Opinión
Pupitres inteligentes

La batahola que se armó y se sigue armando con el tema de los pupitres pedagógicos, que según el ministro de Educación son inteligentes, ha generado una gran controversia. La prensa, los políticos, la parafernalia de presentación de estos pupitres en el Congreso han contribuido a fortalecer la teoría de que la compra de estos pupitres chinos fue la mejor inversión para el Estado.
Me parece loable lo que el MEC intenta hacer. En general, creo que tiene buenas intenciones al buscar que los alumnos tengan comodidad y así logren un mejor aprovechamiento de las clases. Sin embargo, y de acuerdo con diversas investigaciones de los medios de prensa, que han detectado supuestas sobrefacturaciones y una licitación amañada en la compra de dicho mobiliario, es preocupante—claro, si se verifican y validan estas denuncias—que, una vez más, en nombre de los escolares, se termine metiendo la mano en los recursos del Estado. La corrupción, que se ha instalado en varias instituciones gubernamentales, sigue erosionando aceleradamente la poca moral y ética que le queda a esta nación.
Pero, en realidad, aunque muchos no lo quieran aceptar, el foco de toda esta parafernalia no es la calidad de estos pupitres inteligentes ni el hecho de que la empresa proveedora esté afincada en Paraguay o sea de un empresario chino-paraguayo, sobre quien pesan sospechas de irregularidades—como tener dos fechas de nacimiento y otras historias dudosas, sino que no se ha dado participación a la industria nacional.
Lo que debió ser un motivo de júbilo se ha convertido en un verdadero cuento chino mandarín. El verdadero problema es que, una vez más, se ha beneficiado a unos pocos y a una empresa con vínculos con el gobierno chino rojo.
El quid de la cuestión es que son productos chinos y que el costo total asciende a una suma considerable. Algunos políticos aseguran que estos flamantes pupitres inteligentes podrían haberse adquirido por un precio mucho menor. El otro lado del escándalo gira en torno a la producción nacional. Tanto los madereros como los metalúrgicos han protestado porque no se tomó en cuenta a la industria local. Sin embargo, algunos expertos sostienen que era imposible que la industria nacional se adaptara a los pliegos de bases y condiciones presentados por Itaipú. Un elemento clave que destacan los industriales locales es la premura con la que debían proveer estos pupitres pedagógicos.
En fin, un lamento de nunca acabar. Pero volviendo al foco central, la industria nacional no está al nivel de la tecnología china, que seguramente ha evolucionado y cuyos productos son ahora de alta calidad, como afirman quienes los compraron. Hace algún tiempo, los productos chinos eran considerados de mala calidad y poca duración, algo que aún se puede constatar por la cantidad de artículos plásticos y baratijas que inundan el país.
Décadas atrás, en un afán de fomentar y fortalecer el nacionalismo, el gobierno de ese entonces insistía en que se consumieran productos nacionales. El lema era: “Consuma lo que Paraguay produce”. En ese sentido, era un buen aliciente para la producción nacional, y las pocas fábricas que existían se esmeraban en lanzar productos de calidad al mercado. Recuerdo que incluso había fábricas de velas y fósforos que competían con los del país vecino, además del plástico chino.
Hoy me pregunto por qué no se trabajó o no se valoró el potencial de la industria metalúrgica o maderera nacional para que el dinero se quedara en casa. Esta es la tesis que muchos industriales y políticos han defendido hasta el cansancio: que esta hubiera sido una gran oportunidad para potenciar la industria paraguaya, además de generar empleo y dinamizar la economía. Pero no, la decisión habría beneficiado a unos pocos políticos y a una empresa que, en la práctica, no fabrica estos pupitres inteligentes, sino que los importa de China.
Entonces, ¿en qué quedamos? ¿Esta empresa realmente produce pupitres en el país? Mientras tanto, la calidad y el potencial de la industria nacional han sido ninguneados.
¿Dónde está el patriotismo que este gobierno vocifera a los cuatro vientos? ¿Dónde quedó la tan mencionada protección de la soberanía? Nada de eso se reflejó en esta compra exprés.
A partir de esta experiencia, estimo que la Unión Industrial del Paraguay (UIP) deberá organizarse para que la industria paraguaya pueda competir con otros países y dotar de muebles o cualquier otro producto a las distintas dependencias del Estado. Con un poco de planificación, organización y gestión, se podría lograr que en cada institución estatal se utilicen productos nacionales.
Desde un punto de vista objetivo, beneficiar a unos pocos y, más aún, a empresarios chinos rojos con quien el Paraguay no tiene relaciones diplomáticas me parece un grave error que el gobierno no debería repetir en el futuro. Es fundamental que el Estado impulse y fortalezca la industria paraguaya.
Personalmente, no estoy de acuerdo con que se llene el país de productos importados, mientras que a nivel local existan los recursos necesarios para producir mobiliario, en este caso, de alta calidad.
Al final, el ministro tiene razón: estos pupitres resultaron ser tan inteligentes que lograron ningunear a la industria nacional.
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