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Agenda Cultural

«El cantar de los cantares» o la revancha de Eros

Este mes estuvo en cartelera «El cantar de los cantares», obra de teatro dirigida por Agustín Núñez. La pieza, que citó al público asunceno en el Teatro de las Américas, es una versión libre a partir de textos populares y clásicos compilados por el mismo director, quien celebró cincuenta años de trayectoria artística en 2020.

© Onchi Ortiz

© Onchi Ortiz

Y Jonatán hizo jurar a David otra vez,
porque le amaba, pues le amaba
como a sí mismo
(1 S. 20:17)

En un país que todavía cuestiona las maneras de amar y se muestra reticente a aceptar lo diverso, que se empeña en seguir izando la opaca bandera del odio, el canto de la resistencia sigue titilando. Ese canto es luminaria con tanto oscurantismo alrededor y es un himno que, melodioso, planta cara a la adversidad institucionalizada por un gobierno conservador. Un himno al amor que, en tiempos bíblicos, ya se adelantaba a su época y encuentra en el erotismo, en la pasión, un momento de regocijo para el cuerpo y el alma. 

Curiosamente, el Cantar de los cantares de Salomón, en el marco de una interpretación literal, aun falto de necesarias variaciones que trasciendan la relación esposa-esposo, contempla en su seno un erotismo que el fundamentalismo religioso se empeña en rechazar. Asimismo, también el Cantar de los cantares supone una de las tantas contradicciones bíblicas que sirven de armas para arremeter contra la dogmática moralista. Agustín Núñez consolida esa contradicción al dar ese título auna obra de teatro que recorre diferentes aspectos del amor, los cuales fueron abordados en memorables episodios de la historia de la humanidad a través de la literatura, el teatro y el cine.

 © Onchi Ortiz

© Onchi Ortiz

Ya sea por amor o por placer, muchos seres humanos seguimos pagando un precio alto enfrentando preceptos moralistas, muchas veces hipócritas, de nuestros similares, de nuestros congéneres, de nuestros colegas, de nuestros amigos. Tales adversidades son idénticas a las que han signado, con sus diferentes símbolos, momentos que se cuentan en historias famosas recreadas por el arte. El protagonista persigue un objetivo, alguien o algo se lo impide: la fórmula dramatúrgica clásica –y básica– que ha marcado nuestras vidas a lo largo de los siglos, y les da sentido. Es de esta manera como se inicia una visita a los textos más famosos desde clásicos universales hasta contemporáneos paraguayos que conforman un muestrario de temas que honran la vida y el amor.

Si no es el encuentro entre Romeo y Julieta, la historia de amor por excelencia narrada por primera vez en una novela breve de Mateo Bandello e inmortalizada en el teatro por Shakespeare y Lope de Vega, es el silencioso diálogo que Ana y Hugo se dan un mayo cualquiera en el cuento de Mario Halley Mora, Los dos diarios. Si no es el trágico final de Margarita Coutier en los brazos de Armando Duval en La dama de las camelias, de Alejandro Dumas, que coincide con la adaptación operística La traviata, de Verdi, es el estreno del vestido nuevo de Francesca ante Robert en Los puentes de Madison, escena central de un romance intenso, de cuatro días, pero casi eterno. O es la relación picaresca entre Píramo y Tisbe. O es el canto al amor libre en la pieza En otros cuerpos, del mismo Núñez, que arremete con una frase final: “Te reencontraré, tal vez, en otros cuerpos. En otros nombres. Manuel, Jaime, Silvia, Marcelo, Elías, Mónica…”, con el fin de romper el hielo del pudor, lo pusilánime, la fidelidad burda y el miedo a la libertad.

La tensión erótica que se sostiene en cada cuadro de la obra es azuzada por los versos de Mario Benedetti, Susy Delgado y Pablo Neruda. Así como el individuo es un universo inconmensurable al que atreverse a conocer podría, incluso, obviar lo esencial, el individuo también puede dar por vivido todo un ciclo con tal de haber amado, como lo sentencia Susy Delgado, “a cuentagotas, con música o sin ella, detrás de alguna puerta, en un campo oloroso, bajo un inmenso sol de fuego y, a veces, completamente a oscuras”, pero sin motivos para el arrepentimiento. El amor, en fin, a pesar de todo. Y, aun así, con toda la carga emotiva que suscitan los textos adaptados, la obra de Núñez brinda por la sola hazaña de amar entre momentos cómicos, picarescos, dramáticos y trágicos, sabores que aderezan la acción dramática sin menoscabar el maridaje con el estado anímico del espectador. La convención, entonces, cierra su ciclo.

 © Onchi Ortiz

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Volvamos al tema de la literalidad de la interpretación del texto bíblico que da nombre a una obra teatral que apuesta por lo diverso, enmarcada en la contemporaneidad, aspecto que determina su validación. El acontecimiento bíblico está inserto en contextos históricos alejados en el tiempo y el espacio. Contextos, en varios aspectos, no vigentes o en aras de su desarticulación, como el caso del patriarcado. Si bien, el fundamentalismo religioso intenta forzar la reproducción de esos contextos para justificar su intolerancia, el pensamiento contemporáneo apuesta no por su resignificación, sino por una relectura que arroje novedosas verdades. Tales verdades se consolidan en lenguajes artísticos como el teatro, donde el espectáculo vivencial intensifica las narrativas y discursos asumidos por el creador. El cantar de los cantares, de Agustín Núñez, es la reconsideración de la verdad dogmática y su inserción en la lectura pluralista. Una relectura, hoy, más que necesaria. 

Visual y conceptualmente cercana al expresionismo, la obra da lugar a la actualización de clásicos y la adaptación libre, además de responder a cuestiones sociales del momento. Yuxtapone cuadros aislados con un aparataje escénico ágil que permite que algunos rasgos de géneros, como la Commedia dell’Arte, la tragedia, la comedia áurea española, el burlesque, el drama y el melodrama moderno, sean visibles. A ello se suma la selección musical en la que se destacan temas de Armando Manzanero y la chanson française de Charles Aznavour y Édith Piaf, cuyo Himno al amor cierra una obra de teatro con una temática que proyecta la vida de su director.

Y luego que el muchacho se hubo ido, se
levantó David del lado del sur, y se inclinó
tres veces postrándose hasta la tierra; y
besándose el uno al otro, lloraron el uno con
el otro; y David lloró más.
(1 S. 20:41)

 © Onchi Ortiz

© Onchi Ortiz

Elenco
Dirección general, compilación de textos y adaptación: Agustín Núñez.
Intérpretes: Gabriela Báez, Macarena Candia, Lara Chamorro, Miliki Chávez, Koki Delvalle, Walter Mers.

Ficha técnica
Producción general: RO.CA. Diseño Gráfico: Hugo Matto. Fotografía y video: Onchi Ortiz. Diseño de vestuario: Edgar Sanabria. Maquillaje: Susy Panizza. Entrenamiento corporal y coreografía: Macarena Candia. Asesoría vocal: José Molinas y Juan Fernández. Soporte Técnico: Víctor Leiva. Iluminación: Santiago Schaerer y Alberto Castillo. Prensa y difusión: Natalia Alvarenga.

* Julio de Torres es actor, narrador, poeta, dramaturgo e investigador. Licenciado en Sociología por la Universidad Nacional de Asunción y Máster en Estudios Teatrales por la Universidad Internacional de La Rioja, España. Como investigador aborda temas relacionados con las artes escénicas, el cine, la cultura y las humanidades. [email protected] 

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