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Agenda Cultural

Murió Doña Nena, la galopera más antigua de Punta Carapá

Juan Carlos Meza. Gentileza

Juan Carlos Meza. Gentileza

Este miércoles La Chacarita se tiñó de luto. Murió Clotilde Acosta Arzamendia, la galopera más antigua de Punta Carapá, conocida por todos como Doña Nena. Tenía poco más de noventa años de edad. Había nacido en Villarrica, Guairá, pero luego su familia migró a Asunción, instalándose, en principio, en las inmediaciones de la estación del ferrocarril y, más tarde, en el barrio Ricardo Brugada. Desde entonces vivió allí, donde llevó una existencia marcada a fuego por el trabajo, pero matizada por la pasión del baile popular. En 2018 su figura inspiró a la artista portorriqueña Betsy Z. Casañas, quien vio en ella el retrato palpable de una mujer libre y trabajadora. Resultado de su encuentro es el mural dedicado a las mujeres paraguayas pintado en el barrio de José Asunción Flores.

Doña Nena (derecha), vista por Fredi Casco. Cortesía

Doña Nena (derecha), vista por Fredi Casco. Cortesía

Bailarina desde su juventud, Doña Nena integró el grupo Las Galoperas de Punta Carapá, cuyo signo característico fue la libertad de los movimientos, unidos solo en el tradicional syryry. En el pasado, durante las festividades de San Blas, las galoperas, también conocidas como kygua vera o raída potî, lucían sus vistosos trajes y ofrecían un hechizante baile sin más coreografía que las vueltas en círculo y la improvisación. En su célebre polca Galopera, de cuya letra y música fue autor, Mauricio Cardozo Ocampo la describió “luciendo kygua vera, zarcillos de tres pendientes, anillos siete ramales y el rosario de coral”. Completan el cuadro el typói, las polleras anchas, el syryry. 

Custodia de un legado

Liliana Segovia, artista que trabajó por muchos años con las galoperas en un proyecto documental, tras lo cual entabló una entrañable amistad con Doña Nena, nos contó que las unía un gran cariño: “La recordaré siempre alegre, dispuesta a defender esta tradición. Una fiel custodia que se preparaba ya mucho antes del 3 de febrero, viendo qué vestidos se pondría, qué joyas, pues ellas iban al encuentro de alguien grande, importante. La recordaré como una mujer fiel a sus raíces, al Paraguay. Y también su amistad”.

La artista Liliana Segovia y Doña Nena. Cortesía

Liliana Segovia y Doña Nena. Cortesía

Consultada acerca de las galoperas y el valor que tuvo la vida de Doña Nena en ese sentido, mencionó: “Me da algo de tristeza decir que es la última custodia de esta tradición. Pertenece a nuestra identidad y a nuestro folclore. Es una tradición que se transmite de generación en generación. Es más que una danza. Es un ritual pagano-religioso. Ellas bailan en honor al santo de su devoción, San Blas, y a la Virgen de la Merced. Con su baile ofrecen espiritualmente la promesa de amor, como díría Cardozo Ocampo. De hecho, ellas pasaron a llamarse galoperas después de esa música. Antes se llamaban las raída potî. Eso es algo que me contó Doña Nena, quien también me enseñó el syryry, ese baile cadencioso moviendo la cadera”.

Segovia considera que Doña Nena es la última galopera de Punta Carapá en un sentido estricto. “Existe un corte generacional entre las que bailan ahora y las que deberían estar bailando. Las bailarinas jóvenes no están interesadas en continuar con esta tradición. Las nuevas ya no se visten con el traje original ni con las joyas y flores que establece la tradición”. Finalmente, explicó que no cualquier mujer podía convertirse en galopera. Tenía que sentirse atraída por la danza y por un deseo de cumplir una promesa al santo patrono, motivo por el cual la danza se enmarcaba dentro de una fiesta familiar.

Los restos de Doña Nena están siendo velados en la Capilla La Merce mi, ubicada en el centro histórico de Asunción.

 

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