras personas que no sean expertas en la materia y que no estén habitualmente presentes en los espacios en los que se difunde la producción científica tengan oportunidad de escucharte. Esto es lo que en el ámbito académico profesional suele denominarse como “transferencia” —también conocido como “divulgación”—, pero es mucho más sencillo que eso: encuentra la manera de que tu trabajo, tu investigación, llegue a la gente.
Este ciclo ha querido ser, entre algunos otros objetivos, un ejercicio que dé respuesta a las dos observaciones antes explicadas: la de la internacionalización de la red de estudios sobre migración paraguaya, y la de la divulgación o transferencia de los conocimientos que atesoramos sobre la materia en cuestión. No sé si lo habremos logrado, si lo lograremos con el tiempo —¡bendito tiempo!—, o en cuál será el grado de éxito; pero que no quede por intentarlo.
Lo único en lo que creo que sí podemos tener relativa certeza, es que la migración al Paraguay ha sido, en esencia y en conjunto, una migración estrictamente terrícola, intraplanetaria. Pero si el homo sapiens se sigue moviendo tanto como parece que se mueve, sería demasiada ventura afirmar que nunca habrá una nueva sesión de este ciclo que aborde la migración extraplanetaria al Paraguay. Esa nos queda pendiente para cuando suceda.
* Eduardo Tamayo Belda (Madrid, 1984) es historiador e investigador de la Universidad Autónoma de Madrid (España) y magíster en Ciencia Política por la Universidad Nacional de Asunción. Fue docente en universidades paraguayas. Realiza una tesis de doctorado sobre la historia de las relaciones hispano-paraguayas contemporáneas. [email protected]
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