Agenda Cultural
Wojciech Ganczarek: Filmar el Paraguay
Nació Polonia en 1988 y desde 2013 viaja en bicicleta por América Latina. Al llegar al Paraguay se detuvo más de lo acostumbrado. El país llamó su atención, al punto de dedicarle un libro, “Se vende un país. Relatos de Paraguay”, y un documental, “Soy paraguayo”, lanzado recientemente en formato streaming.
Wojciech Ganczarek. Cortesía
— ¿Cómo surgieron el documental Soy paraguayo y el libro Se vende un país. Relatos de Paraguay? ¿Por qué motivo elegiste el Paraguay como tema?
—En el año 2013, en México, comencé un viaje en bicicleta por Latinoamérica. Dos años más tarde, en Caracas, escribiendo un libro sobre la crisis venezolana, dediqué bastante tiempo a leer sobre la historia del continente. Llamó mi atención el Paraguay: un país poco conocido, cuya historia difiere bastante de las demás historias nacionales latinoamericanas. Fue ahí cuando decidí que mi próxima parada larga iba a ser este país. Llegué a principios de 2017 y pronto descubrí que el Paraguay contemporáneo era aún más fascinante que el que había conocido en los libros de historia.
—Hasta aquel entonces me dedicaba principalmente al periodismo escrito: publicaba crónicas y ensayos en medios de comunicación en Polonia. En Paraguay empieza mi aventura con lo audiovisual. ¿El motivo? Tras algunos meses en el país, mi visión de la sociedad paraguaya es la siguiente: un mar de la paraguayidad criolla y guaraní con las islas, muchas veces incomunicadas, de comunidades más o menos cerradas: alemanas, japonesas, polacas, menonitas y -o quizás principalmente- brasileñas, sin olvidar las de los indígenas. Percibo una tensión, un conflicto, o hasta una guerra silenciosa, entre estos grupos; escucho una y otra vez cómo los campesinos paraguayos culpan a los brasileños y viceversa. Y veo que muchas veces no hay tampoco comunicación directa entre los actores de tal conflicto. De ahí la idea: elaborar un documental-encuentro, crear un material audiovisual en el cual los paraguayos de diversos trasfondos étnicos y económicos pudiesen mirarse a los ojos. Y creo que lo conseguí: la película Soy paraguayo, ahora disponible en línea, no deja de recibir visitas y comentarios, casi siempre muy emocionales. Y si un documental emociona, es que llegó adonde tenía que llegar.
— El largometraje Soy paraguayo y su versión corta, El grano que divide, han sido mostrados en cerca de veinte festivales, en países como México, Ecuador, Brasil, Argentina, Colombia, India o Hungría. En Paraguay, Soy paraguayo fue estrenado en el 28° Festival Internacional de Cine en Asunción, donde recibió una distinción honorífica por su contribución a la cultura paraguaya, y en el 16° Festival de Cine Lesbigaytrans en Asunción, siendo honrado con una distinción especial.
—¿Cuál es el tema, o el argumento, tanto del libro como del documental?
—En pocas palabras, Soy paraguayo es una radiografía social del país, un pantallazo general, un panorama de lo que pueden significar las palabras Paraguay, paraguayos, paraguayas. En el libro Se vende un país. Relatos de Paraguay me propongo analizar con mucho más detalle los temas apenas mencionados en el documental. Hablo entonces de la deforestación del Chaco, confronto la mirada a los cultivos de la soja que tienen los pequeños campesinos de un lado y los sojeros del otro, me detengo en el particular sentimiento patriótico del paraguayo, relacionado con la historia y el idioma guaraní, entrevisto a los miembros de la comunidad de Marina Cué. Pero, por sobre todo, relato una serie de historias de vida de personas del Paraguay de tierra adentro, personajes anónimos pero que, a su vez, se vuelven universales para representar el Paraguay de hoy y de siempre: ex-emigrantes que buscaron suerte en Buenos Aires y volvieron a Caazapá, pequeños agricultores que añoran los tiempos de algodón, los inmigrantes brasileños, no tan ricos como se cree, los enlhet chaqueños que hablan bajo alemán, los curas misioneros que buscan chamanes nivaclé o los médicos rurales idealistas.
—El libro tiene mucha vida, mucho olor a tierra húmeda y sabor a sopa paraguaya. El medio de transporte ayuda: la bicicleta permite adentrarse en el tejido social de cada lugar y sentir lo que sienten otros: la lluvia, el sol, las alegrías y la indignación. El género del libro sería lo que en Polonia denominamos “reportaje literario”, una crónica periodística que de vez en vez adopta las formas de una novela. El proyecto fue premiado por el Fondo de Visegrad. La obra, que tiene también su versión en polaco, contiene ilustraciones en blanco y negro elaboradas por la artista gráfica Hanna Stano.
—¿Dónde está disponible?
—El libro impreso está disponible en Amazon, mientras que la obra en formato electrónico se distribuye en diversas plataformas online, como Apple Books, Barnes & Noble, Amazon o Kobo. Lamentablemente, para la fecha, no se ha encontrado una editorial paraguaya interesada en publicar la obra. Escuché que la crisis provocada por la pandemia Covid-19 recortó drásticamente los planes editoriales de algunas.
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