Cultura
Manifestaciones en Paraguay. Un siglo de reclamos
La crisis sanitaria por la que atraviesa el país, sumada a la falta de gestión y la corrupción en el manejo de fondos para combatirla, llevó a miles de paraguayos a manifestarse pidiendo la cabeza de las principales figuras del gobierno, incluyendo al presidente de la república y a su ministro de salud. A lo largo del siglo XX se sucedieron cientos de convocatorias para todo tipo de reclamos, que variaron en intensidad, objetivos y resultados. En este breve escrito presento una cronología de las manifestaciones más importantes de los últimos 100 años.
Aunque no es la primera pandemia que golpea al Paraguay, la gripe española no creó una conmoción política más allá del reclamo de un grupo de vendedoras de alimentos que no estaban de acuerdo con tomar las medidas sanitarias necesarias a la hora de ofrecer sus productos en el mercado o en el tren. Recién a partir de la década de 1920 se inició una serie de protestas que tuvo como norte la defensa del Chaco. En el año 1923 había concluido una fatídica revolución que costó la vida a miles de paraguayos y que dejó el país en estado de indefensión ante las aspiraciones bolivianas. Un año después, en marzo de 1924, asumió la presidencia Luis Alberto Riart, quien inició el largo proceso de preparación bélica para la defensa del Chaco.
El gobierno que le sucedió, encabezado por Eligio Ayala, concedió amplias libertades al Partido Colorado y a sus medios de prensa. Patria, órgano de los republicanos, exhibió varios mapas de Bolivia que incluían todo el Chaco Boreal dentro de sus fronteras. El mapa que causó mayor indignación mostraba los fortines bolivianos en la costa izquierda del río Pilcomayo. Motivada por esta publicación, la Juventud Nacional Republicana organizó una manifestación con el objeto de protestar por las publicaciones bolivianas. Una multitud se congregó en la Plaza Uruguaya. La manifestación se movilizó hasta el Palacio de Gobierno, donde fue recibida por el presidente de la República. Ayala manifestó su complacencia por el interés demostrado por los participantes. En la organización de esta primera gran manifestación se comenzaron a notar las diferencias políticas que terminarían eclosionando definitivamente en octubre de 1931, con la masacre de jóvenes frente al Palacio de López.
La situación en el Chaco fue empeorando. En febrero de 1927, en un confuso incidente, fue asesinado el teniente paraguayo Adolfo Rojas Silva, en manos de tropas bolivianas. En marzo, a instancias del Centro de Estudiantes de Derecho, se resolvió realizar una manifestación por el asesinato del oficial paraguayo. Se adhirieron los presidentes de los partidos políticos, los representantes de los medios de prensa, del clero, y los líderes de los diferentes centros estudiantiles. Por primera vez, luego de décadas de desencuentros, los líderes políticos encontraron un punto en común: la defensa de la soberanía nacional. Nuevamente la plaza Uruguaya fue el epicentro. Desde ahí salieron en columnas todas las entidades con sus estandartes y banderas, camino al Palacio de Gobierno. El lugar elegido para los discursos fue la casa Patri, sede del Correo, donde habló el presidente Ayala. Fueron más de 50.000 personas, que expresaron su decisión de ir a la guerra si fuera necesario.
Las movilizaciones ciudadanas continuaron, especialmente con cada noticia que llegaba desde el Chaco. Sin embargo, la más emblemática de todas ocurrió en 1931, cuando ya estaba a la cabeza del gobierno José Patricio Guggiari. El mandatario era resistido por altos oficiales del ejército nacional por rencillas que venían desde la revolución de 1922-1923. También, la propaganda contraria a Guggiari, desde diferentes sectores partidarios, apuntaba a la supuesta indefensión del Chaco. Un hecho vino a encender la llama. El 7 de setiembre de 1931 se produjo un choque en el fortín Samaklay entre tropas paraguayas y bolivianas. Este suceso fue tomado como bandera de protesta por los grupos opositores al gobierno, incluida la disidencia liberal. En la mañana del 23 de octubre una manifestación de estudiantes y obreros se congregó en la plaza Uruguaya. Rápidamente, una columna compuesta casi exclusivamente de estudiantes, alumnos del Colegio Nacional, de la Escuela Normal y de la carrera de Medicina, se lanzó a las calles. Con enseñas patrias, los manifestantes llegaron frente a la explanada de la casa de gobierno, la que se encontraba resguardada por la policía y por efectivos de la Armada Nacional. Minutos después, con los ánimos muy caldeados, intentaron romper la valla. Se luchó a empujones y puñetazos. De pronto, lo inesperado. Las fuerzas de seguridad rompieron fuego sobre la manifestación. Presa del pánico, la muchedumbre solo atinó a arrojarse al suelo. Murieron 11 personas, y cayeron decenas de heridos. Ante lo sucedido, el presidente Guggiari se puso a disposición del parlamento para someterse a juicio político, del que resultó absuelto.
