Cultura
Lo contemporáneo en cinco notas. Texto curatorial
El presente texto acompaña la muestra “La persistencia del cuerpo”, que acaba de inaugurarse en el Museum of Latin American Art (MOLAA) de Los Ángeles. La exposición, con curaduría de Ticio Escobar, cuenta con la participación de artistas del continente, entre ellos tres de Paraguay: Osvaldo Salerno, Claudia Casarino y Alfredo Quiroz.
Vista de sala. Obra de Claudia Casarino en primer plano (Ofstudio). Cortesía MOLAA
El cuerpo retorna a la escena del arte contemporáneo no como motivo, sino como cuestión. Más que la representación del cuerpo, interesa la discusión acerca de las formas de representarlo y la problemática de su puesta en obra. Así, deja de ser enfocado como tema para ser encarado en cuanto sitio de pregunta y reflexión crítica.
Este cambio de perspectiva resulta un fenómeno propio del arte contemporáneo, aunque obviamente se vincula con enfoques realizados en otros ámbitos epistémicos (la antropología, la filosofía, el psicoanálisis, básicamente). Sin embargo, ya en tiempos modernos se produjeron algunas transformaciones importantes que siguen vigentes: el tema clásico del bello cuerpo femenino pasa a ser cuestionado como objeto de deseo en cifra patriarcal y heteronormativa. Y el cuerpo masculino comienza a dejar de ser considerado desde los estándares del poder viril. Hoy, la desfiguración y fragmentación del cuerpo no solo manifiestan las operaciones deformadoras de la representación moderna, sino que acompañan abordajes diferentes desde donde se considera la corporalidad. Estos cambios traducen notas básicas de lo contemporáneo que no actúan como componentes fijos, sino como líneas transversales; como fuerzas que cruzan los diferentes ámbitos del arte contemporáneo y lo empujan fuera de los lugares estables asignados por las cartografías tradicionales. Esas notas serán punteadas brevemente a continuación.
Contingencias
La recusación de la estética constituye una de las notas del arte contemporáneo. El modelo idealista de arte, signado por su raíz metafísica y su desarrollo romántico, escinde la representación de la realidad en espíritu y materia y, por lo tanto, en cuerpo y alma y termina promoviendo la dramática separación arte/vida. En el contexto de tal modelo, el cuerpo está tajantemente separado de su misma subjetividad y de su propia pertenencia biológica.
Uno de esos abordajes se basa en la recusación de la estética occidental en cuanto modelo idealista y fuente única de la reflexión sobre el arte. La crítica del dualismo que opone cuerpo y alma, debe tanto a la filosofía actual como a los aportes del pensamiento y las prácticas del feminismo, y, en general, a las contribuciones de las diversas posturas antipatriarcales y decoloniales. La impugnación de las categorías fijas y del binarismo promueve modelos heterodoxos de subjetivación que replantean y complejizan el lugar del cuerpo. Por otra parte, esos modelos impugnan la matriz ideológica que intenta imponer categorías fijas y universales para clasificar el mundo y ordenar jerárquicamente los roles sociales. La figura del cuerpo sexuado como construcción cultural y sede de significados variables refuta los estereotipos que definen la diferencia del cuerpo femenino y el masculino en términos normativos, puramente anatómicos y en rígida clave binaria. Esta impugnación no desconoce las singularidades de cada cuerpo liberado del régimen categorial, pero hace de ellas un principio de subjetivación expuesto a los azares de la contingencia y los empujes del deseo. Este principio deviene factor activo en la consideración micropolítica del cuerpo, conmovido por las repercusiones del mundo (cultural, ambiental) y animado por la savia de la pulsión vital que resiste la instrumentalización del inconsciente y resuena en lo orgánico y lo subjetivo.
Tal instrumentalización expresa la hegemonía avasallante del capitalismo globalizado en cuyo contexto la tecnología incide fuertemente en la percepción y figuración del cuerpo. Por un lado, la industria de la apariencia corporal adquiere formato y circulación en clave virtual: en gran parte, la imagen del cuerpo es construida y regulada por mediaciones tecnológicas dependientes de los intereses del mercado. Por otro, el desarrollo biotecnológico sugiere la posibilidad de hibridación o duplicación del cuerpo: las figuras del ciborg y del clon trastornan la idea de un cuerpo original y natural y levantan amenazas, extrañas promesas y fantasías siniestras que resuenan en el ámbito del arte.
La pandemia de Covid-19 que uniformiza el mundo en su dimensión más destructiva, tiene un impacto dramático en la percepción del cuerpo como presencia/ausencia y refuerza el papel mediador de las tecnologías digitales y su tendencia a la descorporización. Otra cuestión que oscurece y agravia la imagen del cuerpo en América Latina es la memoria de los desaparecidos durante las dictaduras militares. Todas estas cuestiones.
La reflexión sobre el cuerpo no puede evitar hoy esta situación basada en políticas de distanciamiento y, aun, de aislamiento, pero como ante cualquier otra circunstancia, el arte puede otorgar pistas para encarar ésta imaginando posibilidades que no aparecen en los macroanálisis de las circunstancias actuales.
Imágenes
Los quehaceres del arte, comprometidos siempre con la figura del cuerpo, resultan indispensables hoy para complejizar la figura del cuerpo incorporando perspectivas heterogéneas y temporalidades múltiples. Las imágenes del arte cuentan con la facultad de emplear paradojas como principio activo de nueva significación. Las oposiciones que han tironeado el cuerpo entre el objeto y el sujeto, lo individual y lo social, lo interior y lo exterior, actúan en el ámbito del arte no como disyunciones lógicas, sino como tensiones dinamizantes. Es decir, actúan como factores creativos, impulsos poéticos y acicates conceptuales que transgreden los límites del orden simbólico. Estas transgresiones permiten entrever tiempos inalcanzables en términos de lo calculable y previsible, pero fecundos en clave de deseo transformador: lo que puede imaginarse anuncia siempre lo que podría cambiarse, o intentar cambiarse. Tales transgresiones permiten, así, conjeturar la posibilidad de cuerpos que se abrazan sin riesgo y sin miedo; que aman sin interdicciones, resisten las manipulaciones biopolíticas y respiran oxígeno entero.
Nota de edición: La muestra, curada por Ticio Escobar, incluye obras de Tania Bruguera (Cuba), Fernando de Szyzlo (Perú), Ignacio Gana (Chile-Estados Unidos), Beatriz González (Colombia), Walterio Iraheta (El Salvador), Ignacio Iturria (Uruguay), Ana Mendieta (Cuba-Estados Unidos), Rufino Tamayo y Francisco Toledo (México) y Osvaldo Salerno, Claudia Casarino y Alfredo Quiroz (Paraguay).
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