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Agenda Cultural

“Missisipi Goddam” de Nina Simone, el canto como arma

El 15 de septiembre de 1963 una bomba estalla en la Iglesia Bautista de la calle 16 en Birmingham, Alabama. Quince cartuchos de dinamita escondidos bajo los escalones de la iglesia, donde cinco niñas afromericanas cantan. Tienen, tenían, nombres: Addie Mae Collins, Cynthia Wesley, Carole Robertson, Carol Denise McNair, Sarah Collins. Las primeras cuatro fallecen víctimas del atentado blanco supremacista, la última, gravemente herida por los vidrios del estallido, queda ciega. También en verano las niñas mueren.

Este no es el único de los atentados que el Ku Klux Klan  llevó a cabo durante el movimiento por los derechos civiles en Estados Unidos, pero sí es uno de los más representativos. Con frecuencia este episodio oscuro es mencionado como un punto de quiebre, decisivo, para la aprobación de la Ley de Derechos Civiles de 1964, pero cuando cuatro cantantes mueren las repercusiones no pertenecen exclusivamente al marco de lo jurídico. El atentado convertiría a la pianista Nina Simone en activista por los derechos civiles. “Al principio traté de buscar un arma. Reuní lo que necesitaba. Iba a derribar a uno de ellos, y no me importaba quién era”, dijo Simone después de enterarse del atentado de Birmingham. “Entonces Andy, mi esposo en ese momento, me dijo: ‘Nina, no puedes matar a nadie. Eres música.’ Me senté y toda la canción ocurrió. Nunca dejé de escribir hasta que la cosa estuvo terminada”.

El resultado final, compuesto en menos de una hora, se convertiría en su primer grito de batalla para el movimiento de derechos civiles, “Missisipi Goddam”. El caso de Birmingham no era el único por el que Simone se pronunciaba: el activista Megdar Evers había muerto en Mississipi poco antes, el 12 de junio de 1963, víctima de un disparo en la espalda. Evers, quien falleció en un hospital para blancos luego de que su familia suplicara que lo ingresaran tras haber sido rechazado por su raza. En Mississipi, estado con bagaje esclavista, no era extraño este tipo de acontecimientos. Emmett Till, de 14 años, había muerto unos años antes, el 28 de agosto de 1955, luego de que un grupo  de hombres blancos lo brutalizaran tras supuestas denuncias de haber coqueteado con una mujer  blanca. Simone cantaba por las niñas, por Evers, por Till, por una infinitud de nombres unidos por lo terrible. Simone cantaba con ellos.

“En ‘Missisipi Goddam’ tenemos a Nina Simone sacando el pasado e invocándolo en el presente, pero también hablando de lo que está por venir si Estados Unidos no promulga un cambio social real”, escribió la teórica de la música Tammy Kernodle.

La canción fue censurada en radio y televisión. Fue cantada por la artista en la histórica marcha de Selma hasta Montgomery en marzo de 1965, donde manifestantes afroamericanos exigían ejercitar el derecho al voto, desafiando la represión segregacionista. Simone interpretó la canción por primera vez en el club nocturno Village Gate en Greenwich Village. “Mississippi Goddam” fue prohibida en varios estados del Sur. Los sencillos  promocionales enviados a estaciones de radio de todos los Estados Unidos fueron devueltos, rotos por la mitad.

De alguna manera el canto es una forma de sacrificio. El cantante sacrifica parte constituyente de sí, su aliento,  para que la música exista. La respiración biológica ha de cambiar, su ritmo ha de ser otro, para que el canto ocurra: Simone sacrifica parte de ella al cantar y hace de este  sacrificio una suerte de arma contra el opresor.

“El deber de un artista, en lo que a mí respecta, es reflejar los tiempos. Eso para mí es mi deber”, dijo Simone en una entrevista con Black Journal. “Los jóvenes, blancos y negros, lo saben. Por eso están tan involucrados en política. Daremos forma y moldearemos a este país, no volveré a ser moldeada ni modelada en absoluto”.

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