Connect with us

Cultura

El derecho a la ciudad. Clientelismo versus ciudadanía en Asunción

Asunción © Juan Carlos Meza / Fotociclo

Asunción © Juan Carlos Meza / Fotociclo

El grupo de reflexión Cultura y Ciudad y la plataforma ciudadana Asunción Causa Nacional promueven un espacio donde analizar las dinámicas contemporáneas del clientelismo en Asunción, los condicionantes para una reforma urbana y la promoción del Derecho a la Ciudad, a la luz de las experiencias de otras ciudades que lograron encarar las crisis que las agobiaban. A tal efecto, plantean identificar los puntos críticos y proponer una estrategia de fortalecimiento de las organizaciones ciudadanas y de su incidencia en la agenda pública. Se trata de detectar los emergentes culturales de cambio, la factibilidad de los planes y proyectos de desarrollo urbano, considerando la incidencia del clientelismo en el gobierno y la gestión municipales.

 Sistema clientelar

El Paraguay nunca tuvo un Estado de Bienestar. En tales circunstancias, la única forma de sobrevivir es la relación directa con el político, que usa los recursos públicos desde una lógica patrimonialista. El clientelismo es la forma dominante y normalizada de hacer política en el país, al menos para una mayoría de la sociedad.

El clientelismo es el eje del sistema político paraguayo porque, culturalmente, el “sentido común” está configurado por la dinámica clientelar, que estructura el sistema de partidos, particularmente –aunque no solo– los tradicionales. Es un modelo político que paradójicamente se ha fortalecido durante la democracia.

Vivimos en el país más partidizado de la región: el 76% del electorado está afiliado a uno de los dos partidos mayoritarios, con los cuales desarrolla un alto grado de afectividad e identificación: el 60% del mismo afirma que votaría solo por su partido, independientemente del candidato o la propuesta.

La práctica clientelar está arraigada y normalizada en la mayoría de la población paraguaya; mediante ella se regula la concesión de prestaciones por parte de quienes detentan cargos políticos a cambio de apoyo electoral. Se trata del intercambio de lealtades, mediante el cual los electores obtienen beneficios, directamente en dinero, o accediendo al empleo, a los bienes y/o servicios públicos, con la condición, como señala O’Donnell [1], del apoyo a un patrón o partido con el cual, en el caso paraguayo, existe un alto grado de afectividad. La relación debe ser funcional, si no lo es, la lealtad se rompe y el cliente acudirá a otro político de su partido.

Su mecanismo de funcionamiento se basa en la dinámica relacional y dialéctica, que pone en juego a políticos, electores y operadores o punteros. Patrones y clientes alternan roles de dominadores y dominados en una relación altamente compleja. Una condición esencial es la disponibilidad de cuantiosos recursos para mantener viva la dinámica clientelar. La corrupción, la mala calidad del gasto público y de la gestión en general, son frutos del sistema, así como la vulnerabilidad creciente del Estado ante los poderes fácticos y, cada vez más, al narcotráfico.

© Klaus Henning

Asunción, ca. década de 1960 © Klaus Henning. Cortesía

Un asunto complejo

Analizar el clientelismo implica abordar un tema complejo, que requiere especial atención, habida cuenta de la incidencia en la institucionalidad y la cultura política. Marcello Lachi [2] destaca la diversidad de enfoques sobre este fenómeno: hay quienes le otorgan un carácter coyuntural, restringido a los procesos electorales (el acceso al poder), mientras otros lo conciben como fenómeno estructural y permanente, constitutivo de las relaciones sociales, por lo tanto rasgo transversal de las prácticas políticas, económicas, sociales y culturales.  Desde esta segunda acepción, es más que una transacción económica entre políticos y electores a cambio de lealtades.

