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Opinión

Raudales y “lo lince”

Una vez más, se lamenta la pérdida de vidas debido a los raudales que paralizan a la población, la economía y el normal desenvolvimiento de las actividades del país. En un encendido discurso durante la ceremonia de graduación de “lo lince”, el presidente manifestó que la causa de las muertes fue el temporal. Como es usual, el presidente no ofrece un discurso racional ni objetivo cuando se dirige al pueblo. No se sabe quién redacta sus discursos ni si cuenta con algún asesor que le indique qué decir. Por lo que se desprende, parece que intenta emular a otros destacados estadistas latinoamericanos, pero está muy lejos de eso.

No se admite un mea culpa por no analizar críticamente la situación actual de la ciudad o ciudades del país. No solo Asunción, sino también otras ciudades sufren las mismas consecuencias. Sin embargo, este problema no es nuevo. Si se retrocede en el tiempo y se examina la historia, se puede entender que en estas últimas décadas los gobiernos “democráticos” no han pensado en la población: les importa un bledo.

Uno de los temas clave es que no se ha considerado que Asunción aumentaría demográficamente y que la migración hacia la capital se convertiría en una epidemia, ya que en el campo no hay posibilidades de obtener una mejor educación o de desarrollarse como individuo.

Decir simplemente que las muertes son debidas al temporal es carecer de empatía hacia una población que lucha diariamente por salir adelante. Pero profundizar en este tema se considera una pérdida de tiempo. Como he señalado en varios artículos, este presidente ya no tiene remedio. Es recurrente que diga tonterías, que moleste al pueblo, que hiera y se burle sistemáticamente, y además, con su risa burlona de siempre, que ya cansa y desagrada.

Además de la tragedia que se llevó vidas inocentes, lo destacable, si se puede decir así, es la graduación de un centenar de oficiales que ingresan al grupo de élite de la Policía Nacional, es decir, el Grupo Lince. Para el común que pronuncia “lo lince”, pues la variedad del castellano no permite aún manejar bien el uso de las “eses”, quizás por un problema de alimentación; los paraguayos nos comemos las “eses”.

Por un lado, es positivo ver que el gobierno está haciendo algo importante para salvaguardar la seguridad de la población, que últimamente uno puede perder la vida por un miserable celular, y ahora, agravado y recurrente, por los raudales. Se estima que los nuevos egresados de esta élite de la Policía están bien entrenados para reducir la delincuencia que asola al país, y se espera que tengan un conocimiento mínimo de leyes, algo de ética y responsabilidad al aplicar los conocimientos adquiridos durante su entrenamiento.

Por otro lado, se ha leído en algunos medios que algunos miembros de esta élite han cometido excesos en sus labores, y se espera que esta nueva camada de “linces” se aparte de las malas prácticas que están arraigadas en la policía.

Que esta nueva camada no arremeta contra la población, que solo quiere trabajar para llevar el pan a casa, ya que es muy común las famosas coimas o peajes para dejar transitar libremente a los ciudadanos. Con esto no estoy insinuando que se ignoren los delitos cometidos por los delincuentes, sino que es una llamada de atención para no caer en los mismos vicios que estigmatizan a la Policía Nacional.

En resumen, los raudales, la alta delincuencia y criminalidad arraigados en nuestro país deben erradicarse de una vez por todas. Lo de los raudales es una cuestión de infraestructura y de un racional planeamiento de la ciudad, lo que significa inversión. Si hay que gastar, que se gaste en infraestructura amigable con la ciudadanía, un sistema de transporte digno, que incluya el tren de cercanías porque la ciudad de Asunción está colapsada y ya no da más.

Y la delincuencia es el producto de décadas de negligencia, es decir, no asumir los errores que los gobiernos democráticos han cometido en estos últimos 35 años de despertar cívico. No me cansaré de repetir esto, porque muy poco se ha avanzado en proteger, educar y sanar a la población.

Es responsabilidad de este gobierno, que tiene al más “capaz” para resolver los problemas existenciales que aquejan a la población, pero con sonrisitas y discursos encendidos no se gana nada. Se ganaría mucho cuando la población vea y sienta que la justicia encierre a los corruptos y a los narcotraficantes que se burlan de la gente honesta y trabajadora. Si se lograra algo positivo en asuntos esenciales, se podría esperar la famosa llegada de inversores, pues si vinieran ahora, se ahogarían en turbulentos raudales.

Ojalá que este presidente despierte de su sueño de Peter Pan y salga un rato a caminar por las calles de Asunción, sin escoltas, en un día de lluvia, a ver si puede contra los raudales y los chespiritos.

Correo electrónico: [email protected]

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