Nacionales
El amor en la naturaleza
Señal de amor, una flor en la boca. Foto: Carlos Ortega.
El amor en la naturaleza, particularmente entre las aves, es un tema fascinante y que ha llamado la atención no solo de científicos sino también de la ciudadanía en general. Las aves tienen una gran variedad de comportamientos que pueden compararse con los conceptos humanos de amor, cuidado y afecto. Y esto puede ver en algunas de las imágenes captadas por Carlos Ortega, quien me ha motivado a escribir sobre el tema gracias a sus fotos. Estos comportamientos de las aves incluyen rituales de cortejo, danzas de apareamiento, cantos y vocalizaciones, y la construcción de nidos y comportamientos muy particulares para criar a sus polluelos. También cuentan con un conjunto de comportamientos que se nos presentan como rasgos para el cuidado y el cariño mutuo, como es el caso del acicalamiento, y también de la alimentación, no solo de los pichones, sino que muchas veces la pareja provee alimentos mientras la otra está cuidando los polluelos.
Muchas especies de aves son monógamas, es decir que tienen una pareja al menos durante una temporada de reproducción y, a veces, de por vida. Por ejemplo, los cisnes, los albatros y algunas águilas forman vínculos de pareja a largo plazo. Estos vínculos son cruciales para la supervivencia de sus crías, ya que ambos padres suelen compartir responsabilidades como la incubación de huevos y la alimentación de los polluelos.
Los rituales de cortejo son particularmente elaborados en algunas especies. Los machos construyen estructuras intrincadas llamadas enramadas, que decoran con objetos de colores brillantes para atraer a las hembras. O construyen complicados y vistosos nidos. Del mismo modo, los machos de las aves del paraíso realizan elaboradas danzas y muestran su vibrante plumaje para cortejar a posibles parejas. También en nuestro entorno las aves hacen vistosos despliegues de danzas, plumas y colores para mostrarle a la hembra que “él es el mejor partido”, una vez más, la hembra decidiendo con quién perpetuará sus genes.
Las aves también se acicalan mutuamente, que es una forma de cuidarse y limpiarse. Este comportamiento no solo ayuda a mantener sus plumas en buen estado, sino que también fortalece el vínculo entre parejas. Este tipo de comportamiento, que a veces lo vemos también en los monos, no es más que parte del fortalecimiento de los vínculos y del cuidado del uno por el otro, lo que puede presentársenos como muestras de amor o de cariño.
Si bien estos comportamientos están impulsados por el instinto de reproducirse y garantizar la supervivencia de la especie, pueden parecer a nosotros, los observadores humanos, como expresiones de amor y cuidado dentro del mundo natural. Sin embargo, es importante tener en cuenta que aplicar las emociones humanas al comportamiento animal es una forma de antropomorfismo, y lo que percibimos como "amor" puede no tener las mismas connotaciones para las aves y otros animales. Sin embargo, es importante que sepamos que existen evidencias que algunos animales (no humanos) parecen amara y ser amados, a pesar de que el amor implica también el cuidado de una forma íntima, y esto viene de recientes avances en el reconocimiento de las emociones de los animales. Hemos siempre sabido que los sentidos y las intuiciones, las emociones y las facultades como el amor, la memoria, la atención, la curiosidad, la imitación, la razón serían exclusivos del ser humano; pero esto no es así hoy, muchas de estas características se encuentran en estado incipiente e inclusive desarrollado en diferentes especies animales, inclusive animales inferiores. El amor parece ser estar dentro de estas cualidades.
Los animales exhiben comportamientos que sugieren que experimentan una variedad de emociones, que podrían considerarse como sentimientos de acuerdo con nuestra percepción de los mismos. Muchas especies muestran signos de miedo, alegría, angustia, emoción e incluso dolor. Por ejemplo, se sabe que los elefantes lloran a sus muertos, y los perros pueden mostrar signos de alegría cuando interactúan con sus compañeros humanos. Sin embargo, interpretar las emociones de los animales puede ser un desafío, ya que es posible que no experimenten estos estados de la misma manera que los humanos. El atribuir a los animales sentimientos similares a los nuestros es algo que se sigue estudiando, pero no podemos dejar de comparar y entrelazar lo que sentimos cuando vemos actos que se parecen a nuestros actos de amor. Lo importante, creo yo, es que no debemos confundirnos, y no siempre lo que vemos es lo que realmente es. A menos que estemos malinterpretando lo que nosotros creemos que es amor, y en realidad estemos ocultando o queriendo ver lo que la información genética nos dice o nos empuja a hacer. No obstante, el estudio de las emociones animales es un campo creciente en etología, y continúa proporcionando información sobre la vida emocional de los animales. ¿Te has puesto a pensar en nuestros comportamientos y el de los animales? Cuál es la razón de su existencia, un tema para seguir debatiendo.
Gracias, Carlos, por motivarme con este tema.
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