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Cultura

Revista del Instituto Paraguayo, un faro entre dos siglos

En los próximos días será presentada la “Colección Revista del Instituto Paraguayo. Bibliografía comentada y otros índices”. De este modo la mítica publicación, hasta ahora prácticamente inaccesible, podrá ser consultada con facilidad. El autor de la edición, Carlos Vera Abed, expone en este artículo el perfil de la revista, su trayecto y su relevancia para la cultura del Paraguay.

RIP (detalle). Colección Vera–Scuderi. Cortesía

RIP (detalle). Colección Vera–Scuderi. Cortesía

Es imposible comprender el despegue social y cultural que tuvo el Paraguay decimonónico sin apreciar la labor de los distintos centros gremiales del país, muchos de ellos nacidos apenas terminada la Guerra de la Triple Alianza, tales como los clubes que congregaban a italianos, españoles, argentinos, portugueses y brasileños, así como aquellos de beneficencia conformados alrededor de un objetivo común, como lo fue el restañar, de alguna manera, el daño que causó la guerra.

Algunos de ellos todavía existen, con diferente grado de actividad en la actualidad, como la Società Italiana di Mutuo Soccorso, el Centre Catalá, la Sociedad Española de Socorros Mutuos y la masonería. Estas asociaciones nuclean a ciudadanos de una misma procedencia o un mismo ideal con el propósito de propiciar la mutua protección, y con otros fines benéficos y altruistas, tales como la ayuda brindada durante diferentes confrontaciones bélicas y situaciones de desastre.

Con el tiempo surgieron otros tipos de sociedades, las que estaban sustentadas por una ideología y dieron inicio a los partidos políticos, en especial los dos más numerosos, el colorado y el liberal. Ante otro evento conmovedor como la Guerra del Chaco, por ejemplo, apareció también la Legión Extranjera, grupo que reunió a miembros de diferentes nacionalidades que vivían en Paraguay y brindó su apoyo a través de acciones económicas y sociales.

Colección Vera–Scuderi. Cortesía

Colección Vera–Scuderi. Cortesía

Pero volviendo a la posguerra del 70, y en un ambiente casi imposible de sostenerse debido a la devastación producida por la confrontación bélica con Argentina, Brasil y Uruguay, los esfuerzos por levantar de sus cenizas al país se dieron en varios ámbitos. La reconstrucción cultural del país recibió mucho de los aires renovadores procedentes del ámbito de la educación, que se vio favorecido con el regreso, desde el Río de la Plata, de importantes referentes como Asunción Escalada, Rosa Peña y las hermanas Celsa y Adela Speratti, entre otros.

La inmigración y la vuelta de los paraguayos exiliados fueron otros puntos fundamentales en el camino que, lento pero seguro, llevó al movimiento cultural novecentista en el Paraguay. En ese ámbito inició sus labores el primer Ateneo Paraguayo (1883), de corta existencia ya que se desvaneció en 1887 en un país más que nada preocupado de sus cuitas políticas y sociales.

Mas el germen de la cultura quedó. En 1895 un grupo de personalidades fundó el Instituto Paraguayo con el objetivo de ofrecer educación en distintas áreas del conocimiento: idiomas, música, contabilidad, gimnasia y esgrima, pintura… Luego, en 1913, un grupo de universitarios fundó el Gimnasio Paraguayo que, en 1934, se unió al Instituto y creó un nuevo Ateneo Paraguayo, recuperando el nombre de su predecesor del siglo XIX. Esta última asociación sigue trabajando hasta la fecha.

Sobre la participación de las mujeres en el ámbito del Instituto, se puede señalar que en 1895 se admitió la membresía honoraria de Isabel Anisits y Blanca Mantero en la sección Música, junto a Luis Cavedagni, Juan Anglada, Ludovico Tessada, Juan Mallada, César Manzoni, Lorenzo Hernández y Romeo Dionesi. Las primeras socias incorporadas como tales aparecen en 1898: Teresa Hume, en marzo; Luisa Casartelli y Petrona Martínez, en abril; y, en mayo, Benefrida Montero, María G. de Torres, Antonia Sampaio y Carmen Zambrini.

