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Cultura

CHA: El triste destino de las estatuas de la Plaza Independencia

Las esculturas de bronce llegadas a Asunción desde Francia en 1910 para enriquecer la ciudad en ocasión del Centenario de la Independencia se debaten hoy entre la salvaguarda, el falso histórico y la inconstitucionalidad. Notas para un necesario debate sobre el patrimonio cultural.

Mathurin Moreau, "Verano" © Carlos Zárate, 2021

Mathurin Moreau, "Verano" © Carlos Zárate, 2021

En el marco de las conmemoraciones del primer centenario de la Independencia nacional, la Junta Municipal de Asunción dispuso en 1910 generar un paseo escultórico en la Plaza Constitución (actual Plaza Independencia), para lo cual encargó la compra de un lote de ocho esculturas, que fueron adquiridas de la prestigiosa fundición Val D’Osne de Francia.

Cuatro de estas esculturas son antropomórficas y representan a cada una de las cuatro estaciones (primavera, verano, otoño, invierno). Las otras son figuras de animales: puma, ganso, perro y sapo. En todos los casos se trata de copias seriadas de hierro fundido. La autoría de los modelos originales antropomórficos es de Mathurin Moreau y la del “perro” es de Jules Moigniez. Se desconoce la autoría de los otros tres.

Plaza Independencia, ca. 1920. Cortesía

Plaza Independencia, ca. 1940. Cortesía

Mathurin Moreau, Las cuatro estaciones. Cortesía

Mathurin Moreau, Las cuatro estaciones. Cortesía

En cuanto a las piezas zoomorfas, la particularidad del sapo y del ganso es que son figuras diseñadas para adornar fuentes, ya que presentan oquedades para posibilitar el paso de chorros de agua. La fundición Val D’Osne fue una de las más prestigiosas del mundo entre fines del siglo XIX e inicios del siglo XX. Varias de sus obras se encuentran aún en diversas ciudades del mundo y existen incluso grupos de aficionados y expertos que promueven circuitos turísticos internacionales –virtuales y presenciales– para difundir estas obras.

Plaza Independencia, Sapo © Marli Delgado, 2021

Plaza Independencia, Sapo © Marli Delgado, 2021

Plaza Independencia, Perro © Carlos Zárate, 2021

Plaza Independencia, Perro © Carlos Zárate, 2021

Además de las obras ubicadas en la Plaza Independencia arribaron al país, en la misma época, otras piezas de la misma fundición francesa, entre las que se destacan la fuente bautizada como Kamba’i en el Jardín Botánico de Asunción –destruida en 2018–, una pareja de leones –solo queda un ejemplar en el Parque Caballero– y un ejemplar idéntico al Ganso de la plaza –en un jardín particular en Ñandu Kua, San Pedro–.

Ejemplar idéntico al Ganso de la Plaza Independencia. Jardín de la Estancia Ñandu Kua, San Pedro, Familia Latourette. Cortesía

Ejemplar idéntico al Ganso de Plaza Independencia. Jardín de la Estancia Ñandu Kua, San Pedro, familia Latourette. Cortesía

Transcurrieron 110 años desde aquellas conmemoraciones y en ese lapso las ocho esculturas de la Plaza Independencia han sido silenciosos testigos de innumerables acontecimientos, algunos de los cuales han afectado su integridad. El perro presenta varias perforaciones de bala producidas en alguno de los tantos levantamientos armados contra el gobierno de turno durante la primera mitad del siglo XX. El caso del ganso es probablemente el más conocido. Sustraído a fines de 2019, fue recuperado un par de semanas después tras una importante campaña de difusión en medios de comunicación y redes sociales. Aunque no ha quedado registrado el motivo, es posible que el puma también haya sido blanco de un intento de sustracción, lo que explicaría por qué no ocupa su pedestal desde hace ya muchos años (se encuentra en el museo del Parque Caballero). En los últimos meses la escultura Primavera también ha sufrido daños importantes, habiéndosele cercenado un brazo, en cuyo muñón hueco anidaron rápidamente insectos.

Primavera con el brazo derecho cercenado © Carlos Zárate, 2021

Primavera con el brazo derecho cercenado © Carlos Zárate, 2021

Todos estos antecedentes de daños –sobre todo los más recientes, que afectaron al ganso y a Primavera– han motivado la genuina preocupación por la salvaguarda de estos bienes históricos. De hecho, ya en vísperas a estos acontecimientos, la polémica –y acaso inconstitucional– Ley Nº 6284/19 declaró al conjunto denominado Plaza de Armas de Asunción –integrado por varios espacios, entre ellos, la Plaza Independencia– como patrimonio histórico nacional y designó a la Secretaría Nacional de Cultura como principal responsable de su cuidado.

