Cultura
Arquitectura del paisaje en Asunción. La modernidad truncada
Maqueta digital de jardines para del CEPB. Proyecto Roberto Burle Marx
Mientras el clasicismo iba cediendo paso a la modernidad, tanto en la arquitectura como en las diversas manifestaciones del arte en Paraguay, en la arquitectura del paisaje se registró un fenómeno tan distinto como llamativo.
La imposición a mediados de la década de 1940 de una tipología sin arraigo, referencias, ni características relevantes de diseño más allá de camineros diagonales que se cruzan, no solo dio por terminada abruptamente la fase clasicista de los jardines públicos en Asunción, sino que también implicó un bloqueo al desarrollo de la modernidad como estilo en el ámbito del diseño de exteriores.
Uno de los pocos diseñadores locales que intentó quebrar aquel cerco de diagonales seriadas promovidas por la Municipalidad de Asunción para cuanto espacio destinado a plaza existiese en la ciudad, fue Homero Duarte. Y aunque no logró institucionalizar su visión, pudo anotarse como pionero en introducir el estilo moderno en la arquitectura del paisaje, dejando como legado algunos ejemplos.
Duarte fue una de las figuras más importantes de la modernidad arquitectónica paraguaya. Piloto de combate durante la guerra del Chaco, terminada la contienda marchó a estudiar a Uruguay, donde recibió el título de arquitecto. A su regreso al país ocupó el cargo de director de obras públicas de la Municipalidad de Asunción, entre 1944 y 1946. Muchos años después, a inicios de los 80, comentó en una entrevista que, al asumir el cargo, ya casi no se hacían nuevas plazas y el modelo de las diagonales estaba totalmente instalado. En su intento por quebrar la tendencia, logró la aprobación de tres propuestas que se presentaban como excepciones al modelo: las plazas “Batallón 40”, “Manuel Ortiz Guerrero” (en coautoría con el arquitecto Ramón González Almeida) y “Naciones Unidas” (actual Mayor Infante Rivarola). Estas dos últimas con diseños de carácter orgánico, con senderos de múltiples curvas y contracurvas, sin recurrir a la línea recta.
“Batallón 40”, en cambio, es estrictamente racionalista, compuesta únicamente por líneas y ángulos rectos. No obstante su simpleza –o gracias a ella–, la calidad con que el diseño resuelve tanto las necesidades espaciales como las diferencias de altura debido a la pendiente del terreno, la convierten en la más interesante de todas las plazas diseñadas por Duarte. Fue, además, el primer caso de un espacio público en Asunción al que se trasplantaron árboles adultos.
El último proyecto de arquitectura paisajística de Duarte data de 1992 y fue no solo el de mayor escala sino también –según sus allegados– aquel al que puso mayor empeño hasta su fallecimiento. Se trataba del “Parque de la Paz”, propuesto para la zona del banco San Miguel (bahía de Asunción), como homenaje a los excombatientes de la guerra del Chaco. El proyecto –finalmente no concretado– consideraba la reforestación masiva con 36.000 árboles (simbolizando el número de soldados paraguayos caídos en la contienda) y la recuperación de varios cauces hídricos.
Fuera del caso de las plazas de Homero Duarte, hasta factores externos conspiraron para que la modernidad no pudiese alcanzar un desarrollo en Asunción. En 1949, un convenio entre los gobiernos de Brasil y Paraguay comprometió al primero a la donación del proyecto edilicio y paisajístico del Colegio Experimental Paraguay Brasil, además de asumir los costos de construcción. El proyecto de jardines fue asignado nada menos que a Burle Marx.
Roberto Burle Marx (1909-1994) fue un artista plástico brasileño, destacado representante del expresionismo y la figuración abstracta. Llevó sus ideas y exploraciones pictóricas al campo de la arquitectura del paisaje con tanta maestría que es considerado por muchos como el paisajista más importante del siglo XX. Visitó varias veces el Paraguay, en algunos casos como botánico, recolectando especies hacia el Alto Paraná; en otros casos vino invitado a dar charlas en Asunción. Sobre su obra paisajística en esta ciudad se conocen dos propuestas que quedaron en papeles, ambas para el CEPB, y una que corrió con mejor suerte y fue enteramente ejecutada, para el Banco Central del Paraguay.
