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Un día como hoy, hace 98 años, nacía Ernesto Cardenal

Ernesto Cardenal. Archivo

Ernesto Cardenal. Archivo

Ernesto Cardenal, una de las grandes voces de la poesía latinoamericana, nació en Granada, Nicaragua, el 20 de enero de 1925. Se dio a conocer con la obra El corno emplumado. En 1952 fundó una editorial exclusiva del género, El hilo azul, y en 1954 participó en un movimiento que luchaba contra la dictadura de Anastasio Somoza, conocido como “la rebelión de abril”. En 1956 escribió su extenso poema político “Hora cero”. Pero ese año cambió el rumbo de su vida: resolvió profesar e ingresó al Monasterio de Nuestra Señora de Getsemaní​, en Kentucky, Estados Unidos, donde Thomas Merton fue su maestro y mentor espiritual. Continuó sus estudios religiosos en México y en Colombia.

Ordenado sacerdote en Managua en 1965, viajó a Estados Unidos y de regreso en su país fundó en el archipiélago de Solentiname una comunidad contemplativa de pescadores y artistas primitivistas que se hizo mundialmente famosa. En 1970 visitó Cuba, relatando su experiencia en el libro En Cuba. En octubre de 1977, cuando se inició la primera ofensiva insurreccional en Nicaragua, participó en ella un grupo de jóvenes de Solentiname que asaltaron el cuartel San Carlos, razón por la cual la guardia somocista destruyó la comunidad y Cardenal fue condenado, en ausencia, a muchos años de prisión.

Cardenal colaboró estrechamente con el Frente Sandinista de Liberación Nacional en la lucha contra el régimen de Somoza. Tras el triunfo de la Revolución Nicaragüense el 19 de julio de 1979, fue nombrado ministro de Cultura, cargo que ejerció hasta 1987, año en el que el ministerio se cerró por razones económicas.

La obra de Ernesto Cardenal es coloquialista y a la vez profundamente lírica. Su poesía, una de las más sólidas y reconocibles de América Latina, se sustenta en el legado del modernismo norteamericano (sobre todo Ezra Pound y William Carlos Williams), pero con otras influencias como la cultura popular o las tradiciones religiosas y científicas, a través de un verso claro pero de gran impacto.

Perteneciente a un brillante grupo de poetas nicaragüenses entre los que destacan José Coronel Urtecho, Pablo Antonio Cuadra y Joaquín Pasos, ya en sus primeros libros, La ciudad deshabitada (1946) y El conquistador (1947), muestró su inclinación hacia una poesía narrativa y épica. Su mejor poesía capta la intensidad alucinante de la vida moderna y se inspira en motivos de su compromiso cívico y en sus experiencias religiosas: Hora cero (1960), Epigramas (1961), Gethsemani Ky (1960) Salmos (1964), Oración por Marilyn Monroe y otros poemas (1965), El estrecho dudoso (1966) y Homenaje a los indios americanos (1969).

A partir de los años setenta su escritura se vuelve primordialmente acción política: Canto nacional (1972), Oráculo sobre Managua (1973), Tocar el cielo (1981) y Vuelos de victoria (1984). Entre sus últimos libros se encuentran Cántico cósmico (1989), Los ovnis de oro (1992), Telescopio en la noche oscura (1993), Antología nueva (1996) y Vida en el amor (1997). Como ensayista son destacables el volumen dedicado a La poesía nicaragüense de Pablo Antonio Cuadra (1973) y Cristianismo y revolución (1974). En 1998 se publicó el primer volumen de su autobiografía.

Falleció el 1 de marzo de 2020, distanciado y con una postura muy crítica hacia el gobierno sandinista. Aquí lo recordamos con uno de sus poemas más conocidos.

Oración por Marilyn Monroe

Señor,
recibe a esta muchacha conocida en toda la Tierra con el nombre de Marilyn Monroe,
aunque ése no era su verdadero nombre
(pero Tú conoces su verdadero nombre, el de la huerfanita violada a los 9 años
y la empleadita de tienda que a los 16 se había querido matar)
y que ahora se presenta ante Ti sin ningún maquillaje
sin su Agente de Prensa
sin fotógrafos y sin firmar autógrafos
sola como un astronauta frente a la noche espacial.
Ella soñó cuando niña que estaba desnuda en una iglesia (según cuenta el Times)
ante una multitud postrada, con las cabezas en el suelo
y tenía que caminar en puntillas para no pisar las cabezas.
Tú conoces nuestros sueños mejor que los psiquiatras.
Iglesia, casa, cueva, son la seguridad del seno materno
pero también algo más que eso…

Las cabezas son los admiradores, es claro
(la masa de cabezas en la oscuridad bajo el chorro de luz).
Pero el templo no son los estudios de la 20th Century-Fox.
El templo —de mármol y oro— es el templo de su cuerpo
en el que está el hijo de Hombre con un látigo en la mano
expulsando a los mercaderes de la 20th Century-Fox
que hicieron de Tu casa de oración una cueva de ladrones.

Señor,
en este mundo contaminado de pecados y de radiactividad,
Tú no culparás tan sólo a una empleadita de tienda
que como toda empleadita de tienda soñó con ser estrella de cine.
Y su sueño fue realidad (pero como la realidad del tecnicolor).
Ella no hizo sino actuar según el script que le dimos,
el de nuestras propias vidas, y era un script absurdo.

Perdónala, Señor, y perdónanos a nosotros
por nuestra 20th Century
por esa Colosal Super-Producción en la que todos hemos trabajado.
Ella tenía hambre de amor y le ofrecimos tranquilizantes.
Para la tristeza de no ser santos
se le recomendó el Psicoanálisis.
Recuerda Señor su creciente pavor a la cámara
y el odio al maquillaje insistiendo en maquillarse en cada escena
y cómo se fue haciendo mayor el horror
y mayor la impuntualidad a los estudios.

Como toda empleadita de tienda
soñó ser estrella de cine.
Y su vida fue irreal como un sueño que un psiquiatra interpreta y archiva.

Sus romances fueron un beso con los ojos cerrados
que cuando se abren los ojos
se descubre que fue bajo reflectores
¡y se apagan los reflectores!
Y desmontan las dos paredes del aposento (era un set cinematográfico)
mientras el Director se aleja con su libreta
porque la escena ya fue tomada.
O como un viaje en yate, un beso en Singapur, un baile en Río
la recepción en la mansión del Duque y la Duquesa de Windsor
vistos en la salita del apartamento miserable.
La película terminó sin el beso final.
La hallaron muerta en su cama con la mano en el teléfono.
Y los detectives no supieron a quién iba a llamar.
Fue
como alguien que ha marcado el número de la única voz amiga
y oye tan solo la voz de un disco que le dice: wrong number
O como alguien que herido por los gangsters
alarga la mano a un teléfono desconectado.

Señor:
quienquiera que haya sido el que ella iba a llamar
y no llamó (y tal vez no era nadie
o era Alguien cuyo número no está en el Directorio de los Ángeles)
¡contesta Tú al teléfono!

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