Si bien es común asociar el clientelismo a la situación de pobreza, Lachi considera que el fenómeno la trasciende, como lo evidencian estudios científicos. Existe clientelismo en los países pobres y débiles institucionalmente, aunque en grados, alcances e intensidades diferentes. En rigor, las relaciones clientelares cruzan las distintas clases sociales, sucediendo una heterogeneidad de posiciones, roles, usos y jerarquías, como en un “campo” de juego que tiene reglas tácitas conocidas por sus jugadores.

Agrega que la raíz del problema es la vulnerabilidad, esto es, la fragilidad de un grupo, sector o sociedad ante acontecimientos que impactan las condiciones de vida, pudiendo generar masivamente desempleo y enfermedad, como las catástrofes ambientales o pandemias, porque no existen ni la previsión, ni la capacidad de mitigación ni la resiliencia.

El clientelismo tiene un efecto persistente sobre las expectativas sociales y políticas de los participantes. Auyero (1997) plantea que “si bien la relación entre cliente y patrón se inicia a través de un ‘favor fundacional’ mediante el cual el patrón –posiblemente a través de un puntero o mediador– brinda una prestación al cliente, no es este el factor más importante en la constitución del sistema, sino el conjunto de creencias, presunciones, estilos, habilidades, repertorios y hábitos que la experiencia repetida, directa e indirecta de estas relaciones provoca en los clientes” [3].

Cine Victoria, 2021 © Laura Mandelik

Cine Victoria, 2021 © Laura Mandelik

A escala local

Bajando la lupa a la Municipalidad de Asunción, resalta el sostenido aumento del plantel de funcionarios, que pasó de los 2.200, cuando asume el primer gobierno electo democráticamente, en 1991, a los cerca de 9.000 actuales: un incremento del 300% para una ciudad cuya población, en el mismo lapso, creció apenas el 4%, sin que haya mejorado la cobertura de los servicios ni la calidad de los espacios públicos. La contradicción se torna dramática cuando se contrasta con los porcentajes de ocupación de los Bañados que, del 9,8% del total de asuncenos, en 1994, hoy supera el 20% y podría superar el 30% en 2030. El incremento de asentamientos precarios en zonas inundables contrasta con el crecimiento anual de la inversión inmobiliaria en viviendas de lujo y la expulsión de las clases medias a municipios del área metropolitana. Como resultado, la desigualdad y la segregación socioespacial reconfiguran la ciudad.

El gobierno local perdió la capacidad de regular el uso del suelo urbano, que está regido por la especulación inmobiliaria. En consecuencia, el deterioro espacial, social y funcional es progresivo. La ciudad se fragmenta socio-espacialmente: aumenta la informalidad, la desigualdad social y la violencia; no se dispone de un kilómetro continuo de veredas transitables e inclusivas, el patrimonio histórico-arquitectónico se derrumba; la cobertura de la recolección de residuos sólidos, en ciertos barrios, no llega al 50%. Todos los recursos hídricos están contaminados; los espacios públicos están deteriorados, abandonados u ocupados por comunidades desplazadas, afectadas por incendios e inundaciones.

La lógica clientelar permea la política, la economía, la cultura y hasta llega a vertebrar la acción social. Es un fenómeno multidimensional y transversal, compatible con la reproducción del régimen que la adopta, promueve y sostiene. En síntesis, un modo transversal de organización y relación social, que estructura el Estado, en todas sus esferas: nacional, departamental y municipal.

Influye no solo en la cultura institucional, sino también en las dinámicas de las organizaciones y sectores urbanos. Finalmente, se traduce en las deudas históricas en materia de previsión y regulación; particularmente, en la insustancialidad de los planes y proyectos de desarrollo urbano.

Ex Hotel Hispania © Laura Mandelik

Ex Hotel Hispania © Laura Mandelik

¿Tema tabú?

El clientelismo está sólidamente encarnado en el sistema político y el sentido común; su incidencia es integral. Es muy difícil darle batalla desde acciones sectoriales. Es llamativo que, al interior de los partidos y movimientos políticos, sea incipiente y hasta ausente el debate en torno al clientelismo. Cabe preguntarse si es un tema tabú para estos y para la carrera civil.  Algo así como “de eso no se habla”, a pesar de la influencia decisiva en las dinámicas socioeconómicas y culturales contemporáneas.

