El mundo lamenta la partida de Peter Brook, leyenda del teatro contemporáneo

El mundo de las artes escénicas ha sido conmovido por la noticia de la muerte Peter Brook, legendario director inglés de teatro, cine y ópera, uno de los más influyentes de los siglos XX y XXI, quien falleció a los 97 años este fin de semana.

“Renovador de la escena, irrepetible gigante del teatro de nuestro tiempo, que en su caso se extiende desde mediados del siglo XX hasta ahora mismo, pues seguía realizando puestas en escena, Brook es ya tan sinónimo del arte dramático como el propio Shakespeare, cuya obra fue uno de los faros de su vida y de la que ofreció relecturas inolvidables”, dijo el diario El País al comunicar su partida.

El periódico español lo recuerda como “escritor de varios ensayos que son de referencia en el arte escénico, como el señero El espacio vacío, director de cine con filmaciones de sus obras teatrales y producciones puramente para pantalla como Moderato cantabile (1960), sobre la novela de Marguerite Duras, con Jeanne Moreau y Jean Paul Belmondo, y su versión de 1963 de El Señor de las moscas, de William Golding; hombre humanista y renacentista, de carácter fuerte, interesado por el sufismo y por el escritor ruso George Gurdjieff, del que adaptó también al cine sus Encuentros con hombres notables (1979), con Terence Stamp, fue un cosmopolita que viajó por todo el mundo recopilando y revalorizando material de otras culturas para sus creaciones. Entre sus colaboradores principales, el escritor Jean-Claude Carrière, esencial en muchos de sus proyectos”.

Por su parte, El Mundo también se hizo eco del fallecimiento de Brook, que ha hecho en su momento varias temporadas teatrales en el territorio español: “Si hubiera que quedarse con una obra de todas las que produjo, inspiró o simplemente provocó, quizá la más notoria, por su monumentalidad, sea su versión de el Mahabharata. Brook transformó en nueve horas de relámpago el poema épico monumental hindú en 1985. Y de la batalla sobre el escenario quedó una lectura desangrada de la violencia tan perfectamente actual como eterna. ‘Crecí en un mundo en el que la violencia siempre estuvo presente. Ahora nos golpea de una forma tan cercana que creemos que es algo nuevo, pero el Mahabharata fue escrito hace 5.000 años y poco ha cambiado. Ahí seguimos’, comentó tiempo atrás”.

Portadas de El espacio vacío, de Peter Brook. Cortesía

En la primera parte de su obra más celebrada, El espacio vacío (1968), que lleva por título “El teatro mortal”, Brook dice: “Puedo tomar cualquier espacio vacío y llamarlo un escenario desnudo, lo único que necesito es alguien que camine en este espacio y otro que lo observe para llamarlo un acto teatral. Sin embargo, cuando hablamos de teatro no queremos decir exactamente eso. Telones rojos, focos, verso libre, risa, oscuridad, se superponen confusamente en una desordenada imagen que se expresa con una palabra útil para muchas cosas. Decimos que el cine mata al teatro, y con esta frase nos referimos al teatro tal como era cuando nació el cine, un teatro de taquilla, salón de descanso, asientos con bisagra para permitir libremente el paso del público, candilejas, cambios de decorado, entreactos, música, como si el teatro fuera por propia definición esto y poco más. Intentaré descomponer la palabra en cuatro acepciones para distinguir cuatro significados diferentes, y así hablaré de un teatro mortal, de un teatro sagrado, de un teatro tosco y de un teatro inmediato. A veces estos cuatro tipos de teatro coexisten, uno al lado del otro, en el West End de Londres o en Nueva York fuera de Times Square. Otras veces se encuentran separados por centenares de kilómetros, el teatro sagrado en Varsovia y el tosco en Praga, y en ocasiones son metafóricos: dos de ellos se mezclan durante una noche, durante un acto. A veces, también, los cuatro se entremezclan en un solo momento”.

Peter Brook (derecha). Cortesía

Peter Brook fue uno de los directores de escena más creativos y controvertidos de la Gran Bretaña de la posguerra. Murió a los 97 años en París -ciudad que adoptó como suya y donde vivía desde 1974-, el pasado 2 de julio. Había nacido el 21 de marzo de 1925 en Londres. Cursó estudios en la Westminster School, en la Escuela Gresham, y en la Universidad de Oxford. Fue hijo de judíos rusos emigrados a Inglaterra. En 1943, con solo 18 años, debutó en Londres con el Doctor Faustus, de Marlowe. Y acto seguido renovó Shakespeare desde la esencia misma de Shakespeare. Dejando fuera prejuicios, honores, lecturas heredadas y trampantojos más o menos pomposos. Lo hizo, eso sí, y para que no quedaran dudas, desde Stratford-upon-Avon, la cuna de Shakespeare”, según publicó El Mundo. Fue pionero del movimiento del teatro experimental británico, debutó como director en 1945, con apenas 20 años, en el Teatro de Repertorio de Birmingham.

Su carrera abarcó obras de Shakespeare, musicales de Broadway y cine. Dirigió producciones de la Royal Opera House y se unió a la Royal Shakespeare Company (RSC), en la que dirigió gran cantidad de montajes (con actores como John Gielgud, Laurence Olivier y Glenda Jackson). Fundó en París su famosísimo teatro de Bouffes du Nord, meca de la experimentación y la excelencia teatral, donde desarrolló su arte durante medio siglo.

Fue director de Moderato cantábile (1960), El señor de las moscas (1963), Cabalgata de las valquirias (1967), Marat/Sade (1967), Rey Lear (1971), Encuentros con hombres notables (1979), La tragedia de Carmen (1983), entre otras obras.

Tuvo un destacado papel como guionista y, así también dirigió miniseries para la televisión, como Hamlet (1956), Cielo y Tierra (1957), Medida por medida (1979), Mahabharata (1989), La tragedia de Hamlet (2002), etc.

Entre sus libros figuran El espacio vacío (1968), Hilos de tiempo (1998), Más allá del espacio vacío, escritos sobre teatro, cine y ópera (1947), La puerta abierta: reflexiones sobre la interpretación y el teatro (2002) y Conversaciones (2003).