Cultura
“Ofelia iba fluyendo”. Actualizando el mito
Presentada con éxito el año pasado, una nueva puesta en escena se anuncia para este próximo fin de semana en el Teatro Municipal Ignacio A. Pane.
Bárbara Blecklake como Ofelia © José Luis Giménez
De la historia de Hamlet y Ofelia hay hasta videojuegos (Elsinore). Al fin y al cabo, Shakespeare es tan universal e intemporal que permite cualquier adaptación a cualquier medio artístico, incluyendo las más disparatadas que lo ridiculizan en lugar de elevarlo o contemporaneizarlo. Se le pueden extraer incluso nuevos argumentos como el realizado por Luz Saldívar en su dramaturgia con la compañía Rara Avis, sin alejarse del original ni dejar de tener en cuenta las características dibujadas por el dramaturgo de Stratford pero dándole un sentido actual al personaje femenino de Ofelia y al argumento.
Por este camino discurre en diecisiete escenas, generalmente breves, Ofelia iba fluyendo, que así se llama esta adaptación del mito inmortalizado por en el cuadro de Millais. El subtexto shakespeareano flota en todo momento sin salirse de la historia heredada de Hamlet y Ofelia, con el mérito de centrarse en la relación entre ambos tal como la conocemos. Así, pues, el verso del libreto de alrededor de 1600 está presente, remarcado con un desarrollo donde el fluir de la conciencia en monólogos o diálogos se superpone a la acción. No faltan las acciones, ni la cómica del original determina el desenlace en la corte. El intertexto es fundamental en la composición, dado que extrae incluso momentos poéticos intensos, con un lenguaje cuidado y un ritmo más que respetado.
“Duda que ardan las estrellas, duda que se mueva el sol, duda que haya verdad, mas no dudes de mi amor”, exclama Hamlet a Ofelia en el acto segundo de la obra shakespeareana. Esta frase resume la pasión existente en ambos personajes. Pero para Hamlet no solo existe el amor: se debate entre la pasión y el ánimo de venganza sobre Claudio, que para quien lo haya olvidado, asesinó a su padre para casarse con su madre y poseer el reino de Dinamarca. Las dudas de Hamlet son interiores y el deseo de acabar con el padrastro acaba soslayando el amor por Ofelia.
Ella es la verdadera protagonista. Es palpable su romanticismo como mujer enamorada de Hamlet. En eso no se separa del personaje shakespeareano. Pero también es una mujer contemporánea y se advierte en su rebeldía contra el papel familiar de la mujer tradicional. Ya en la escena segunda, cuando Ofelia lee la carta, su mentora Apolonia le recuerda que la mujer que lee acaba mal, por lo que debe coser, rezar y dejar de soñar. Ante esa situación, exhibe su inconformismo: no es su padre Polonio quien prohíbe a Ofelia comunicarse con Hamlet, sino su versión femenina con adecuación de su nombre, Apolonia, otra mujer, que le traslada el pensamiento tradicional y la considera una niña ingenua, dado que la mujer también ha contribuido al soslayo de su propio género. El amor es un sentimiento eterno, pero el rechazo de la opresión por parte de Ofelia y su feminismo es plenamente contemporáneo, sin caer en el anacronismo porque mantiene su coherencia con la mentalidad del pasado. Ese es el gran aporte del argumento de esta dramaturgia.
La dulzura de Ofelia contrasta con un Hamlet de expresión violenta por su clamor de venganza. Surgen interrogantes a resolver mientras la muchacha dialoga con otras mujeres, damas de la corte y de su época. Apolonia, Gertrudis, Miranda, Olivia y Cordelia se adaptan a los deseos masculinos. Solo Ofelia se harta de ello hasta la llegada del trágico final. De ahí que las mujeres refuercen el mensaje y sus miedos a la oscuridad y los fantasmas son un efecto de la educación recibida.
La escenografía no abunda en medios. Lógicamente, la situación económica durante la pandemia no favorece la espectacularidad pero sí el ingenio. Héctor Micó plantea tres planos horizontales: el anterior vacío, el central con el río donde jugará Ofelia con el agua y finalmente sucumbirá, y el trasero sobre tarima en el que se sitúa el trono real. Quizá el centro esté desaprovechado y podría tener más funcionalidad. Todo apoyado en una excelente iluminación de Martín Pizzichini, en un ambiente sombrío generalmente, con colores fríos, como el lila y granate para la realeza y el verde para representar los celos y la envidia, como suele ocurrir en la tragedia, con el recurso de la luz cenital para los monólogos. Contrasta con el centro de color cálido donde se encuentran la naturaleza y el río. Austeridad agudizada con el ingenio.
Las excelentes interpretaciones proporcionan un conjunto potente a los diálogos y monólogos. Magnífico Silvio Rodas como Claudio, puntualizando su dominio con sus temores al fondo. Muy bien Ariell López Sabino como Hamlet, cuyos brazos muestran la rigidez del tormento pero se extienden al ejecutar acciones. También muy lograda la interpretación de Eli Caballero como Apolonia, y el resto del reparto secundario pero sumamente definidor en cada secuencia donde aparece. Y una Ofelia encantadora, capaz de enamorar, Bárbara Becklake. Siente lo que expresa, es sincera y su inocencia no es incompatible con la inteligencia. Una gran interpretación llena de credibilidad.
Trabajar un clásico no es sencillo. Revertirlo al presente puede provocar algunos conflictos en la estructura del libreto. Pero Luz Saldívar ha demostrado conocer lo suficiente para no caer en las trampas que puede tener una adaptación de un conocido clásico, manteniendo el equilibrio en la transformación. Si, además, la duración es ajustada al argumento (cincuenta minutos), el trabajo debe ser más que tenido en cuenta y demuestra que Rara Avis es una compañía fundamental en el teatro paraguayo.
Ficha técnica
Compañía: Rara Avis. Dramaturgia y dirección: Luz Saldívar. Reparto: Silvio Rodas, Bárbara Becklake, Eli Caballero, Arianna Jiménez, Ariell López Sabino, Roxana Riquelme, Nadia Riveros y Violeta Pazos. Asistencia de dirección: Rafael Sandoval. Vestuario y escenografía: Héctor Micó. Iluminación: Martín Pizzichini. Filmación: Dani González. Maquillaje: Teresita Ortiz. Peluquería: Alberto Romero. Producción general: Samadhy Albiol.
* José Vicente Peiró Barco es doctor en Filología Española por la Universidad Nacional de Educación a Distancia; su tesis doctoral fue “La narrativa paraguaya actual (1980-1995)”. Es crítico de artes escénicas del diario Las Provincias, de Valencia (España). Ha realizado diversas ediciones críticas y ha colaborado en revistas como Stycomithia y Episkenion.
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monica Gonzalez
30 de enero de 2022 at 17:03
Buenisimo articulo.Felicitaciones Rara Avis