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Cultura

Javier Medina Verdolini: (Casi) todas las fotos

Este artículo recorre tres momentos de la exposición antológica de Javier Medina Verdolini (Córdoba, Argentina, 1967), desplegada en Galería Planta Libre. Titulada 54, la muestra toma el pulso a los treinta años de labor del fotógrafo. Las series aparecen acompañadas de material audiovisual diverso, como la pieza de videoarte La línea (2012). La exhibición permanecerá abierta durante tres meses y se ha previsto como actividad de cierre la publicación del fotolibro Yaca’a, que condensa la experiencia de Medina Verdolini junto al pueblo Nivaklé y otros habitantes del Chaco Boreal.

Péndulo sobre el Chaco

Imágenes de la festividad del Arete guasu en el Chaco Central tomadas a lo largo de una década, así como un registro del último carnaval realizado en 2021, en plena pandemia, componen  uno de los capítulos dedicados a esta geografía, con predominancia de retratos captados en los famosos rituales y fiestas colectivas. Por su parte, la serie Yaca’a, comenzada en 2017, proviene de la rica experiencia paralela a la filmación de la película del mismo nombre, de Ramiro Gómez, de la cual Medina Verdolini fue director de fotografía, en las locaciones de dos reservas indígenas y alrededores.

Javier Medina Verdolini, Arete guasu, Santa Teresita, Chaco, 2019 2021. Impresión inkjet

Javier Medina Verdolini, Arete guasu, Santa Teresita, Chaco, 2019 2021. Impresión inkjet

Los motivos de Arete guasu y Yaca’a logran pulverizar las fronteras entre documento y ficción. Ambas series ambientadas en el Chaco vuelven a situar el tema de la identidad, la biografía y las posibles interpretaciones del sujeto en un contexto de situaciones cruzadas con el paisaje, inscribiendo historias de vida en una topografía sedimentada durante milenios y alterada radicalmente en sus modos tradicionales. Por un lado, este corpus fotográfico sugiere agridulcemente el éxtasis y la contingencia: hay rostros marcados por la experiencia sagrada y dionisíaca de la fiesta, mientras otros cuerpos señalan la pérdida, la degradación o el exilio, advertible no solo en los miembros de los varios pueblos originarios aquí retratados, sino también en la población paraguaya.

Omnipresente, el horizonte partido de la composición cuadrada en dos planos, el de la tierra y el del cielo, es ya una marca de identidad para situar los retratos, objetos y panoramas, situación que se conjuga en un poderoso montaje. Muchos de estos cuerpos de hombres, mujeres y animales se proyectan libres, en el silencio o la euforia, apareciendo sobre el paisaje. Otras capas de lectura sugieren, desde cierta mirada al entorno o la aparición de indicios perturbadores, rasgos capaces de alterar cualquier mistificación del espacio natural y social del Chaco.

Javier Medina Verdolini, Yaca’a, 2016-2019. Impresión analógica

Javier Medina Verdolini, Yaca’a, 2016-2019. Impresión analógica

Actuando como escenógrafo de una suerte de vita chaquensis, Medina Verdolini genera un viaje cognitivo entre la verdad y la duda. Coloca a sus efigiados y situaciones reales en la perspectiva de lo incierto, conjurando empáticamente su presente contingente, uno que pendula entre la inercia y el drama.

Conviene recordar los principios que guían esta fotografía en las llanuras chaqueñas, a fin de entender estas historias que diseccionan un ser y estar en el Chaco hoy: Medina Verdolini es fiel a la fotografía directa, a un doble registro temático, tanto documental como imaginativo, para completar el ciclo con el oficio y técnica de las artes del revelado.

Asunción, sin naranjos y sin flores

Podría pensarse que el impulso, el resorte de creación de Javier Medina Verdolini en esta serie urbana ambientada en Asunción y denominada Vicisitudes de la arquitectura paraguaya, es la fascinación por sus lugares marginales, sus ruinas y restos materiales. Hay escenografías baldías y acumulaciones nonatas, otras parecen albergues habitacionales de zombies, como los edificios inconclusos o clausurados del microcentro, tótems de su skyline oscura y desteñida.

Buscando la reflexión en enclaves usualmente negados o despreciados por su calidad formal, esta investigación funcionaría como el anverso o copia negativa de algunos clichés del proyecto material y espiritual de Asunción, si es que puede hablarse de uno. La visión del conjunto produce una inestabilidad de las topografías habituales de la madre de ciudades: la Asunción de Medina Verdolini se parece más a una polis matrix que secreta de sus entrañas toda clase de criaturas de cartón piedra. La estrategia plasticista de obtener el último servicio de estos objetos y espacios imposibles reproduce una narrativa, una cartografía de la paradoja mutante  del devenir  del barro al cemento, de campesina a metrópolis.

