Cultura
Notas para una historia del libro y la edición en el Paraguay (II)
La práctica editorial en el país desde el siglo XVII hasta finales del XX. Segunda parte.
Álbum Gráfico de la República del Paraguay. 100 años de vida independiente 1811-1911 (detalle de portada).
Finalizada la guerra, la reconstrucción fue lenta y trabajosa. Recién en los cruces de los siglos diecinueve y veinte emergió en Paraguay una élite político-cultural, la denominada Generación del 900 o Novecentistas, que activó el sector editorial mediante publicaciones con las que pretendía vehiculizar sus ideas y sus debates sobre el pasado y el presente del Paraguay. Contó, para ello, con el concurso tipográfico de los Talleres Nacionales H. Kraus y de la Escuela Tipográfica Salesiana, instalados en Asunción. Al mismo tiempo, surgieron localmente librerías como A la ciudad de Berlín, de Enrique Mangels, la Librería y Papelería Nacional de Juan Quell y la de los hermanos Muñoz. También entre los siglos diecinueve y veinte se dio a conocer la Biblioteca Paraguaya de la Librería y Casa Editorial Uribe y Cía., activa entre 1896 y 1897, que editó 11 obras, 10 de ellas de autores extranjeros pero referidas al Paraguay. Con este sello editorial se publicaron, por ejemplo, las obras del reconocido historiador paraguayo Blas Garay Compendio elemental de historia del Paraguay (1896) y Breve resumen de la historia del Paraguay (1897).
Un esfuerzo editorial destacable fue el que promovió la empresa editora de Ramón Monte-Domecq y Cía. con la publicación del Álbum Gráfico de la República del Paraguay. 100 años de vida independiente 1811-1911, uno de los principales soportes impresos de la conmemoración del Centenario de la independencia, en el que participaron autores como Cecilio Báez, Manuel Domínguez, Juan E. O’Leary, Fulgencio R. Moreno, Arsenio López Decoud y Enrique Solano López. Se trató de una edición en gran tamaño que hubo de ser impresa en Buenos Aires por la Compañía General de Fósforos en 1912.
En los años siguientes se puso en marcha la colección Biblioteca Paraguaya del Centro de Estudiantes de Derecho, que se mantuvo activa entre los años 1917 y 1924, y que publicó 10 obras de autores nacionales. Fue creada por un grupo de jóvenes influidos por el arielismo y el reformismo universitario, así como por el revisionismo paraguayo, una corriente intelectual que asumía como principal bandera la exaltación del heroísmo paraguayo en la Guerra contra la Triple Alianza (1864-1870) y de su líder militar, el mariscal Francisco Solano López. Los objetivos explícitamente enunciados por los responsables del proyecto fueron difundir la cultura paraguaya en el extranjero, realizar un “acto eficaz de americanismo práctico” al vincular a la juventud universitaria del país con distintos actores del continente, estimular la producción literaria y científica nacional al facilitar la edición de obras, y contribuir “al esclarecimiento y conocimiento de la historia del Paraguay y a la dilucidación meditada y serena de los períodos discutidos” bajo el lema “por los prestigios de la verdad y los blasones de la nación” [1].
Raúl Amaral menciona que hacia 1906 existían en Asunción 13 talleres tipográficos, cinco de los cuales trabajaban para firmas editoras, pero ya en la década de 1920 ese espacio editorial se hallaba en una etapa de modernización incipiente, aunque aún se diferenciaban poco la figura del editor (encargado de seleccionar los libros a editar con un criterio más o menos definido, asumiendo el riesgo económico de la impresión y ocupándose de la distribución y venta) y la del impresor, que atendía apenas las tareas de impresión y encuadernación.
