Agenda Cultural
Jorge Mendelzon: “Ser feliz es una actitud interna”
Jorge Mendelzon. Cortesía
Tiene 56 años. A los 29, una lesión en la rodilla derecha derivó en una larga enfermedad que, diez años después, le fue diagnosticada como sinovitis villonodular pigmentada, un tumor benigno pero raro que lo obligó a someterse a 24 operaciones quirúrgicas en un lapso de casi tres décadas. De esta prolongada convivencia con el dolor, el conocido economista y empresario Jorge Mendelzon emergió con un libro al que tituló, en consecuencia, La sabiduría del dolor. En él expone su experiencia personal con la enfermedad, a la que considera el origen de un nuevo modo de ver y afrontar la vida. Y, sobre todo, de disfrutarla. Conversamos con él sobre la publicación, que fue presentada recientemente y ya está disponible en Books, Servilibro, El Lector y Maita.
— De las informaciones difundidas sobre el libro se desprende que la aparición de la enfermedad marcó un antes y un después en tu vida. Si bien se trató de un largo proceso, ya que fueron tres décadas desde la lesión que desencadenó todo, ¿es posible identificar un punto de inflexión, un momento específico en el cual hayas sentido que necesitabas compartir tu experiencia públicamente?
— Sí, hay un punto de inflexión. Fue un periodo muy largo. Esta es una enfermedad que me llevó demasiado tiempo, más de 25 años de sufrimiento. Demasiado tiempo estuve concentrado en resolver mi problema de salud. Era muy joven y este era un tema que debía resolver a cualquier precio. Tenía que recuperar mi vida. Me costó mucho digerir y asumir una frase muy dura que dice “no me voy a curar, no me voy a recuperar de esto, tengo que aprender a convivir con esto”.
— Yo diría que fue un gran aprendizaje. Primero aparece la gran pregunta, ¿por qué a mí?, miles y miles de veces, incluso con llanto, con depresión, con todo tipo de reacciones muy oscuras. Pero después, con el aprendizaje y mucho trabajo espiritual, con acompañamiento psicológico y el acompañamiento demasiado cercano de mi esposa y también indirectamente de mis hijos, se produjo la transformación y pasé de preguntarme ¿por qué a mí? a ¿para qué a mí? ¿para qué me ocurre esto? ¿qué me está indicando este mensaje que no puedo resolver?
— Sobre la enfermedad, como condición humana, se ha escrito mucho, tanto desde la literatura como desde el pensamiento crítico. En tu caso personal, ¿la escritura te permitió superar esta situación difícil o llegó después, tras la superación de las dificultades y como una manera no solo de compartir la experiencia con los demás sino también de apoyar a personas en situaciones similares?
— Ahí surgió el gran aprendizaje sobre la felicidad, que me marcó. Me di cuenta de que esta rodilla a la cual tantas veces critiqué y odié es, finalmente, la que me enseñó a vivir, la que me enseñó a ser feliz, la que me enseñó a disfrutar de pequeñas cosas que están a nuestro alcance mientras uno busca la felicidad en los grandes logros, en las grandes realizaciones, en cosas muy importantes que muchas veces ni siquiera se dan. Tenemos que buscar ser felices todos los días, desde que nos levantamos. Yo me levanto, veo el sol y soy feliz. Ser feliz no es un logro, es una actitud interna. Nadie nos puede hacer felices, tenemos que ser felices y eso es lo que aprendí con todo esto. Soy sumamente feliz con cada cosa que hago. Y con las limitaciones que tengo, por supuesto, las disfruto al máximo.
— ¿Cómo se desarrolló el proceso de escritura? ¿Fue una experiencia solitaria o trabajaste con un editor o, incluso, un ghost writer?
— Escribí solo y me resultó un proceso de sanación increíble porque reviví situaciones terriblemente duras. Tuve episodios de llanto impresionantes durante el proceso, pero creo que eso es parte de la sanación y de intentar dejar atrás algo tan difícil por lo que pasé y que finalmente me dejó tanto aprendizaje. Por supuesto, tuve editoras que, más que nada, me orientaron y me indicaron cómo hay que escribir un libro. Yo no soy un escritor, soy simplemente una persona que lo hizo con mucha pasión, con el corazón en la mano, tratando de retribuir a tanta gente que, cuando estuve muy, pero muy mal, me ayudó tanto y en forma absolutamente desinteresada. Entonces, con este libro, busco inspirar a alguien, así como me ayudaron a mí. Yo sería muy feliz si lo lograra.
— ¿Podríamos decir que este libro es una práctica de resiliencia?
— Todo este proceso, evidentemente, me deja una gran resiliencia. Yo considero que logré una gran resistencia al dolor, tuve que aprender a convivir con él. Una sola vez se vive, entonces yo no puedo sentarme a esperar. Tengo que vivir como puedo, y es lo que hago, con todas las limitaciones que tengo, pero con la máxima felicidad.
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