A Ramón del Río

La muerte de Ramón del Río es un duro golpe para la comunidad cultural, y más específicamente para el sector de las artes escénicas, no solamente porque se trata de una de las figuras fundamentales del teatro paraguayo y del cine nacional, sino porque su partida es una muestra más de la extrema vulnerabilidad en la que se encuentran los artistas en el Paraguay. Además de su gran talento para la actuación, era reconocido por su calidad humana, su honestidad y su compromiso. No solo ha perdido la escena un representante extraordinario, se ha ido también una excelente persona. Ni bien comenzó a circular la noticia, en la madrugada del domingo, personalidades del ámbito de la cultura empezaron a pronunciarse para dejar testimonio de su aprecio al actor y proponer homenajes para preservar su memoria.

Hamaca paraguaya (2006), película dirigida por Paz Encina

La poeta Aída Risso publicó en su muro de Facebook: “Siempre me pareció que Ramón del Río vivía su vida y su carrera en modo intrépido y sereno a la vez. Esperaba que saliera de esta con su sonrisa e ironía habituales, como otras veces. Pero no. Esta vez nos deja en la tristeza. Al menos tenemos la compañía de las películas hermosas, indispensables, en las que ha actuado”.

La actriz y directora de teatro Heddy Benítez dijo: “La propuesta de Raquel (Rojas), de solicitar que una calle céntrica de Asunción lleve el nombre de Ramón del Río es muy acertada. Nota a la Junta Municipal de Asunción con las firmas de solicitantes”. Entretanto, el artista visual Félix Toranzos lo recordó con una imagen casi desvanecida sobre la cual se despliega la caligrafía de Esteban Cabañas (Carlos Colombino).

Félix Toranzos, Homenaje a Ramón del Río, 2021

La directora de cine Paz Encina disponibilizó en FB el link del cortometraje Viento sur (2011), protagonizado por Ramón del Río. Encina ubica el relato en la década de los 70 –quizás la más violenta de la historia reciente–. En la obra dos hermanos pescadores, Justino y Domingo, acorralados por el terror, deciden cruzar la frontera, atravesar el río. La huida implica una nueva identidad y los protagonistas acuerdan un cambio de nombre. Uno de ellos, al final, dice (en guaraní): “Yo me llamaré Ramón, Ramón del Río”.

El escritor Moncho Azuaga, ganador el último Premio Municipal de Literatura, dedicó un poema al actor:

“No es cierto.
Es falsa la noticia.
Es puro teatro.
Los ídolos no mueren.
Se borran un tiempo.
Se ocultan.
Se vuelven personajes
de una obra no estrenada.
Interpretan una ausencia,
un silencio,
una lágrima.
Después aparecen, humildes,
anónimos,
en un bar,
en una calle cualquiera,
en un film insólito,
con su esplendor
y gloria.
Y saludan al público
con aires de victoria.
No se ha ido ni se irá.
Es el Supremo que duerme
y no sabemos dónde está.
La función no termina.
Pero, debemos aplaudir.
Fue, es y será siempre
un hombre rebelde,
un actor magnífico.
Levanten el telón.
Luces.
Aplausos, aplausos.
Es Ramón del Río
en una función sin final”.

La dramaturga Raquel Rojas, por su parte, lamentó la pérdida de uno de sus grandes compañeros en el camino del teatro. En su último libro, Aty Ñe’e (2021), que documenta acciones del grupo en todo el país a lo largo de una década (1975-1985), la figura de Ramón del Río aparece reiteradamente. Para Rojas, según expresiones en su perfil de Facebook, el actor debería haber sido velado en el Teatro Municipal de Asunción.

Grupo Aty Ñe’e. Parados: Antonio y Emiliano González, Arturo Pereira, Ramón del Río, Tony Carmona y Alejo Pessoa. Sentados: Raquel Rojas, Alcibiades González Delvalle y Jorge Brítez, entre otros © Yiya Gunsett, 1976

“Adiós, Ramón del Río, grande del Paraguay. Su nombre limpia tanta ignominia que empaña el nombre de nuestro país. Estarás siempre”, escribió el curador y crítico de arte Ticio Escobar. Los testimonios siguen multiplicándose.