Nacionales
El increíble movimiento de las plumas
El tingazú (Piaya cayana) abriendo sus plumas. Foto: J. M. Paredes.
Siempre me fascinó ver el movimiento de las plumas en las aves, y uno podría asociarlo a lo mismo que ocurren con nosotros y nuestros pelos. Finalmente, los pelos que nosotros tenemos como mamíferos, o las escamas de los reptiles, como las plumas de las aves son elementos que han evolucionado con diferentes roles, como apéndices tegumentarios que se dan por un proceso entre la dermis y la epidermis, proceso de inducción entre ambos tejidos. Hasta los cuernos tienen un origen muy similar si pudiésemos ver cómo van apareciendo en los seres vivos desde el momento de la gestación. Las plumas a diferencia de los pelos tienen terminaciones nerviosas y obviamente causan dolor al ave cuando se lastiman, se cortan, se arrancan. El conjunto de plumas que se conoce como plumaje da cobertura externa al ave y la aísla del ambiente circundante, es decir la protege del frío y del calor, pero también las plumas tienen otras funciones, además de la protección contra el frío, el calor, y el agua, tiene funciones claves para el vuelo, ya que es lo que sustenta al ala, y juega un rol estratégico en la comunicación y en la reproducción como ya hemos visto.
Pero vuelvo al tema que quiero compartir con ustedes hoy, la habilidad de mover las plumas, como si tuviésemos nosotros la habilidad de mover los pelos o cabellos. Es cierto que se mueven en nuestro cuerpo, no en vano se nos “eriza” la piel, o cuando decimos muy desde adentro chemopirĩmbaite, o cuando hay cambios de temperatura, cuando nos asustamos, pero todo es involuntario. Ocurre sí en nuestro cuerpo como una respuesta fisiológica a ciertas condiciones. Pero miremos a las aves y dejemos de lado formas y colores de las plumas, su ubicación también, quizás hablemos más adelante, pero enfoquémonos en la capacidad de moverlas y para qué lo hacen, y más llamativo aún, con qué habilidad lo hacen, que surge de la voluntad de lograr algo, como si yo pudiese erizar mis pelos para lograr un cometido.
Las plumas son fundamentales para que las aves puedan volar. Al mover sus plumas, las aves pueden ajustar la forma y el ángulo de sus alas, lo que les permite generar sustentación y controlar su vuelo. Por ejemplo, cuando un ave extiende sus alas completamente, aumenta la superficie y crea más sustentación, lo que le permite volar o deslizarse por el aire. Por otro lado, cuando un ave dobla sus alas firmemente contra su cuerpo, reduce la resistencia y permite un vuelo más rápido y eficiente. Imagino que ya han visto esto. Existen otros movimientos que no están relacionados con el vuelo, ya que las aves pueden mover sus plumas para exhibirlas y lo hacen de varias maneras para transmitir diferentes mensajes. Por ejemplo, cuando un ave levanta las plumas de la cabeza o el cuello, podría estar indicando agresión o territorialidad. Algunas aves parece que también usan sus plumas para señalar sumisión o atraer a la pareja durante los increíbles rituales de cortejo.
Un tema no menos importante del movimiento de las plumas tiene que ver con la necesidad del ave de ajustar la cantidad de aire atrapado entre ellas, ya que esto actúa como aislamiento. Cuando hace frío, las aves se hacen más “gorditas” o se esponjan para crear más bolsas de aire, atrapando el aire caliente cerca de sus cuerpos. Por el contrario, cuando hace calor, las aves pueden aplanar sus plumas para permitir que el aire circule y las enfríe. Imagínense que nosotros tuviésemos una capacidad similar, y obviamente esto justifica la presencia de las terminales nerviosas en las plumas.
En muchos casos, y en los machos principalmente se hacen exhibiciones que implican abrir y extender sus plumas en patrones o colores únicos. Todos conocen al pavo real y su comportamiento, los machos de pavo real abren las largas y coloridas plumas de su cola formando un magnífico abanico para impresionar a las hembras. Estas exhibiciones muestran la aptitud física y la calidad genética del macho y ayudan a atraer pareja.
En resumen, las aves mueven y abren o cierran sus plumas por diversas razones, incluido el control de vuelo, la comunicación, la termorregulación y las exhibiciones de cortejo. Cada movimiento y exhibición tiene un propósito específico en el comportamiento y supervivencia del ave. Quiero invitarlos a mirarlas más de cerca, observar su comportamiento y cómo este se asiste con el movimiento de las alas, e imaginarnos comportamientos similares nuestros que podrían cumplir con esos propósitos, si tuviésemos esas extensiones tegumentarias conocidas como plumas.
Agradezco las fotos tomadas por José Maria Paredes, que ilustran lo mencionado en este artículo.
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