La guerra apagó lentamente las rencillas y la mayoría de los paraguayos se embanderó con la tricolor para defender su territorio. Luego de la contienda, los combatientes victoriosos volvieron a sus chacras, mientras sus comandantes se hacían con el poder. Jefes y oficiales, imbuidos de nacionalismo, gestaron su propia revolución anti-partido, en contra de la democracia pero con una mirada hacia el cambio social y el mejoramiento de la calidad de vida de los veteranos de la guerra. El autoritarismo tomó vigencia en pleno auge del nazismo y fascismo en Europa. Así apareció la figura del coronel Rafael Franco, héroe del Chaco. En febrero de 1936 cayó el Partido Liberal y se inició el ascenso al gobierno del poder militar. El punto crítico del periodo ocurrió entre marzo y agosto de 1947, cuando una guerra civil instaló definitivamente al Partido Colorado en el poder.
En medio de la inestabilidad política, en 1954 llegó al gobierno el general Alfredo Stroessner, quien con los años fue acaparando el poder hasta abarcar todos los sectores públicos y privados, para mantener al país controlado por varias décadas. Durante su dictadura se sucedieron manifestaciones emblemáticas, especialmente en la década de 1980, cuando la presión internacional hizo que el gobierno redujera la represión. No obstante, una de las protestas más importantes en el periodo más duro se vivió en junio de 1969. El gobernador de Nueva York (EE. UU.), Nelson Rockefeller, visitó Paraguay, ocasionando históricas movilizaciones sociales encabezadas por estudiantes secundarios y universitarios. Los manifestantes tomaron varias calles de la capital quemando banderas norteamericanas y fueron brutalmente reprimidos por las fuerzas públicas. Decenas de estudiantes fueron apresados y torturados, y varios extranjeros, especialmente sacerdotes, fueron expulsados del país. La represión fue tal que el obispo de Caacupé, Ismael Rolón, suspendió la procesión de la Virgen en sus festividades de diciembre, hecho que se sumó a la excomunión del ministro del interior, Sabino Augusto Montanaro. Otra sonada manifestación reprimida fue la acontecida el 16 de marzo de 1986 en Alfonso Loma, distrito de Caraguatay, convocada por el Partido Liberal, en la que participaron los Saguier, los Franco, y otros conocidos dirigentes que tendrían luego importante actuación en el proceso de transición.
Luego de la caída de Stroessner las manifestaciones se multiplicaron, amparadas en la Constitución Nacional de 1992. Una de las más recordadas ocurrió en abril de 1996, cuando se generó la ruptura política entre el presidente de la República, Juan Carlos Wasmosy, y el general Lino César Oviedo, uno de los protagonistas del golpe que destituyó a Stroessner. La ciudadanía, convocada por varios sectores políticos, salió a defender al primer mandatario. A instancias de la embajada norteamericana, los dos personajes en pugna llegaron a un acuerdo que encendió la indignación. En minutos, los manifestantes pasaron de apoyar a Wasmosy a pedir su destitución. La presión internacional, sumada a la crispación política, hizo que Oviedo fuera apartado definitivamente de las fuerzas armadas y de la función pública.
Pero nadie podía prever lo que se vendría después. En marzo de 1999, el asesinato del vicepresidente de la República, Luis María Argaña, encendió de nuevo la rabia ciudadana. Masivamente, miles de paraguayos tomaron las plazas cercanas al Congreso Nacional para pedir la renuncia del presidente Raúl Cubas Grau y el apresamiento de Oviedo, quien fue inculpado por un importante sector político como uno de los responsables del magnicidio. El 26 de marzo, la represión acabó en una masacre. Francotiradores asesinaron a siete manifestantes, mientras más de 500 personas terminaron con diversos tipos de heridas. Al otro día, por un acuerdo cautelado por la Iglesia, los manifestantes se retiraron a las inmediaciones de la Catedral para garantizar la realización del juicio político a Cubas. La situación se volvió insostenible para el presidente, quien el 28 de marzo comunicó su renuncia. Miles de ciudadanos llenaron las plazas del Congreso y la explanada del Palacio de López, en celebración. Oviedo huyó del país con destino a Argentina.
Por último, es importante destacar la incidencia de las redes sociales como elemento de participación ciudadana. Esto pudo observarse en 2011 cuando se produjo la llamada primavera árabe, una serie de movimientos ciudadanos que fueron promovidos a través las plataformas digitales y condujeron a la caída de las dictaduras en Túnez y Egipto. La articulación de estos procesos participativos de gran convocatoria se produce principalmente a través de Facebook y Twitter. El fenómeno de los autoconvocados llevó a los paraguayos a las plazas para reclamar diferentes asuntos, como el desbloqueo de listas para las elecciones de autoridades, el manejo del presupuesto público o el atropello a mandatos constitucionales, como en marzo de 2017. Este es el acontecimiento que vemos en la actualidad, el que mantiene en las calles a quienes piden la salida del presidente Mario Abdo Benítez y el vicepresidente Hugo Velázquez, y cuya indignación se extiende a toda la clase política en el gobierno. Las redes sociales le dieron a la sociedad una participación más activa, alentando a la ciudadanía a un mayor involucramiento en el desarrollo político del país.
* Fabián Chamorro es promotor cultural, miembro de la Academia Paraguaya de la Historia.
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