“Chaco”: Las líneas de lo posible

POR Ticio Escobar *

El Gran Chaco, inmensa extensión de la que forma parte el Chaco Paraguayo, conforma el mayor bioma de América y, a nivel mundo, el mayor bosque seco y una de las más importantes reservas de biodiversidad existentes. Este territorio también configura un potente sitial de pluralidad etnocultural. Las formas de arte surgidas en el Chaco crecen a partir de tradiciones de las cinco familias lingüísticas asentadas en el Paraguay (cuatro de las mismas, habitantes exclusivas del Chaco). Pero, sin arriesgar ese vínculo, también crecen con la incorporación de distintos procesos de transculturación y apropiación de imágenes provenientes de diversas culturas, incluidas las occidentales. Y lo hacen, en sus mejores expresiones, sin arriesgar la memoria, la sensibilidad y el sentido de aquellas tradiciones.

Pieza textil del Chaco paraguayo en Casa Poporé. Cortesía

Hoy, ese territorio ubérrimo en bienes ambientales y culturales se encuentra afectado no solo por la deforestación permanente que devora sus bosques y pone en peligro de extinción muchos de aquellos bienes, sino por los incendios imparables que aceleran la desaparición de miles de hectáreas y especies vivas. Recalcar en el presente la belleza producida en el Chaco es afirmar la posibilidad de seguir creando y creyendo a pesar de la distopía que nubla la mirada y aflige el ánimo; a pesar del ecocidio y el etnocidio que ennegrecen el horizonte. Hombres y mujeres obstinados siguen produciendo obras intensas que desafían la tala y los tractores, el fuego, el humo y el desprecio etnocéntrico; que afirman el derecho a seguir apostando porfiadamente por futuros plausibles.

Pieza indígenas del Chaco paraguayo en Casa Poporé. Cortesía

Avalados por la energía colectiva, los dibujos nivaclé expuestos en esta muestra denuncian, en parte, las constantes violaciones del medioambiente. Por su parte, los cánticos renuevan el pacto social y constituyen formas de resistencia colectiva; núcleos de potencia micropolítica arraigada en la subjetividad y abierta a las resonancias ambientales y culturales. Por eso, el dibujo chaqueño, aunque constituye un fenómeno relativamente reciente, es capaz de nutrirse de energías y alientos propios y crecer con seguridad en un sentido particular, diferente al del arte europeo.

Piezas textiles del Chaco paraguayo en Casa Poporé. Cortesía

Libre de las restricciones del canon occidental, la línea crece sorteando las oposiciones que pesan sobre el arte de Occidente y establecen dicotomías binarias entre la forma y el fondo, lo bidimensional y lo volumétrico, lo real y lo ficticio, lo gráfico y lo pictórico, lo natural y lo cultural. La incorporación del birome y el papel enriquece con naturalidad la imaginería nivaclé sin romper sus compromisos formales y semánticos con la figuración de la talla en madera y los tejidos en lana, fuertemente arraigada en el mundo visual de la etnia. La convivencia de estas expresiones distintas no hace más que afirmar el derecho de los pueblos indígenas a conservar pautas ancestrales y, simultáneamente, incorporar elementos foráneos, integrándolos en formas vigentes, abiertas tanto a la tradición como a tiempos por venir. Estos tiempos se encuentran lejos de estar asegurados en su carácter propicio, pero su solo anuncio agita posibilidades que, aunque sea por un instante, aventan mediante la belleza un infortunio aparentemente inexorable.

Dibujos de Richart Peralta. Cortesía

* Ticio Escobar es crítico de arte, curador, docente y gestor cultural. Fue presidente de la sección paraguaya de la Asociación Internacional de Críticos de Arte (AICA Paraguay), director de Cultura de la Municipalidad de Asunción y ministro de la Secretaría Nacional de Cultura. Es director del Centro de Artes Visuales/Museo del Barro.