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Opinión

Lo que dejó el Tapiti Ñaña (Conejo Malo)

POR Martín Ramírez Machuca
Dr. en Lingüística, Lenguas, Filosofía, Educación y Didáctica. Universidad de Kiel, Alemania.

Hace poco, la juventud paraguaya, la nueva generación, entiendo que no sería la de los baby boomers, sino de la que está más digitalizada y más abierta de mente y que puede comprender los delirios del mundo mejor que los mayores, estuvo de parabienes con la venida del Tapiti Ñaña (Conejo Malo).

Según las imágenes, noticias, comentarios de los que participaron, se puede inferir que fue un evento de grandes magnitudes, considerado, además, por lo expertos locales como uno de los conciertos más emblemáticos de esta generación por tratarse de un artista de alto vuelo y muy abierto en cuanto a su tendencia y tolerancia, es decir, puede vestirse de mujer, de vaca, de conejo o de lo que quiera sin importar lo que diga la gente, por mí, puede hacer y vestirse de lo que se le dé la gana.

La Olla azulgrana explotó y se llenó de almas de valientes jóvenes que esperaron con resiliencia desde muy tempranas horas para ingresar al estadio donde verían al ídolo del momento. Para muchos no fue tan agradable, pues al inicio en la entrada de la Olla hubo forcejeos, desmayos, problemas de todo tipo para el ingreso. Luego de iniciado el evento, muchos no tuvieron acceso al estadio por detectarse que las entradas que algunos tenían en su poder eran supuestamente falsificadas, o por alguna brujería o macumba, esos boletos no fueron aceptados.

A lo que voy es, por un lado, ¿cómo y quién controla estos eventos de gran magnitud en el país? No sé si APA aún controla estos eventos, pero de acuerdo a las últimas informaciones de la prensa, la SET puso sus manos directamente sobre la empresa organizadora por detetectarse varias irregularidades de orden fiscal y otros permisos que debiera tener la organización de un evento de tal magnitud, amén de la seguridad que debe ofrecer para tanta cantidad de personas que convocó dicho espectáculo. Por otro lado, una fervorosa juventud reunida para cantar juntos Yo perreo sola o Callaíta y otras canciones con alto “contenido literario” y candidato  a un Nobel de Literatura, si fuera el caso de este espectador: okairóta Bob Dylan.

Se respetan los gustos, cada generación tiene una marca que va acuñada a su historia de vida, pero sí se podría decir que los textos de estas canciones que invaden el mercado y alienan a los jóvenes con sus perreos, desde mi visión, no tienen un ápice de calidad literaria ni encierran un mensaje moral  o aleccionador para los jóvenes, excepto que tienden a motivar, alentar, activar la estimulación temprana de la sexualidad, especialmente en los púberes y adolescentes. No lo digo solamente por el contexto conservador de Paraguay, sino a nivel internacional que afecta a la cultura latinoamericana y que consume este tipo de música.

La Olla estuvo repleta, hubo escaramuzas para acceder al recinto, hubo estafados por la venta de supuestas entradas falsificadas, y a la postre, hubo supuestas irregularidades de orden de control financiero del evento.

El Conejo Malo comió zanahoria, hizo perrear a muchos y luego se mandó mudar llevándose, seguramente, una buena cantidad de dólares. Si miramos fuera del contexto de lo que ocurrió en la Olla, la miseria de los alrededores del barrio Obrero y los problemas sociales que diariamente agobian al pueblo paraguayo, fueron totalmente olvidados por estas casi 50 mil personas que “perrearon” con gusto por un buen tiempo.

Cuando se le pide la sociedad que acompañe los reclamos sociales, esa misma fuerza que ha colmado la Olla no se visibiliza, no se presenta como paraguayo patriota nacionalista, ¿dónde está? Hace poco se realizó el Censo Nacional 2022, y no se pudo completar la cantidad de censistas para realizar adecuadamente el censo.

Más allá de la visible precaria organización del evento, deberíamos analizar la conyuntura sociopolítica que envuelve actualmente a nuestros jóvenes. Ofrecer espectáculos masivos sin un claro contenido moralizador o, por lo menos, que no lesione el comportamiento ético de los jóvenes que acuden como autómatas a esos eventos, sería un gran desafio para las empresas que se dedican a mover el negocio de los espectáculos en el país.

Aún recuerdo el impacto que tuvo en décadas pasadas el ballet ruso del teatro Bolshói, la puesta teatral de la obra San Fernando y el Festival Internacional de Guitarra Clásica, bajo la dirección de la consagrada Berta Rojas.

Estos eventos también fueron masivos, pero con un alto nivel cultural, que motivaron y dejaron huellas positivas en los ciudadanos.

Entiendo que es hora de cuidar a los niños y jóvenes del país, prepararlos para el futuro, que sean buenos ciudadanos para levantar este alicaído país.

 

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