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Cultura

El tiempo de las luciérnagas

Hoy publicamos un texto de artista: escrito de Silvana Domínguez Elizeche que remite a su instalación en “La otra casa de Asterión”, proyecto de Félix Toranzos.

© Diego Ricardo Álvarez

© Diego Ricardo Álvarez

(1) Tiempo de descubrimiento

Subimos escaleras, llegamos a un retrato tallado en la pared y no puedo evadirme de la posibilidad de jugar al otro Asterión, después que Félix (el otro) me pregunta si me gusta “su nuevo juguete”. (Le paso la mano al retrato para palpar la textura del bajorrelieve que para mí estaba predestinado a Él, como una latencia, expectante a ser descubierta). La casa te estaba esperando parece, le respondo. Y ambos reímos.

© Diego Ricardo Álvarez

© Diego Ricardo Álvarez

(2) Tiempo de observación

La habitación debe ser rescatada en su totalidad, como está, con el registro del tiempo transcurrido en los clavos oxidados, o los muchos agujeros de las paredes que parecen una superficie lunar. Una ventana deja filtrar un haz de luz y este se proyecta dentro de la sala; la otra permite ver la bahía de Asunción.

© Silvana Domínguez Elizeche

© Silvana Domínguez Elizeche

(3) Tiempo de reposo

Siguiendo con la premisa de las huellas que van dejando los habitantes de la casa, luego de mi primera visita, otro artista –Bernardo Krasniansky– encarga pintar todas las paredes de cian, hasta el piso, para realizar una instalación en la sala y acopia objetos cotidianos encontrados ahí, haciéndoles lugar para ser mirados por una única luz. El hermético color, lo espiritual, se ve atravesado por el tiempo de la luz. “Un espacio sin Newton” [1] dice un comentario en Instagram, y me deja pensando. La siesta, ley de reposo, estática, congelada, la rescato y conservo el color de la sala para intervenirla luego [2].

© Diego Ricardo Álvarez

© Diego Ricardo Álvarez

(4) Tiempo de juego

El juego del otro Asterión no puede esperar, despliego un carrete antiguo que brilla desde el niño Félix del retrato (Asterión tuvo que ser niño alguna vez) y juego con el hilo de Ariadna utilizando los clavos existentes y otros nuevos que ayudan a recrear una constelación, Kairós. Las frases extraídas del cuento de Borges, La casa de Asterión, indican cómo mediante la imaginación el personaje principal se recrea jugando con otro, en ese laberinto de soledad, es su juego preferido.

Una esfera de dorado infinito representa al mundo, que es también la casa, como dice Borges. La casa que no es casa, apretada entre dos murallas en medio de una transcurrida calle del centro de Asunción. La geografía es negada, cubierta por completo –la otra casa de Asterión– no puede ser ningún lugar posible de hallar en un mapa.

© Diego Ricardo Álvarez

© Diego Ricardo Álvarez

(5) Tiempo del afuera

Recupero el color madera de la ventana y la abro de cara al río, nos muestra el espectáculo de la luz que rige el mundo, las rutinas otras donde transcurre la vida. Andrés Luces, primer habitante y vigía de la casa, observaba la estela del agua dejada por los barcos.

(6) Tiempo intermitente / Tiempo de Luciérnagas

La (no) casa como la constelación empalma tiempos distintos, anacrónicos, imágenes supervivientes que poética y visualmente nos invitan a una dialéctica de la mirada donde ver de vuelta una posibilidad, un resplandor, aunque sea intermitente y efímero. Resto o falta que pilla el Arte para hacerse acontecimiento, aunque sea un destello pequeño en medio de tanta imagen. En esos acentos lunares es que para mí aparecen las luciérnagas (como metáfora de lo humano) para hacer comunidad, resistencia. Dicen que la imaginación es política… lo afirman Hannah Arendt, Rancière, Georges Didi-Huberman y otros. “Si la imaginación –ese trabajo productor de imágenes para el pensamiento– nos ilumina por el modo en que el Antes reencuentra al Ahora para liberar constelaciones ricas de Futuro, entonces podemos comprender hasta qué punto es decisivo este encuentro de tiempos, esta colisión de un presente activo con un pasado reminiscente. Corresponde sin duda a Walter Benjamin el mérito de haber planteado así el problema del tiempo histórico general” [3].

© Diego Ricardo Álvarez

© Diego Ricardo Álvarez

(7) Tiempo de retorno

Y en el retorno del tiempo, no como uno lineal, sino un retorno que retoma los fulgores de experiencias, de pequeñas imágenes que sobreviven, volvemos al niño, a esa metáfora del niño que dice Nietzsche que es puro olvido, es juego, es volver a empezar, es transformación del espíritu, volver a imaginar mundos posibles. Las luciérnagas, esos coleópteros luminiscentes, aunque escasas ya, pueden constelar esta posibilidad. Espero.

(8) Tiempo del juguete

¿No es acaso el mejor retrato de Félix Toranzos imaginar esta casa como “su nuevo juguete”? Como aquel niño al que la señora Panckoucke [4] le dijo que eligiera el juguete que más le guste y el terminó eligiendo este. Juguetes sí los hay de todas clases, como la escoba que se vuelve caballito o espada, pero el más feroz a mi parecer es aquel que permite pensarse dentro de él. Correr por sus escaleras y detenerse para mirar el espiral del hueco vacío y lanzar un grito. Esconderse detrás de una puerta, oler patios con los cielos iluminados o jugar al otro Asterión. Deshacer y rehacer un ovillo de Ariadna para trazar una constelación y esperar que vayamos a visitarlo.

(9) Tiempo sin apuro

Yo me imagino a Félix –Feliz– jugando dentro de esta gran maqueta de la calle Oliva. Mirador, juguete, casa museo donde hace lugar a sus cosas, sus objetos preciados, sin apuro, donde cada tarde habita un tiempo solamente suyo pero abierto a los demás. Generoso.

Notas
[1] Comentario de Marisol Pecci a un posteo de Instagram de Félix Toranzos.
[2] La siesta se tituló la instalación de Bernardo Krasniansky montada previamente en este mismo lugar.
[3] Georges Didi-Huberman, La supervivencia de las luciérnagas. https://mediosyhumanidades.wordpress.com/2019/08/06/la-supervivencia-de-las-luciernagas-de- georges-didi-huberman/ Fecha de consulta: 5 de febrero de 2021
[4] Mujer que tenía en su palacete una habitación llena de juguetes en La moral del juguete, de Charles Baudelaire.

 

* Silvana Domínguez Elizeche (Asunción, 1976) es artista visual, con énfasis en intervención e instalación. Los ejes principales de su trabajo son el lenguaje como discurso y la palabra como imagen. El presente texto es parte conceptual de su última instalación, El tiempo de las luciérnagas, montada en “La otra casa de Asterión”, espacio cultural del artista Félix Toranzos que funciona en una casa de 1890 ubicada en el centro histórico de Asunción.

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