La Revista 

Como se dijo antes, el Instituto Paraguayo se conformó en 1895 y, al año siguiente, en octubre, salió a la consideración pública el primero de los 64 números con los que la institución ofreció al Paraguay un foco de cultura a lo largo de 13 productivos años. Por entonces la comisión directiva del Instituto estaba conformada por Cleto de J. Sánchez (presidente), Guillermo López Moreira (vicepresidente), Juan F. Pérez (secretario), Carlos L. Isasi (prosecretario) y Leopoldo R. Elizeche (tesorero). Eran vocales Eusebio Ayala, Eustaquio Casco, Camilo Fracchia, Teófilo R. Saldívar, Pastor Ibáñez y Flaminio Pedrazza.

Colección Vera–Scuderi. Cortesía

Colección Vera–Scuderi. Cortesía

En su extenso escrito de apertura, el presidente Sánchez afirma que «sin el cultivo de las ciencias y de las artes, los dos más poderosos elementos del progreso humano, el Paraguay nunca será grande, nunca será libre, nunca será próspero, por más que disfrute de un progreso material aparente. Sin la luz del entendimiento ni la estética en el corazón, los vicios ocuparán necesariamente el lugar que las virtudes deberían llenar».

En ese contexto fue propósito de la revista «acoger todas las producciones de carácter científico, literario e histórico, con las que los hombres de buena voluntad quieran honrar sus columnas. Es órgano de la juventud paraguaya, que se lanza al palenque de la Prensa Nacional, ávida de beber en las puras fuentes de la ciencia y del arte». De igual modo, los editores reconocieron que los fines que los reunían en torno a una publicación con tamaña ambición escapaban y eran superiores a sus propias fuerzas. Pero que, a pesar de ser insignificante en sus comienzos, «la Revista del Instituto Paraguayo solo reclama para sí el honor de ser una de las primeras semillas, arrojadas en el campo intelectual y artístico de nuestro país, de las que brotará, en tiempo no lejano, el árbol corpulento e imperecedero de la cultura nacional».

Como puede leerse en este discurso de apertura, el objetivo es claro y concreto. En el espíritu de la letra se percibe la vehemencia del propósito superior, del objetivo fundamental, que reuniría a las mejores mentes; y no solo las nacionales sino también las extranjeras, tanto las que estaban más allá de las fronteras como las que encontraron en del país un lugar de acogida. Todas ellas depositarían su sabiduría y conocimiento en las páginas de la revista.

Bertoni, Hassler, Ritter, Abente, Olascoaga, Boggiani y Díaz-Pérez sumaron sus voces a Garay, Domínguez, O’Leary, Godoi, Sánchez, Pane y otros para construir juntos un faro de conocimiento que alumbró los años finales del siglo XIX y los comienzos del XX a través de todas las disciplinas de las ciencias. Un hecho a tomar en cuenta es que hubo que esperar al Nº 31, de setiembre de 1901, para que una mujer publicara en la revista: fue la maestra, ensayista y poeta uruguaya Adela Castell, quien había llegado al Paraguay para dictar una conferencia titulada «La formación del carácter», llevada a cabo el 10 de agosto de ese año. Fue la primera mujer que ofreció disertaciones, en ambos países, así como la única en firmar en esta publicación.

Moisés Bertoni y Guido Boggiani, articulistas frecuentes de la RIP. Archivo

Moisés Bertoni y Guido Boggiani, articulistas frecuentes de la RIP. Archivo

Los 64 números editados entre 1896 y 1909 fueron muy prolíficos en autores y temas. Y si bien es cierto que no se cumplió fehacientemente el programa de publicaciones pautado en principio, ya que pasó de quincenal a mensual, y de ahí a bimestral e incluso se suspendió por un tiempo debido a las contingencias políticas del país (entiéndase revoluciones y asonadas), la revista llegó a acumular la importante cantidad de 242 artículos; eso, sin contar los muchos que la misma dirección había producido a manera de comunicación administrativa o como complemento.

Muchos de esos artículos fueron publicados en serie por un solo autor. En otras ocasiones, un mismo tema fue tratado por diferentes personas, notándose que cada una abordó la parte que concernía a su especialidad. Hubo un número especial, el 6, correspondiente al Año I, de marzo de 1897, que estuvo dedicado a recordar los 27 años del fallecimiento del mariscal Francisco Solano López. Su título fue «1˚ de Marzo de 1870. Cerro Corá» y fue firmado por la Dirección de la revista. Es el único número monográfico de la colección.