A comienzos de los años treinta, la disputa entre Paraguay y Bolivia por el dominio de la región del Chaco boreal se complicó y la opinión pública de los dos países reclamó soluciones de fuerza. La Guerra del Chaco, entre 1932 y 1935, significó una retracción en materia de edición. Para las principales editoriales que habían funcionado hasta esa fecha, como La Colmena, La Mundial y La Librería de Puigbonet, el conflicto bélico, así como la coyuntura política de la posguerra, afectaron su rentabilidad. Este trasfondo explica que se establecieran editoriales en Buenos Aires y en Uruguay dedicadas a difundir publicaciones paraguayas. La editorial Guarania, fundada en 1935 en Asunción por Juan Natalicio González, con su obra El Paraguay eterno, trasladó sus actividades a la capital argentina a fines de esa década, donde acometió la publicación de una Biblioteca Paraguaya con seis obras entre los años 1942 y 1947. También se estableció en Buenos Aires la editorial Ayacucho, que fundó el historiador Julio César Chaves, cuyo primer volumen parece haber sido Hombres y épocas del Paraguay, de Arturo Bray [2], publicado en 1943. Asimismo, funcionó en la capital argentina la editorial Tupá, dirigida por Anselmo Jover Peralta. Por su parte, en Montevideo, Carlos Pastore fundó la editorial Antequera en 1949, en la que apareció la primera edición de la obra de su autoría, La lucha por la tierra en el Paraguay.
Estas labores editoriales desde el extranjero se debieron en gran medida al exilio de intelectuales durante el gobierno del general Higinio Morínigo, aunque también capitalizaron el auge que vivía por entonces la industria editorial argentina, favorecida por la pérdida de posición del mercado español a causa de la Guerra Civil. En 1942, de visita en Asunción, Juan Natalicio González –entrevistado por el diario El País– instó a aprovechar estas circunstancias favorables para “convertir a Asunción en un gran centro editorial, que llame la atención de nuestro continente sobre la capital, y que al propio tiempo ofrezca a nuestros intelectuales, junto con la oportunidad de darse a conocer, el incentivo para una producción intensa y metódica”. Este llamamiento, sin embargo, no tuvo eco. Durante el gobierno de Morínigo, en 1944, se promovió la creación de una Editorial Nacional que funcionaría bajo la órbita del Departamento Nacional de Propaganda, que tendría por objeto “la edición en castellano, guaraní y otros idiomas de los originales inéditos y la reedición de obras agotadas que por su contenido contribuyan al mejor conocimiento del país y al prestigio de las letras nacionales”. Sin embargo, no hay indicios de que dicha editorial haya llegado a funcionar. Sí estuvo activa en el período la Imprenta de las Fuerzas Armadas que, además de la difusión de autores nacionalistas en su Revista de las Fuerzas Armadas de la Nación, incursionó en la edición de libros, principalmente de autores militares, y creó su propia Biblioteca, con varios volúmenes publicados.
Tiempo después, a comienzos de los años cincuenta, Julio César Chaves propuso a un librero italiano instalado en Asunción lanzar las ediciones Nizza y él mismo inició la publicación de la Biblioteca Histórica Paraguaya de Cultura Popular. En 1955 Josefina Plá secundó la fundación de la revista Alcor, dedicada a la actualidad artística y cultural, bajo la dirección de los escritores Rubén Bareiro Saguier y Julio César Troche. Hasta 1969, en que cesó la publicación, vio la luz un total de 47 números de periodicidad bimensual y contó con un importante elenco de colaboradores y auspiciantes.
Notas
[1] Andrea Tutté. Editar “por los prestigios de la verdad y los blasones de la nación”: la Biblioteca Paraguaya del “Centro Estudiantes de Derecho” (1918-1925), 2020 (inédito). También Hérib Caballero Campos (2017). “Entre Clío y Astrea: La Biblioteca Paraguaya del Centro de Estudiantes de Derecho”, en Diálogos, vol. 21, Nº 1, pp. 13-25.
[2] Conforme a los registros de la Biblioteca Nacional, de Argentina, el sello editorial dio a conocer 19 títulos. El último volumen que hemos podido documentar es El dictador del Paraguay José Gaspar de Francia, de Francisco Wisner, 1957.
* Los autores integran el Grupo de Estudios sobre Historia de la Edición en Paraguay. Los contenidos de este artículo recuperan la presentación que hicieran en el XI Seminario Internacional Redes Públicas y Relaciones Editoriales. Investigación en red y en acceso abierto: fuentes y recursos para la historia de la edición iberoamericana, celebrado en Madrid, desde el Centro de Ciencias Humanas y Sociales (CCHS-CSIC), los días 2, 3 y 4 de diciembre de 2020.
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