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Cultura

Domar el silencio: “Otra mano”, corto-documental de Agu Netto

Con un contenido que visibiliza a una minoría cultural específica, la comunidad sorda, el corto-documental “Otra mano”, de Agu Netto, circula en plataformas digitales alternativas y del interior, instalando un cuestionamiento al “modelo social de la discapacidad”.

[ Hasta que no me dejes ser yo, tal como eres tú,
no podrás entrar en mi silencio y conocerme. Te amaré en silencio ]

En Te amaré en silencio (1986), dirigida por Randa Haines, James (William Hurt), hacia el final de la película, pregunta a Sarah (Marlee Matlin) si existe un lugar intermedio entre el ruido y el silencio donde poder encontrarse. Ese lugar propio para la expresión del amor entre dos personas, una de las cuales es sorda, no es exclusivo del género romántico al que se adscribe esta película. Es un lugar en el que la trascendencia de las formalidades cotidianas, ajustadas a la “normalidad”, encuentra nuevas oportunidades para estrechar lazos comunicacionales, forjar contactos entre personas, unirlas y constituir dinámicas culturales de intercambio.

Esta premisa ayuda a entender el contenido del cortometraje de Agu Netto, el cual pone en evidencia no solo la cosmovisión de una cultura –como otras– marginada hasta hoy, sino la manera en que se da su convivencia con la cultura hegemónica, “normal”, condicionada por criterios enfocados desde esa lente. Una profunda noción de alteridad articula uno de los preceptos del material y denuncia directamente injusticias perpetradas por varios estamentos de la sociedad, incluso por las políticas “inclusivas”. Otra mano, a todas luces, constituye un manifiesto que cuestiona el error de seguir sosteniendo que las “discapacidades” están estrictamente ligadas a lo congénito o patológico y, por tal motivo, debe hacerse lo posible para adaptarlas, en la mayor medida posible, a la tendencia.

La educación inclusiva instaló nuevos paradigmas y propició la incorporación de personas con otras capacidades a las escuelas tradicionales “no especiales” y el cierre de la Escuela de Fonoaudiología “Rosa Peña”. Esta última, bastión de la preservación cultural de una comunidad que en dicha institución se sentía pertenecida, presentaba vestigios esperanzadores, pero fue clausurada en 2017. Las políticas inclusivas, esencialmente filantrópicas, no se desapegan del enfoque de la cultura oyente predominante, bajo cuyos parámetros la sociedad busca organizarse. Ante la ausencia de capacitaciones debidas a docentes y autoridades institucionales, se puede llegar a pasar por alto las otras capacidades que desarrollan las personas que no pueden oir.

Luis es una persona sorda que en Otra mano afirma que su voz son sus manos. Estas, al articular el gesto, componen un lenguaje que define un nuevo idioma. La mano, además, permite el tacto, que también abre infinitos universos sensoriales que solo la cultura sorda se permite explorar y hacerlos suyos. Es por esta razón que la incomprensión de esta “comunidad ‘silenciosa’ y al mismo tiempo ‘silenciada’” [1] por parte de la sociedad oyente, sigue propiciando realidades cuestionables. El Ministerio de Educación paraguayo no reconoce que la cultura sorda, como lo expresa Luis, siente que no pertenece a la cultura oyente hegemonizada por la institucionalidad pública, lo que genera disconformidad en ella. Netto, con mucho tacto, ahonda en las soledades de las culturas marginadas y nos interpela como responsables de que esta realidad sea parte del statu quo.

Al silencio, al pulso, a la vibración latente en universos que los oyentes desconocemos, nos permitimos acercarnos solo a través de quienes pueden “escuchar” los silencios y vivirlos. Y, quizás, hasta domarlos. Domar el silencio recae en segundos que se hacen intensos mientras corren secuencias que retratan las reflexiones del autor. Dependerá del espectador profundizarlas porque Otra mano es solo un disparador que, a lo largo de veinte minutos, obliga a hacerse miles de preguntas. En momentos, el silencio vuelve, necesariamente forzado, mas el pulso está ahí para sugerir otras sensaciones. Las de ellos y ellas. Los primeros planos y planos-detalles no solo enriquecen con una poética intimista la reflexión, también la aderezan con una dosis de nostalgia que fragua en el receptor un compromiso social. Cuando al silencio necesariamente se yuxtapone el sonido de la cultura oyente, reflota la noción del lenguaje diverso, el cual ya no opone resistencias interlingüísticas entre la cultura sorda y la oyente. Las confronta sin enfrentarlas y las opone sin enemistarlas.

