Agenda Cultural
El mundo del arte se halla conmovido por la muerte de Claes Oldenburg
Claes Oldenburg. Archivo
Claes Oldenburg, cuyas esculturas de gran tamaño de objetos cotidianos lo convirtieron en uno de los principales artistas del movimiento del arte pop, murió en su casa en Manhattan, el lunes a los 93 años. Se había estado recuperando de una fractura de cadera. Los representantes de Paula Cooper Gallery y Pace Gallery, que representan a Oldenburg, confirmaron la noticia a Art News.
Oldenburg, hijo de un diplomático sueco, nació en Estocolmo en 1929, pero se mudó con su familia a Chicago en 1936. De niño, inventó un país imaginario, Neubern, con su propio idioma, una mezcla de sueco e inglés. Dibujos, mapas y otros detalles sobre Neubern, junto con miles de dibujos, cartas y diarios, se encuentran en sus archivos en el Instituto de Investigación Getty en Los Ángeles.
Oldenburg estudió inglés y arte en la Universidad de Yale y luego regresó a Chicago, donde trabajó como reportero y asistió al célebre Instituto de Arte de Chicago. En 1956 se mudó a Nueva York, tomó un trabajo en la biblioteca de la Cooper Union y tuvo su primera exposición individual en la Judson Gallery en 1959.
Oldenburg, que a menudo trabajaba en colaboración con su difunta esposa Coosje van Bruggen, hizo esculturas que elevaban al estatus de arte objetos cotidianos tan diversos como un interruptor de luz o una hamburguesa con un pepinillo. Asimismo, los llevó a formatos enormes, volúmenes extraordinarios que transformaban lo real en ficción desmedida.
“Escribió historias que se remontan a cientos de años”, dijo a Hyperallergic Glenn Phillips, curador principal del instituto. “Hay mapas topográficos de cada ciudad y mapas de población. Inventó líneas ferroviarias y líneas de barcos, y una industria periodística y cinematográfica con sus propios premios. Hacía esto cuando se acercaba la Segunda Guerra Mundial y, al final, uno empieza a ver accidentes aéreos. Es increíble la forma en que procesaba el mundo”.
Durante los años 60 Oldenburg se convirtió en uno de los principales artistas del pop, un movimiento que abrazó el lenguaje visual de los anuncios y el consumismo, y le permitió invadir espacios artísticos que aún estaban dominados por la abstracción.
“Sentía que los pintores de Ab Ex no decían mucho, y quería un trabajo que dijera algo, que fuera desordenado, que fuera un poco misterioso”, dijo Oldenburg al crítico Randy Kennedy en 2017.
Entre las primeras obras memorables de Oldenburg se encuentra “ The Store”, su instalación de 1961 en el Lower East Side de Manhattan. En el estudio, convertido en escaparate, el artista vendió sus esculturas de bienes de consumo, incluidas réplicas de zapatos y hamburguesas con queso, uniendo lo cotidiano y lo extraño. Las icónicas “esculturas blandas” rellenas de espuma de Oldenburg, hechas de lienzo y vinilo, satisfacen el deseo infantil por lo táctil, al decir de los críticos.
“Estoy a favor de un arte que se enrede con la basura cotidiana y aún salga adelante”, escribió Oldenburg en un ensayo de 1961 similar a un manifiesto. “Estoy a favor de un arte que imite lo humano, que sea cómico, si es necesario, o violento, o lo que sea necesario. Estoy a favor de un arte que toma su forma de las líneas de la vida misma, que se retuerce, se extiende, se acumula, escupe y rasga, y es pesado, tosco, contundente, dulce y estúpido como la vida misma”, recordaba la prensa especializada de los Estados Unidos.
Fue una declaración que ejemplificó el espíritu detrás de la carrera de seis décadas que siguió, una en la que la vida y el arte se mezclaron por completo.
Pero el arte de Oldenburg se destacó entre las obras de artistas como Andy Warhol, Roy Lichtenstein y James Rosenquist porque era más extraño, más contundente y más abiertamente humorístico. Había algo realmente inusual en hacer una escultura de un retrete que pareciera una bomba de plástico desinflada, y Oldenburg a menudo parecía deleitarse con eso.
Phillips dice que se pueden ver las raíces del trabajo de Oldenburg, y su asombrosa brillantez, en su creación infantil de una nación ficticia.
Oldenburg fue objeto de una retrospectiva tanto en la Galería Nacional de Arte de Washington, DC, como en el Museo Guggenheim de Nueva York en 1995. En 2009, el Museo Whitney de Arte Americano de Nueva York organizó otra, basándose principalmente en sus propios fondos, de los dibujos, esculturas, películas y material de archivo del artista.
A pesar de que su trabajo creció a proporciones que el arte rara vez tiende a alcanzar, Oldenburg, quien siempre fue franco en las entrevistas, describió estas obras monumentales en términos decididamente pequeños.
“Una escultura diminuta puede ser tan poderosa como una grande”, le dijo a Frieze en 2015. “Realmente se trata de imaginación y fantasía, y eso es una gran parte de mi perspectiva en el arte”.
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