La primera propuesta de Burle Marx para los jardines del CEPB fue remitida en formato de anteproyecto (bosquejo casi definitivo, pero modificable). Data de 1952 y no solo figura en los planos; la maqueta del complejo edilicio llegada desde Brasil incluía esa primera versión de jardines.
Sin embargo, en 1956 llegaría una propuesta absolutamente distinta, mucho más desarrollada y ya en formato de proyecto ejecutivo, incluyendo nombre de cada especie vegetal, cantidad y ubicación exacta.
Este proyecto consideraba 48 especies, la gran mayoría autóctonas, como el yvyra pepé (Holocalix balansae), samu’u(Ceiba insignis), tajy (Tabebuia impetiginosa), yvyrapytá (Peltophorum dubium), jacarandá (Jacarandá mimosifolia), timbó (Enterolobium contorsiliquum), ombú (Pytholacca dioica), ceibo (Erythrina crista-galli), yvyraro (Pterogyne nitens), mbokajá (Acrocomia totai), karanday (Copernicia alba) y pindó (Syagrus romanzoffiana), entre otras. Con esta selección, Burle Marx no solo mostraba su gran conocimiento de botánica regional, sino un particular gesto de respeto a lo característico del Paraguay. Según el plano, las especies estaban dispuestas en algunos casos alineadas, en otros, agrupadas, y en otros de manera aislada o en pares, para aprovechar sus cualidades escultóricas.
Otras dos particularidades tuvo el diseño de este jardín: la ausencia de líneas curvas (exceptuando las del sendero vehicular), algo que no se verifica en otras propuestas del autor (que siempre incluían al menos una), y la presencia de un damero vegetal, que solo aplicó en un par de proyectos más.
Por la variedad de especies que consideraba la propuesta y por el hecho de tratarse de un centro educativo, estos jardines habrían adquirido un gran valor didáctico, constituyéndose en una especie de mini-jardín botánico autóctono. Lamentablemente, el gobierno brasilero inició en aquel momento procesos de fuertes ajustes económicos que implicaron recortes presupuestarios. Las obras complementarias del complejo educativo, incluyendo los jardines, terminaron finalmente archivadas en 1957, no así el bloque edilicio principal, que fue inaugurado en 1964.
Tuvo que transcurrir más de un cuarto de siglo para que un proyecto de Burle Marx pudiera, finalmente, ser ejecutado en Paraguay: los jardines del Banco Central (1982), donde se verifica un buen manejo de desniveles, con varias terrazas, equilibrio visual entre vegetación (con predominio absoluto del tono verde) y pisos (con diseños característicos de la última etapa del autor). Un rasgo notable son los colores del solado, distintos de los que acostumbraba utilizar en otros proyectos. En este caso particular, Burle Marx recurrió a tonos terrosos, como homenaje a la artesanía cerámica local.
En cuanto a jardines de viviendas, no existen registros de diseños que encuadren con las características del estilo moderno. Dato llamativo ya que, en contraposición, a partir de la década de 1970, serán precisamente los pequeños jardines privados los que albergarán –diseños mediante– varios de los más interesantes ejemplos ya alineados a la posmodernidad.
* Carlos Zárate es arquitecto, docente, investigador. Magíster en Restauración y conservación de bienes arquitectónicos y monumentales (UNA-IIF). Coordinador de Área de Teoría y Urbanismo (FADA-UNA).
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28 de marzo de 2021 at 17:34
Excelente matéria: “Arquitetura da paisagem em Assunção a modernidade truncada” de autoria do arquiteto Carlos Zárate. Parabéns!!! 👏👏👏👏