Javier Medina Verdolini, De-construcciones, 2012. Diapositiva color, impresión digital

Javier Medina Verdolini, De-construcciones, 2012. Diapositiva color, impresión digital

La atención a lugares deshumanizados, negados para ser vividos y habitados, arroja una experiencia emocional que podríamos trasvasar a esta psicogeografía oscura de la ciudad. La ruina contemporánea produce sensaciones ambivalentes: desamparo, desuso, obsolescencia; y su visión hace germinar como malas hierbas el abandono y el olvido, organizándose desde una puesta en abismo, un esfuerzo obstinado en tratar de comprender la historia fallida de la ciudad.

Los sitios que más le gustan a Medina son difíciles, ásperos: están generalmente escondidos o vedados, cuando no custodiados por guardianes o canes furiosos; a veces la perspectiva es casi imposible o negada por otra masa construida. Los tonos crepusculares que tanto le fascinan son efímeros, incorporándose luces y flashes; hay secuencias simultáneas desde variaciones del ángulo de visión para asegurar la perfección del homenaje.

Esta serie supone recorrer la deriva de Javier, que registra devotamente escenografías concretas, como flaneûr de mórbidos y decrépitos reflujos de muros, ladrillos, alquitrán o plástico. Medina Verdolini despelleja una ciudad confusa, en lucha contra sí misma, dominada por díscolos automóviles, autobuses y camiones contra sus hijos pedestres o ciclistas. Son lugares perdidos convertidos en tema central de esta fotografía, una suerte de documentación preocupada por los espacios periféricos, pero también por las fachadas, las caras externas que proyectan las escenografías más intrigantes y brutales que podemos ver a diario en la contemplación de Asunción.

Tríptico de Londres

Durante una larga estancia en la capital británica, entre aquellos días de la primavera y el verano del 2017, antes de seguir su periplo europeo “continental”, Javier Medina Verdolini realizó un enigmático tríptico. Intentaré, desde el puro metalenguaje y la memoria restituir estas imágenes del parque londinense.

Imaginemos a Javier Medina abriéndose paso entre la niebla para observar la ciudad con la limpia mirada del forastero saliendo del oscuro underground. La génesis del tríptico del parque es la errancia por el verde, esa gran invención paisajística de césped y bosque donde toma, sin proponérselo, unas fotografías de paisaje.

Javier Medina Verdolini, Hampstead Heath Park, Londres, 2018. Impresión inkjet

Javier Medina Verdolini, Hampstead Heath Park, Londres, 2018. Impresión inkjet

Realiza las fotografías desde gran distancia. Hay personas que le sirven como motivos compositivos ocupando una pequeña porción de la imagen; discreto, consciente del momento decisivo, encuentra el tema perfecto de su día: un motivo romántico, la naturaleza en la ciudad gigante. En el posterior y lento proceso de revelado meditaría en su posición de fotógrafo, de narrador; luego le asalta el recuerdo de la película Blow up de Michelangelo Antonioni (1966) y el cuento de Cortázar en que se ha basado. El fotógrafo siente en el laboratorio de Asunción cierta identificación con el pregnante imaginario fílmico y literario. Comprende que en estas tomas se condensaría nada menos que una cita, una revisitación a una de sus obras cinematográficas favoritas pero elaborada a posteriori.

Javier Medina Verdolini, Hampstead Heath Park, Londres, 2018. Impresión inkjet

Javier Medina Verdolini, Hampstead Heath Park, Londres, 2018. Impresión inkjet

Percibe sus límites al asociar esta cita a héroes culturales como Antonioni y Cortázar, pues sabe que no se propuso como meta construir o fabular una escena de crimen como en el film o el cuento. Pero sí sabe que puede extraer una certeza de lo que significa cualquier representación, al menos la ontología de la imagen fotográfica: la realidad que aparece ante su ojo de carne y cristal se parece demasiado a un film y a un cuento, aunque fuera ejecutada como un espontáneo impulso compositivo.

Pero lo más importante, Medina Verdolini también siente la conmoción, el blow up (que significa estallido en castellano) de sentido y cuya latencia simbólica reverbera en el presente. Lo que se ve en este tríptico no es solo un inocente y bucólico parque con unas personas, sino el sedimento de dos obras de arte, sumadas a una tercera. Las primeras certezas confirman que toda imagen es una exploración de las apariencias y transporta una ficción y que una cámara aún puede grabar algo que su operador humano desconoce.

Y, como gran destello, el tríptico ofrece, a manera de sospecha, un tema enorme que pide ser desentrañado: la mirada, el pensamiento del fotógrafo, desvelar y poner en foco los motivos de su fotografía. Algo así como forzar un autorretrato, uno que se cumple sobrada y felizmente.

 

* Fernando Moure es escritor, crítico y curador de arte y cine. Autor del prólogo del fotolibro de Javier Medina Verdolini, Yaca’a, de próxima presentación. Es miembro de la Asociación Internacional de Críticos de Arte. Vive entre Colonia (Alemania) y Asunción.

1 Comment

1 Comentario

  1. Joaquin Sánchez

    16 de mayo de 2021 at 14:53

    Interesante!

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