RIP, ilustraciones. Artículo de Manuel Peña sobre numismática y otro de Guido Boggiani sobre coleópteros de Paraguay. Colección Vera-Scuderi. Cortesía

RIP, ilustraciones. Artículo de Enrique Peña sobre numismática y otro de Guido Boggiani sobre coleópteros de Paraguay. Colección Vera-Scuderi. Cortesía

Este número es de suma importancia histórica debido a su carácter investigativo ya que, por «considerarlo de interés general», compiló las diferentes versiones de lo ocurrido aquel día y cómo aconteció, muchas de ellas inéditas para la época. Haciendo un paréntesis en este momento, se cita frecuentemente en el ámbito de la historiografía nacional el carácter «legionario» de muchos de los integrantes de la nueva intelectualidad surgida de las cenizas de la Guerra Guasu, incluso el de algunos miembros del Instituto Paraguayo, así como de redactores y colaboradores. Sin embargo, se puede afirmar que el debate en esta publicación fue siempre libre e irrestricto en cuanto al tema López y la guerra.

Es muy notoria, en tal sentido, la serie de artículos denominada «Cartas polémicas sobre la guerra del Paraguay», un recuento de las epístolas intercambiadas entre varios personajes de la época, entre ellos el mismo Bartolomé Mitre, Juan Carlos Gómez, Héctor Varela y Francisco Cunha, publicadas en el periódico La Tribuna de Buenos Aires en 1869 y luego reproducidas en la Revista del Instituto Paraguayo a partir del acervo privado de Enrique Solano López. Este compendio comenzó en el Nº 2, de noviembre de 1896, y se extendió hasta el Nº 11, de abril de 1898.

Colección Vera–Scuderi. Cortesía

Colección Vera–Scuderi. Cortesía

La Revista del Instituto Paraguayo tuvo, a lo largo de su historia, un despliegue temático muy variado, como ya se dijo: tanto Moisés Bertoni escribiendo sobre lo guaranítico como su hijo Arnoldo haciéndolo sobre ornitología; tanto Ritter escribiendo sobre la cuestión monetaria del Paraguay como una extensa reproducción del libro de Félix de Azara sobre los pájaros de este país; tanto Tiberé da Cunha dando su veredicto sobre la primera exposición de arte del Paraguay en 1899 como Viriato Díaz Pérez publicando sobre las siete lámparas de Ruskin; tanto las cuestiones limítrofes estudiadas por Cecilio Báez como las de Juan León Mallorquín.

Y ya que citamos brevemente algunos autores y sus temas, es imprescindible mencionar que nada menos que 103 escribieron para la revista, algunos en más de una ocasión, algunos en colaboración con otro. Es importante destacar la calidad, no solo en el contenido sino también en la publicidad.

RIP. Colección Vera–Scuderi. Cortesía

RIP. Colección Vera–Scuderi. Cortesía

Sin duda, la revista del Instituto es la más importante publicación sociocultural de finales del siglo XIX y comienzos del XX. Un repaso a sus páginas, la lectura de su contenido a la luz de las nuevas teorías, muchas de las cuales se insinuaron en aquella época, nos pueden dar la pauta de cómo es que llegamos con tanta solvencia a las nuevas generaciones y movimientos hasta el inicio de la segunda mitad del siglo pasado. Lo que no podemos respondernos es qué pasó después. Eso ya es tema de otros estudios, otras disciplinas, y del abordaje investigativo de otras revistas, como por ejemplo la brillante colección Cuenco–Alcor, publicada por Rubén Bareiro Saguier y Julio César Troche.

 

* Carlos Vera Abed, MSc., es investigador y documentalista, director fundador de la biblioteca digital abierta Aranduvera y de la Colección Vera-Scuderi.

Nota de edición: Según datos obtenidos, en el país hay solo tres colecciones completas de la Revista del Instituto Paraguayo: la de la Sociedad Científica del Paraguay, la del acervo de la Fundación Huellas de la Cultura Paraguaya y la del autor de este artículo.

1 Comment

1 Comentario

  1. Martin Romano Garcia

    4 de julio de 2021 at 13:33

    Felicitaciones, Carlos!

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