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Opinión

Populismo al máximo nivel

POR Martín Ramírez Machuca
Dr. en Lingüística, Lenguas, Filosofía, Educación y Didáctica. Universidad de Kiel, Alemania.

A pocas semanas de las elecciones generales los candidatos afinan la puntería con diversas propuestas para el electorado, ofrecen desde planes sociales de servicios hasta el sueño de la casa propia. El populismo a su máxima expresión contrasta con las reales necesidades por las que actualmente atraviesa el país. Esa notoria precariedad en la que la población está sumida se ha visibilizado en estos últimos días con dos casos de alumbramiento en el piso de sendos hospitales nacionales.

Cada cinco años se repite la misma historia, mismas promesas sin visos de mejoría, hasta el hartazgo los candidatos prometen lo imposible. Lo patético de todo esto es que al final, cuando ya el nuevo tendota disfrute del placentero sillón presidencial y de las dádivas que eso implica, se olvida de los electores. Saldrán los operadores seguramente a decir “fueron solo promesas electoralistas”, para luego “abocarse” a impulsar cualquier plan maquiavélico para expoliar más al sufrido pueblo.

Que yo sepa, ningún candidato explica exactamente cómo cumplirá sus promesas, excepto el candidato de la ANR que, claramente había manifestado en una de esas entrevistas en algún medio amigo, que Paraguay debe seguir endeudándose para ir vislumbrando el sueño del desarrollo. No nos olvidemos que el gobierno anterior ha endeudado al país por montos siderales, y el actual gobierno no ha podido enfrentar correctamente los embates de la pandemia, a pesar de contar con recursos millonarios para dicho efecto. Hoy, la población sufre y está sucumbiendo por la simple picadura de  un mosquito. Los hospitales colapsados y con poca provisión de medicamentos.

En otro plano de las miserias diarias, lo que resulta muy llamativo es la invitación del secretario de Estado de los EE. UU., Antony Blinken, al canciller paraguayo, Julio Arriola, para el 27 de marzo, quizás con el fin de “fortalecer” los lazos entre las dos naciones amigas. Si la memoria no me falla, es la primera vez que ocurre esta situación: que un gobierno convoque a un canciller, especialmente en tiempos de proselitismo. Ya nos enteraremos a la vuelta del canciller paraguayo cuál fue realmente el “tenor” de dicha convocatoria. Pensemos en positivo, no seamos malos: nuestro querido amigo Tío Sam sabrá inclinarse hacia los intereses de ambos países, y quizás para proteger al nuestro.

La participación activa del embajador de los EE. UU. en las  actividades domésticas en el país ya no es cosa rara, ya se ha  vuelto recurrente y aparentemente tendría el visto bueno de la ciudadanía. La visita del embajador en el Alto Paraná es una señal esencial para validar que el gobierno de los EE. UU. tiene objetivos muy claros en acabar con el flagelo del crimen organizado, cuestión que ni el gobierno anterior ni el actual ha podido desarticular completamente.

Quizás  cambien las cosas con el nuevo fiscal quien está ordenando la casa para luego abocarse en los casos emblemáticos que se han acumulado durante este periodo gubernamental. Solo no podrá hacer absolutamente nada, en ese sentido, la ayuda de los EE. UU. es crucial.

Los candidatos tampoco insisten en este tema, no proponen estrategias o acciones a llevar a cabo para exterminar la corrupción y el crimen organizado que han puesto a la nación en una situación incontrolable. La sociedad, empero, tiene aún esperanzas de que algo va a cambiar.

Descartes, filósofo francés y padre de la filosofía moderna, había sentenciado que para cambiar las cosas se debe empezar por lo más simple y sencillo, y a partir de ahí, ir ordenando el camino para analizar los cambios más complejos.

Lo que se escucha en las perifoneadas de los candidatos es que todos tienen la varita mágica, y que en cinco años cambiarán por completo el país. La cantinela “vamos a estar mejor” sin siquiera detallar el cómo, suena a palabrerío, charlatanería y mofándose de la inteligencia de la gente.

En esa línea, muy oportunas y atinadas las palabras de nuestra Embajadora de Arte Musical, Berta Rojas, quien en un emotivo discurso ha dicho: “Paraguay, te entregué mis mejores esfuerzos y te pido solo una cosa: la posibilidad de retirarme algún día en esta tierra. No podré hacerlo sin el acceso a la salud universal, no podré hacerlo si en mis días de mayor fragilidad las polladas son la respuesta”.

Lacerante verdad y tremenda paliza para estos candidatos que insisten que esta vez harán mejor el trabajo, ¿y los años anteriores que fueron gobierno, que hicieron? Aporandumínteko.

A estas alturas, ya los grupos están polarizados y solo resta que los votos pensantes puedan cambiar el rumbo de la historia. El voto pensante debe, por sobre todas las cosas, inclinarse hacia el candidato que realmente pueda iniciar el cambio con pasos sencillos, como por ejemplo, la salud pública o el sistema de transporte.

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