Opinión
Educación para la libertad
Hace treinta años, los representantes del pueblo paraguayo, reunidos en Convención Nacional Constituyente, invocando a Dios, se reunieron para aprobar una Constitución Nacional que garantizase la libertad, la dignidad, el pluralismo y el derecho a la educación. La educación, afirmando el compromiso con la patria, es una educación integral, plural, y basada en principios democráticos. Hoy, congregaciones religiosas fundamentalistas anticatólicas unidas a facciones de la derecha radical, nostálgicas de la dictadura militar, se juntan para asaltar la educación y el proceso de transformación de esta para orientarla a la preservación de la libertad, el civismo y la imaginación. El ataque a la educación, sin embargo, es contra la Constitución y contra la sociedad abierta que ella aspira, protege y simboliza.
“La derecha radical critica al cristianismo no por restringir la autonomía individual, sino por inventarla; no por reforzar las desigualdades humanas, sino por desmantelarlas; no por la intolerancia hacia los extraños, sino por la apertura hacia ellos. Tendemos a pensar en los argumentos anticristianos como una característica de la izquierda secular, pero las críticas más antiguas al cristianismo… en realidad provienen de la derecha radical, que teme que el cristianismo corte las raíces humanas en la historia y la naturaleza”, escribe el politólogo norteamericano Matthew Rose.
Los valores políticos de la libertad, la igualdad, y la justicia, son rechazados por el fascismo. El jurista, Carl Schmitt, repudiaba el liberalismo y la democracia de la República de Weimar porque establecía la igualdad ante la ley. Para Schmitt, la política no es un diálogo o debate que reconoce igualdad de derechos, sino un conflicto entre grupos, donde el más fuerte impone y domina sin importar los derechos universales del hombre y ciudadano. La política oficial es la de la deshumanización, exclusión, marginalización del diferente y disidente. El irracionalismo y concepción antiigualitaria de la sociedad, y como dijo Mussolini en la Scala de Milán “Todo en el Estado, nada fuera del Estado”.
Antes que la Carta Magna de 1215, que la Gloriosa Revolución 1689, que las revoluciones de EE. UU. y de Francia, los valores de la libertad, igualdad, tolerancia y fraternidad las encontramos en las palabras de Jesús y en el catolicismo: “¿Quién es mi madre, y quiénes son mis hermanos? Y mostrando con la mano a sus discípulos, dijo: Estos, dijo, son mi madre y mis hermanos. Porque cualquiera que cumpliere la voluntad de mi Padre que está en los cielos, ese es mi hermano, mi hermana y mi madre”. Y en el Sermón de la Montaña: “Tratad a los hombres de la misma manera que quisieras que ellos os tratasen a vosotros. Si amáis a los que os aman, ¿qué mérito es el vuestro? Porque también los pecadores aman a quien los ama a ellos. Y si hacéis bien a los que bien os hace, ¿qué mérito es el vuestro? Puesto que aun los pecadores hacen lo mismo… Empero, vosotros amad a vuestros enemigos, hacen bien, y prestad, sin esperanza de recibir nada por ello… Sed, pues, misericordiosos, como también vuestro Padre es misericordioso”.
Los objetivos de la Ley 6659/20 que aprueba el Convenio de Financiación entre la Unión Europea y el Paraguay para el programa de Transformación Educativa, de garantizar una educación inclusiva equitativa y de calidad y promover oportunidades de aprendizaje durante toda la vida para todos y lograr la igualdad entre los géneros y empoderar a todas las mujeres y las niñas, están en consonancia con el Nuevo Testamento y con los preceptos constitucionales de 1992, establecidos para preservar la democracia y ejercer la libertad de pensamiento y expresión para imaginar mejores futuros para la patria.
La Constitución establece que toda persona tiene derecho a la “educación integral y permanente” en el contexto de la “cultura de la comunidad” con la finalidad del “desarrollo pleno de la personalidad humana y promoción de la libertad y la paz, justicia social, la solidaridad, la cooperación y la integración de los pueblos”, el respeto de los derechos humanos y los principios democráticos, la afirmación del compromiso con la patria, de la identidad cultural y la formación intelectual moral y cívica, así como la eliminación de los contenidos educativos de “carácter discriminatorio”. Se garantiza el derecho de aprender y la igualdad de oportunidades a los beneficios de la cultura “sin discriminaciones”, la libertad de enseñar y el derecho al pluralismo ideológico. La nuestra es una Constitución de una sociedad abierta, con espacios para ejercer el civismo, desarrollar la personalidad, y educarse plenamente.