“¿Que si no oigo la música? ¡Si ella surge de mí!” canta Elektra en el aria final de la ópera de Richard Strauss. Hugo Von Hofmannstahl, autor teatral del libreto, adelanta una premisa que exige construir un estado del arte en materia de las nuevas escuchas. En Te amaré en silencio, Sarah siente las vibraciones de la música a través de la nariz. En Otra mano, Luis siente las vibraciones, pero alega que a la música ya la tiene incorporada.

Pienso que la necesidad de sentir genera un efecto dominó para lograr la sensorialidad plena a través de la que el alma se expresa. Si no encuentra posibilidades sensoriales en algún “puerto de salida”, buscará otros o los generará. La presencia del alma habla de que el ser tiene necesidades de expresarse y eso potencia la génesis de una cultura que “se agrupa y se manifiesta”, en términos de Netto. La presencia del alma ya era sugerida por Anne Sullivan (Anne Bancroft) en Ana de los milagros (1962), dirigida por Arthur Penn, al preguntar: “¿Es menos importante la vida del alma que la del cuerpo?”, en referencia a su alumna Hellen Keller (Patty Duke), una niña sordociega cuyo universo su familia no lograba comprender. Este caso fue real y emblemático, prueba fehaciente de la necesidad que tiene el alma de expresarse y que hiciera a Keller rebasar todos sus “límites”, pues terminó por escribir sus memorias y sendos artículos en el marco de su activismo político.

Otra mano instala un cuestionamiento al “modelo social de la discapacidad”, en términos de Óscar Pérez de la Fuente [2], pues los rasgos de la cultura sorda, aunque minoritaria, como otras, requieren de la protección adecuada en el marco de políticas identitarias, que eviten la “inclusión” en colectivos culturales que le sean ajenos. Y ello no excluye el intercambio cultural o que las culturas compartan rasgos determinados, o que busquen puntos de intersección para lograr la comunicación. El cometido de Netto llega a la meta en clave contemporánea: interpelar a una sociedad acostumbrada a marginar minorías culturales y dejar al descubierto que otros mundos, imaginarios y cosmovisiones, acuciados por nuevos lenguajes, son más que posibles y necesarios.

Estrenado en plataformas digitales alternativas y del interior (Cinecable), Otra mano afina la puntería contra el monopolio de la distribución del cine presencial, limitado a un mismo público y poco inclusivo por el enfoque comercial de las salas. En cambio, los límites en la dimensión digital son mucho más escasos, lo que permite llegar a un público mucho más diverso y en cualquier punto del país. Esta coherencia con la temática del material, que apuesta por la noción de la diversidad cultural, constituye un hito. Fue presentado en el Festival de Florianópolis y pretende proseguir su exhibición en circuitos alternativos.

Ficha técnica

Dirección: Agu Netto. Guion: Fernando Amengual, Diego Segovia, Agu Netto. Dirección de fotografía: Diego Rivas. Diseño de imagen y sonido: Carlos Molina. Producción: Sady Barrios, Juana Miranda, Zuka Malki, Fernando Amengual, Roge Ocampos. Reparto: Luis Jara, Irma Ortiz, Víctor Jara, Norma Ortiz, Dyllan Galeano, Fernando Meza, Rogelio Ocampos, Jerónimo Ocampos, Ignacio Chávez, Edith Correa, Hernán Fretes, Ruth Salinas, Agu Netto, entre otros. Apoyo: Crowdfunding Tías y Tíos: Leo Rubín, Federico González, Manuel Tornato, Alberto Poletti. Fondec (Fondo Nacional de la Cultura y las Artes), Centro Cultural de la República El Cabildo, Espacio E, Synchro Image, WFilms, SieteCinco, H2O.

Notas

[1] Rodríguez, L., citado en Pérez de la Fuente, Ó. (2014). Las personas sordas como minoría cultural y lingüística. Dilemata (15), p. 267. Madrid: Universidad Carlos III, Instituto de Derechos Humanos Bartolomé de las Casas.

[2] Pérez de la Fuente, Ó. (2014). Op. cit, p. 270.

* Julio de Torres es actor, narrador, poeta, dramaturgo e investigador. Licenciado en Sociología por la Universidad Nacional de Asunción y máster en Estudios Teatrales por la Universidad Internacional de La Rioja, España. Como investigador aborda temas relacionados con las artes escénicas, la cultura, el cine y las humanidades. [email protected]

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