Agenda Cultural
Ingrid Seall presenta “Creación, transformación y encuentro”, en el Centro Cultural del Lago
Obras de Ingrid Seall en el Centro Cultural del Lago. Cortesía
Con 16 esculturas de mediano y pequeño formato y 12 acuarelas, todas de factura reciente, Ingrid Seall inaugura hoy, domingo 24 de septiembre, su muestra Creación, transformación y encuentro. Será en el Centro Cultural del Lago (Fulgencio Yegros 855, Areguá, a las 11:00 horas). “Hay esculturas de bronce fusionado con maderas que fui recogiendo en los últimos tres años al costado del lago Ypacaraí y que fui curando para preservarlas, y esculturas de cerámica esmaltada y cocida en la Asociación de Artesanos Aregüeños (AAA). También hay algunos ensayos en acuarela”, dice la artista respecto a la exposición, cuyo texto de sala ha sido escrito por Fernando Amengual.
Seall se inició en la escultura muy joven, con Patricia Ayala. Posteriormente aprendió la técnica del bronce a la cera perdida en la década de los 90, en el taller de Gustavo Beckelmann, adonde acudió por recomendación del maestro Hermann Guggiari. Tras un par de muestras, dejó por un tiempo la disciplina para dedicarse a la escenografía, el vestuario y la ilustración, “pero siempre esperando el momento de volver al taller” -dice-, cosa que ocurrió en 2011, año en que retomó la escultura en ocasión de la muestra individual que presentó en la hoy desaparecida galería Planta Alta. “Trabajé con papel, cartapesta y marmolina y, a partir de entonces, fui explorando diferentes materiales hasta volver al bronce de la mano de Gustavo. Después de su fallecimiento, en 2017, Erico Torales -su ayudante- y yo intentamos recuperar el crisol y reactivar el taller, pero finalmente el espacio fue cerrado, tuvimos que mudarnos y surgió la posibilidad de abrir el Espacio de Arte Tiki, donde tenemos ahora todo el legado de Gustavo. Allí pude involucrarme mucho más en la producción en bronce. Sin embargo, para crear en este metal uno siempre recurre a la primera materia, que es la arcilla o la cera de abejas”, dice.
Volviendo a su muestra actual, señala que “el hilo conductor es el concepto de ‘manar’, que significa ‘brotar de algo’. Mi idea es revisar cómo a partir de algo, o de un objeto, se genera una transformación, y cómo surge una nueva forma o cosa de lo que ya existía. Pero más allá de vincularse con lo material -como ocurre con las maderas que encontré, que fueron vida y después se rompieron, se perdieron o se transformaron, y a las cuales volví a dar vida, cargándolas de otras intenciones-, o la arcilla -a la que manipulamos y convertimos nuevamente en algo-, la idea es más bien inmaterial: una transformación de la conciencia”.
Y aclara: “Mi preferencia por el bronce es circunstancial, ya que ofrece durabilidad, ‘eternidad’ en el espacio abierto, a la intemperie. El proceso de la cera perdida permite lograr detalles y dejar la huella del artista en un material eterno. Y también está el aporte que el propio metal genera cuando jugamos con los óxidos y pátinas. Esas posibilidades del bronce son las que estoy investigando desde hace tiempo. Trabajé muchísimo también con papel y fibra de vidrio, pero casi siempre la idea o el concepto comienza con lo más amable, versátil, agradable y cercano: la arcilla. Trato de materializar lo que estoy sintiendo con el material que mejor se adapte al resultado que busco. Sin embargo, ese juego de crear es el que me está invitando a no tener demasiado control del resultado final, y eso es lo que propongo en esta muestra”.
En cuanto a los temas recurrentes en su obra, precisa: “Para mí es muy importante el hecho de que habito un cuerpo de mujer y en escultura la primera referencia que tenemos es el cuerpo que habitamos. Eso emerge, una y otra vez, en mi obra y, por lo tanto, esta no deja de ser, muchas veces, figurativa. Sin embargo, intento no abordar directamente la cuestión física, sino que veo el cuerpo como el contenedor de algo mucho más sublime que lo matérico. Por eso, vemos cómo esos cuerpos desaparecen y vuelven a aparecer y esas referencias físicas se empiezan a fundir con otro tipo de formas”.
Finalmente, sobre las dificultades habituales en Paraguay para producir, exponer y comercializar escultura, dice: “El mercado del arte en Paraguay es bastante reducido y predomina el gusto por la pintura. La escultura conlleva otros compromisos, como la espacialidad, o la intemperie, el espacio abierto… Al público, en general, le cuesta más entender y buscar un espacio en su casa para la escultura. Sin embargo, hay nuevas ferias, encuentros de arte, movidas muy interesantes que reúnen a los escultores, y nuevos espacios para mostrar escultura que invitan a acercarse, entenderla y valorarla. Creo que es un buen momento, ya que el mercado internacional nos empieza a mirar con otros ojos y, de alguna manera, la tendencia a nivel global vuelve a la cerámica. Nosotros tenemos demasiada riqueza en este sentido”.
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