Desde la perspectiva de la extrema derecha, sin embargo, el cristianismo es un antivalor: “el cristianismo fractura la solidaridad comunal, dividiendo la sociedad en esferas seculares y religiosas, y las identidades en públicas y privadas. Intenta unir a la humanidad a través de la doctrina de la igualdad humana, pero este ideal (y sus sustitutos seculares) solo empeora la división social, en lugar de curarla. Porque si los seres humanos comparten la misma naturaleza y propósito, las desigualdades persistentes deben verse como evidencia de injusticia, no como un reflejo del orden natural. La paradoja del individualismo cristiano, entonces, es que socava los fundamentos sociales de los que dependen los individuos. El cristianismo también perturba nuestra relación con la historia, debilitando las tradiciones y los lazos de la memoria que nos unen a los antepasados. El cristianismo es antitradicional en un aspecto evidente: requiere que los gentiles adopten la historia sagrada e incluso la deidad de otra comunidad, conectando sus creencias más profundas con las experiencias únicas de un pueblo extranjero. Quizás ningún aspecto de la vida cristiana es espiritualmente tan desarraigador”. (Rose).
Obviamente, esta perspectiva de la ultraderecha que ahora lleva adelante su asalto a la transformación educativa, distorsiona los valores del cristianismo y la misión del educador, pero no obstante congregaciones cristianas de extrema derecha (anticatólicas) se unen a facciones políticas de extrema derecha para hacer un discurso nativista, chauvinista y oscurantista, contraria a la sociedad abierta. Paradójicamente, en este esfuerzo por retroceder la democracia en el Paraguay, esta coalición religioso neofascista sigue el pensamiento Lenin, quien dijo: “Si no están con nosotros, estarán contra nosotros”.
El pedagogo paraguayo Ramón Indalecio Cardozo apoyó la transformación educativa en el Paraguay de su tiempo. Por ejemplo, escribió obras de vanguardia como Pedagogía de la Escuela “Activa”, Pestalozzi y la “Educación Contemporánea”. Cardozo miró a Europa, estudiando las enseñanzas del pedagogo suizo Johann Pestalozzi, quien promovió la necesidad de la libertad en la educación del niño, defendiendo su individualidad y la necesidad de que los maestros fueran preparados para lograr un desarrollo integral del alumno más que para implantar los conocimientos, en forma mecánica: “La educación es desarrollo natural, progresivo y sistemático de todas las facultades”. Las ideas de Cardozo y Pestalozzi están en la Constitución de 1992, y Cardozo habría otorgado muy seguramente la vigencia de un convenio con la Unión Europea para beneficio de la educación en el Paraguay.
Sobre la importancia de la educación en la construcción de una sociedad aspiracional que defiende los valores de la libertad, igualdad, y fraternidad, la filósofa norteamericana Martha Nussbaum escribe sobre la importancia de la educación en libertad: “La educación es una meta, pero también es una oportunidad. Cuando la sociedad se compromete con la educación, se compromete también con su propia estabilidad futura, no sólo en materia económica, sino también en la consecución de sus fines políticos. La educación será uno de los principales escenarios en los que tendrá lugar la formación de una simpatía políticamente apropiada a, y en el que se desalentarán las formas inapropiadas de odio, disgusto y vergüenza”.
La era digital, en la que la desinformación y populismo se amplifican mediante las nuevas tecnologías, es fundamental una educación integral, critica, cívica, además de dotar a los niños y jóvenes de las herramientas para protegerlos de la deshumanización, el disgusto, y la vergüenza que muchas están expuestos en las redes, y también de la desinformación y manipulación de la verdad por parte de proyectos autoritarios monocromáticos.
Sandor Lederer, joven húngaro, explicó a Ben Rhodes, asesor de Obama, el libreto con el que Viktor Orban transformó Hungría de una sociedad abierta a un sistema autoritario: “Gana las elecciones a través del populismo de derecha que aprovecha la indignación de la gente por la corrupción y las desigualdades provocadas por la globalización desenfrenada. Enriquece a los oligarcas corruptos que a su vez financien tu política. Crea una gran máquina de propaganda partidista. Rediseña los distritos parlamentarios para afianzar tu partido en el poder. Llena los tribunales con jueces de derecha y erosionen la independencia del Estado de derecho. Mantenga a las grandes empresas de su lado con impuestos bajos y trato favorable. Demonice a sus oponentes políticos a través de la desinformación en las redes sociales. Ataque a la sociedad civil utilizando como una herramienta a George Soros. Preséntate como único defensor legítimo de la seguridad nacional. Envolver todo el proyecto en un mensaje nacional cristiano que apela a la añoranza de un gran pasado. Ofrece un sentido de pertenencia a las masas desafectadas. Atacar al Otro sin tregua”.
En la transformación educativa, hay más en juego que la educación. El pueblo, gobierno, padres, alumnos, Iglesia, todos deben abrir un diálogo abierto y constructivo, oír a todas las partes, hasta lograr un consenso ecuménico sobre una educación para la libertad.
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Hilda Cena de Silguero
8 de diciembre de 2022 at 08:04
La educación está en riesgo. La cultura, la libertad, la capacidad de defenderse, la capacidad de pensar y expresarse está en riesgo. La tolerancia está en riesgo. Todo está en riesgo si dejamos que unos líderes oportunistas sigan desinformando y beneficiarse de la ignorancia de la masa