El PGN es el financiamiento de ideas políticas, dice senadora

El debate sobre el presupuesto público en Paraguay dejó expuestas profundas reflexiones de la senadora Esperanza Martínez, quien abordó con crudeza la desconexión entre la política, la gestión de recursos y las necesidades ciudadanas. En su intervención, Martínez planteó que el presupuesto no debería ser una mera lista de ingresos y gastos, sino un instrumento clave para financiar ideas políticas y concretar beneficios sociales. Sin embargo, aseguró que esto no se refleja en la realidad del país.

El presupuesto como herramienta política

Martínez destacó que, en teoría, una política pública comienza con un discurso, se consolida en campañas y debe materializarse en acciones concretas cuando un partido asume el gobierno. “El presupuesto es el financiamiento de esas ideas políticas que se tienen que concretar en beneficios concretos”, afirmó. Sin embargo, en Paraguay, ese vínculo parece roto.

La senadora lamentó que, en lugar de implementar verdaderas políticas públicas, lo que se observa es un simple gasto del dinero público, muchas veces sin planificación ni resultados claros. Para ejemplificarlo, mencionó el fallido proyecto del Metrobús como “la síntesis de todas las antipolíticas públicas”.

El caso Metrobús: un espejo de la improvisación

Martínez recordó cómo el Senado aprobó un préstamo multimillonario para el Metrobús, sin contar con un proyecto técnico adecuado. La falta de detalles básicos, como el tipo de transporte que se implementaría o el diseño de la obra, derivó en una serie de errores que impactaron gravemente en la ciudadanía: comercios arruinados, vidas afectadas y una infraestructura incompleta que tuvo que ser demolida.

“No tenemos el Metrobús, no le repusimos a la gente afectada, nadie se fue preso y todos estamos pagando la cuenta”, sentenció. Este caso no solo refleja la falta de planificación, sino también la impunidad que rodea a los responsables de decisiones que afectan a miles de paraguayos.

La senadora también abordó cómo estas malas prácticas han generado un profundo desencanto en la ciudadanía. “La gente ve el derroche, el mal gasto, el abuso, el privilegio, pero no ve el beneficio”, sostuvo. Esto refuerza la percepción de que el presupuesto no responde a las necesidades reales, sino que se utiliza para alimentar intereses particulares, como autoasignaciones salariales, viajes y nombramientos políticos.