Opinión
Divorcio al son del “Waka waka”
Los seguidores de la popular cantante colombiana Shakira se quedaron consternados por la noticia de la separación de la pareja que se formó gracias al Waka waka en al año 2010. Las revistas rosa, las que se encargan de difundir este tipo de noticias, han catalputado la novedad a niveles exacerbantes, especialmente cuando la cantante reveló los pormenores de su último disco que haría alusión a la tan mentada separación. A diario se leen noticias de separación de estrellas de televisión, cine o lo que lo que se pueda consumir por los fanáticos de la farándula.
El morbo que genera este tipo de noticias es impresionante, la masa superficial quiere estar informada y saber cómo les va a sus ídolos, se alegran con su victorias, éxitos y lloran con sus desgracias o pérdidas. Por una parte, parece ser el síndrome de Estocolmo, pero en tono rosa.
No se puede negar que muchas personas tienen sus ídolos desde pequeños, adolescentes o incluso ya mayores. En mi época de escuela, me gustaba una serie llamada El Cisco Kid, como no todos tenían la suerte de tener televisión en esa época, después de la escuela iba con mis compañeritos al almacén del barrio para mirar la serie. En esa época, todos queríamos ser como El Cisco Kid. Cosas de niños que, luego con el correr del tiempo, se va diluyendo hasta entender lo que la vida real significa.
Regreso al tema del momento: Shakira y su separación que está en boca de todo el mundo. Es interesante cómo se genera una increíble burbuja mediática cuando se trata de personas famosas, personas con mucho caudal de dinero y personas influyentes en la sociedad; salta al instante, y los medios se hacen eco para instalar cierto tipo de sentimientos en los seguidores.
Conectémonos con el realidad a nivel local, ya no existe el Cisco Kid ni Shakira sacude tanto con su Monotonía, sino con lo que establece la ley en cuanto al divorcio en nuestro país. Según la ley actual, el divorcio de dos personas, cuyo matrimonio por algún motivo ya no funciona, en una versión resumida, el trámite no debería durar seis meses, pero ese no es el caso, hay situaciones que duran años y años hasta que salga sentencia final, mientras los protagonistas se encuentran atrapados en una cárcel social de la que no pueden disponer de sus bienes, de sus hijos, de sus círculo de amigos, de su profesion y de una serie de acondicionamientos como consecuencias del divorcio.
La vida común de las personas se vuelve un vía crucis incluso en el trámite de un simple divorcio por mutuo consentimiento: Dios nos guarde cuando la situación no se trata de un divorcio consentido. Para el simple de a pie no hay flashes, no hay prensa, no hay noticias ni sueltos que ventilen o publiquen los pedidos de divorcio que existen en el país. Será porque es un país altamente “conservador” y “provida” y que no tolera que la magia del “hasta que la muerte los separe” no funcione.
No soy fan de Shakira ni del futbolista, pero lo lógico y sano para los hijos, claro si los hubiese dentro del matrimonio, es una separación consensuada, conversada y socializada con los propios hijos, con el fin de no llegar a niveles traumáticos y largas historias judiciales de demandas de todo tipo. Algunos incluso terminan en tragedia. En esta línea, los responsables de legislar deben imperiosamente analizar esta situación por la que muchos connacionales están pasando. El proceso de divorcio en el país es engorroso, largo, caro y, al final de cuentas, destruye el componente nuclear que es la familia, pues al no acelerar el proceso, los miembros sufren cada paso del tortuoso camino.
En el gobierno anterior se han hecho modificaciones de la Ley n.º 45/91 que han eliminado los plazos para solicitar el divorcio, aunque al paracer aun no funcionan adecuadamente los cambios realizados.
En cuanto a los costos también es una barrera para los que no están en la línea de la Waka waka. Los precios oscilarían de 4 a 14 millones de guaraníes, o más incluso, pero siempre depende de la cara del cliente.
Por su lado, la Iglesia Católica también se ha planteado agilizar y alivianar la carga de los matrimonios que ya no pueden seguir juntos, claro, siempre de acuerdo a los casos específicos que la Iglesia permitiese. Según las fuentes, para la anulación de un matrimonio por la Iglesia, ya no se necesitaría acudir al Vaticano, sino que se podría solicitar en las Diócesis a las cuales pertenecen los matrimonios.
Ya que estamos en un tren de debates y de transformaciones, conviene también debatir sobre el divorcio a nivel local, y cuáles son los problemas estructurales jurídicos que encierra este complicado paso para disolver una unión que ya es imposible de llevar adelante.
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