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Opinión

Alimentación de los niños paraguayos no es responsabilidad de Unión Europea

POR Martín Ramírez Machuca
Dr. en Lingüística, Lenguas, Filosofía, Educación y Didáctica. Universidad de Kiel, Alemania.

Al final, la Transformación Educativa se ha convertido en una lucha interna política y actualmente arrastra a las representaciones diplomáticas que colaboran con el desarrollo del país. La Unión Europea (UE) lanzó un comunicado que se puede considerar como un estirón de orejas al país por la decisión de la Cámara de Diputados en derogar la vigencia de la Ley 6659/20 que aprueba el convenio de financiación entre la UE y nuestro país, en la transformación del sistema educativo paraguayo.

Desde mi óptica, con muchos años en la docencia en todos los niveles del sistema educativo del país, puedo decir que la educación paraguaya siempre ha estado en niveles no muy acordes con los países de la región y ni qué decir del mundo. Estoy totalmente de acuerdo que organizaciones internacionales e incluso países extranjeros han ayudado y siguen ayudando al desarrollo y optimización de la educación en el Paraguay. De esto no hay dudas, y es menester que el Estado paraguayo, alguna vez, pueda agradecer a los países, instituciones y organizaciones internacionales que han ayudado al ahora muy degradado sistema educativo del país.

La piedra del escándalo es la “igualdad de género”, pues esto implicaría que el Estado estaría controlando las vidas de los ciudadanos desde, quizás, el nacimiento, según los grupos que están en contra del PNTE 2030.

El vocablo que desencadenó en un tendal de interpretaciones es la palabra transformación, que tiene una sinnúmero de acepciones.  A modo de ejemplo, puedo citar algunos sinónimos de este estigmatizado vocablo: adaptación – cambio – conversión – elaboración – evolución – fermentación – metabolismo – metamorfosis – modificación – muda – mutación – novedad – proceso – reforma – renovación – revolución – salto – transfiguración – transición – transmutación – trueque – variación – vuelco.

En el webinario educativo transmitido hace unos días por el diario El Nacional, la Dra. Nancy Benítez, directora de Desarrollo Educativo  del MEC, panelista invitada de dicho webinario, presentó un vocablo nuevo en idioma guaraní, con el fin de reducir la tensión que causa la palabra transformación en la población, especialmente entre los padres de familia y  sectores políticos que no están de acuerdo con el PNTE.

El vocablo que presentó la Dra. Benítez, en su esencial y pertinente disertación es: hoky pyahu, que significa un renuevo, un renacimiento de la vida, un inicio de vida, entre otras acepciones,  dependiendo del contexto. Por otra parte, el moderador del webinario sugirió otro vocablo en guarani: potykuru, que significa pimpollo, un brote nuevo que también implica el inicio de una nueva vida.

Es interesante cómo nuestras lenguas nos dan las herramientas para ir definiendo conceptos que se vuelven complicados con el correr del tiempo o  por el desarrollo externo mismo de la lengua. El castellano, por un lado, la palabra transformación se ha estigamatizado por el prefijo “trans” que seguramente los que están en contra del PNTE la han vinculado directamente con la idea de la ideología de género y otras cuestiones que la llevan a su rechazo.

En mi opinión, hoky pyahu y potykuru, nos acercan más a lo que realmente el sistema educativo necesita: un renacer, una nueva vida, en la que los niños y jóvenes paraguayos puedan  vislumbrar un futuro educativo de calidad.

Lo que sí me preocupa es la visibilización de otros problemas colaterales que emergieron debido al comunicado de la UE, uno de ellos es que Paraguay, con tres hidroeléctricas a cuestas, tenga que pedir limosna para articular programas que deben ser solventados, administrados y ejecutados por el propio Estado, como los siguientes: la merienda escolar, provisión de útiles escolares y reparación de escuelas. ¿Significaría esto que el Estado no incluye o no organiza correctamete el presupuesto general para la educación. Se sabe que es bajo el presupuesto, y se sabe el gasto público en educación no llega a lo recomendado por la Unesco.

En este espectro, dependemos de limosnas para que nuestros niños se alimenten o que puedan escribir con los útiles que nos proveen nuestros hermanos ricos. Algunos sectores del Estado se lamentan y atacan que no se recibirá más la donación, la prensa vinculada a algunos sectores interesados en esta batahola derrocha tinta en instalar que los pobres niñitos ya no tendrán merienda ni útiles (es el aichinjaranganismo reloaded) y una  sarta de plagueos que ocultan el verdadero problema: la inacción y corrupción de los gobiernos de turno que no hacen bien sus deberes.

Ahora, el estirón de orejas viene de misiones diplomáticas que nos dicen que la donación no incluye manipular o “transformar” la malla curricular del sistema educativo. Okay, my friend! con este cháke debemos cerrar la boca y creer ciegamente en que los administradores de esos fondos no reembolsables harán bien las tareas.

¿Tan ciegos estamos? Quizás los años en los que hemos estado bajo la caridad de países ricos que cada tanto nos tiran sus migajas, nos han  bloqueado el lóbulo central del cerebro que nos impide pensar detenidamente y ver el problema real.

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