Aun sin contar la ley con reglamentación específica, la Secretaría Nacional de Cultura, apremiada por esos acontecimientos, encabezó un equipo de trabajo integrado por representantes de la Municipalidad de Asunción, del Ministerio de Vivienda, Urbanismo y Hábitat, del Ministerio de Obras Públicas y Comunicaciones, del Ministerio de la Niñez y Adolescencia, de la Secretaría de Emergencia Nacional, del Instituto Paraguayo del Indígena, de la Secretaría Nacional Antidrogas y de la Policía Nacional, con la intención de dar solución al complejo de problemáticas que aquejan al sector, que implica, además de la protección de los bienes patrimoniales, la asistencia a las familias asentadas provisoriamente en el sitio. Como resultado, esta mesa interinstitucional acordó un plan de salvaguarda de los bienes a desarrollarse en tres etapas cuyas acciones y visiones parecen cuestionables.

Mathurin Moreau, Primavera, Otoño © Carlos Zárate, 2021

Mathurin Moreau, Primavera, Otoño © Carlos Zárate, 2021

La primera de esas acciones implica el retiro permanente de las centenarias esculturas francesas de la Plaza Independencia, intención que –más allá de ser objetable en sus efectos– es directamente inconstitucional, como puede verificarse en el artículo 81 de la Constitución Nacional respecto a los bienes que constituyen el patrimonio cultural, que prohíbe la remoción de los mismos: “Quedan prohibidos el uso inapropiado y el empleo desnaturalizante de dichos bienes, su destrucción, su alteración dolosa, la remoción de sus lugares originarios y su enajenación con fines de exportación”.

Más cuestionable aún resulta la intención manifiesta de suplantar las esculturas francesas con copias –falso histórico, en la jerga disciplinar– sobre las que tampoco se aclara la tecnología con que se realizarán ni los fondos con que se ejecutarán. Más aún sabiendo que la capacidad presupuestaria de la Secretaría Nacional de Cultura es muy baja y sus atribuciones para operar físicamente sobre el patrimonio histórico son muy limitadas.

Estos mismos cuestionamientos –de atribuciones y capacidad presupuestaria– son totalmente extensibles a la segunda etapa del plan, que plantea la puesta en valor del monumento a la Jura de la Constitución de 1870 y el retiro de las demás esculturas que llevan más de un siglo en el sitio.

Mathurin Moreau, Verano, Invierno © Carlos Zárate, 2021

Mathurin Moreau, Verano, Invierno © Carlos Zárate, 2021

Compartimos con los representantes de la Secretaría Nacional de Cultura la preocupación por el alto grado de deterioro del conjunto de esculturas francesas situadas en la Plaza Independencia de nuestra capital. No obstante, consideramos que las medidas a adoptar anunciadas días pasados no solo no resultan pertinentes, sino que afectan a la ciudadanía y a todas las personas interesadas en conocer estas obras de arte en el contexto que les fuera asignado hace más de un siglo.

Como puede verificarse en los antecedentes, el miedo a que las piezas resulten dañadas tiene una justificación real. Y en la encrucijada de definir cómo abordar dicha problemática, se optó por asumir como inevitable que el único destino posible de estas piezas, de permanecer en su ubicación original, sera su pérdida parcial o total.

De esta manera, la decisión de retirar las esculturas de la Plaza Independencia implica que la Secretaría Nacional de Cultura acepta tácitamente que no tiene la suficiente capacidad para gestionar y consensuar la transferencia de conocimientos y competencias que generen un marco más amable, inclusivo y creativo para promover el conocimiento y la salvaguarda de su propio patrimonio.

Plaza Independencia, 2021

Plaza Independencia, 2021 © Carlos Zárate, 2021

Cabe mencionar que no solamente sus elementos escultóricos son patrimonio, sino también el lugar mismo donde se encuentran implantados. Suplantar con falsos históricos y desmembrar los elementos de su lugar de implantación y contexto, anula una pieza histórica nuestra, la Plaza Independencia, de irreproducible valor, mientras existen otras posibilidades como solución.

 

* Carlos Zárate es arquitecto, docente, investigador, magíster en Restauración y conservación de bienes arquitectónicos y monumentales (UNA-IIF), coordinador de área de Teoría y Urbanismo en la FADA-UNA.

Marli Delgado es arquitecta, investigadora, docente de las cátedras Historia de la Arquitectura del Paisaje en Paraguay y Arquitectura 5 en la FADA-UNA.

 

 

 

1 Comment

1 Comentario

  1. Luis Enrique Olmedo

    19 de septiembre de 2021 at 16:28

    Pasemos de las críticas y comentarios a la acción si queremos hacer algo. El ESTADO NO el GOBIERNO, entiéndase bien….asigna CERO guaraníes al Centro Histórico de Asunción. Todos reclaman, todos pontifican, todos manifiestan su interés y compromiso, todos sugieren, PERO NADIE ASIGNA RECURSOS para solucionar NADA…..ni nadie hace lo suficiente para llegar a tener presupuesto para este tema. Así que los comentarios, las críticas y cualquier otro tema se deben dirigir a los sectores que deciden esas cosas. Y en esa línea, SI debemos anotarnos todos los interesados.

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