La negación exacerba la cronicidad: son tres décadas de profundización y sedimentación de un modelo de hacer política. Pero también impide dimensionar la incidencia y repercusión del sistema clientelar en el desempeño de la institucionalidad pública y en los procesos de participación ciudadana. Allí su fuerza: al ser incomprendido, es subestimado, realimentándose la normalización o naturalización. “Las cosas siempre fueron así y así seguirán siendo”.

Cabe preguntarse si el clientelismo tiene grietas, si existen probabilidades de cambios endógenos en los partidos políticos tradicionales y si emergerá alguna fuerza política alternativa que encare una propuesta de superación del modelo clientelar, para lo cual se plantee –como lo hizo el Frente Amplio de Uruguay– un proyecto de largo plazo.

Es preciso identificar las condiciones objetivas y subjetivas para que las organizaciones ciudadanas logren niveles eficaces de articulación, que contrarresten la voracidad clientelar.

¿Hay salidas? Tal vez. Por el momento, mantengamos en alto la antorcha de la esperanza.

 

Notas

[1] O’Donnell, Guillermo (1997). Contrapuntos. Ensayos escogidos sobre autoritarismo y democratización. Buenos Aires: Paidós.

[2] El politólogo Marcello Lachi fue expositor en el conversatorio “Clientelismo o ciudadanía en Asunción”, realizado el 6 de abril pasado, organizado por el Grupo de Reflexión Ciudad y Cultura, con apoyo de la Embajada de Canadá, Asunción Causa Nacional y el Centro Paraguayo de Estudios Canadienses.

[3] Auyero, Javier (1997). Favores por votos. Buenos Aires: Losada.

 

* Mabel Causarano es urbanista e investigadora. Vladimir Velázquez Moreira está abocado a estudios socioculturales de la ciudad y la participación ciudadana. Ambos integran el grupo de reflexión Ciudad y Cultura y la plataforma ciudadana Asunción Causa Nacional.

1 Comment

1 Comentario

  1. SILVIO TOMAS SOSA ALARCON

    11 de abril de 2022 at 21:45

    Y bien Architectum como le Explicamos a nuestros compatriotas el PLAN CHAU NUESTROS FONDOS, desde la lapicera es faciel Arquitecta o Arquitectos, no me explico porque ya gastaron en demasia de nuestro dinero en Proyectos para recuperar Asuncion si solo va al Bolsillo de algunos digo tantos proyectos sin sentido y amasaron nuestro dinero puro lata parara Arquitecta ex Funcionaria de la Secretaria Nacional de Cultura y aveces pecamos de bobos o tontos, mire Arquitectum no es tan asi, ya hubo demasiadas chupadas de nuestro dinero y para que de nuevo con el Lapiz n° 2 escribe gua´u Grupos organizados, mentira que se estiran, fondos que se dilapidaron al santo cohete y siempre las mismas personas los mismo profesionales las mismas empresas, para embeber un paño con leche cruda o la aplicacion de un cemento liquido, o una espatula o un sincel y pagaaaaamooooos millones en pos de la recuperacion de Patrimonios que Uds, mismos dejaron caer, asi no se puede Arquitecta MABEL CAUSARANO los papeles aguantan todo menos nuestra ali caida economia, he seguido los pasos de variso arquitectos que nos joden la vida con sus proyectos el PLAN CHAU NUESTROS FONDOS ES UNO MAS de la tragada de fondos publicos chapoina arquitecta y equipo dejemonos de joderle al Paraguayo no somos bobos tontos y menos chureros eso es lo que es ASUNCION DE MIS AMORES TUS NARANJOS Y TUS FLORES, DEJEN EN PAZ A LOS FONDOS PUBLICOS EXPERTOS EN PATRIMONIOS.

Dejá tu comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Los más leídos

error: Content is protected !!