La alimentación en esta época del año debe estar compuesta por comidas livianas y fáciles de digerir, también debe ser rica en agua y líquidos, lo que ayudará a soportar mejor el calor y a brindar mayor sensación de bienestar, señala la Dirección de Vigilancia de Enfermedades No Transmisibles.

La ingesta de frutas y verduras son una excelente forma de aportar líquido al organismo, además de nutrirlo.

Las frutas y verduras son los alimentos “estrella” en la alimentación diaria, ya que tienen un alto contenido de agua, vitaminas, minerales y fibra, están al alcance de todos y son muy saludables para el cuerpo.

En lo posible, consumir preferentemente frutas y verduras de estación, que por lo general son mucho más económicas, entre estas se encuentra el mango, la piña, la sandía, el melón. Se recomienda consumir al menos tres frutas y dos porciones de verduras por día, incluyendo por lo menos una vez al día verduras crudas. Para evitar sobrecargar el trabajo digestivo es aconsejable realizar varias comidas al día (cinco), cuidando las porciones.

Por otra parte, mantenerse bien hidratado es muy importante en cualquier época del año, pero más aún en el verano; debido al intenso calor, existe mayor posibilidad de deshidratarse. Hay que recordar que la sed se presenta cuando ya existe cierto grado de deshidratación, por lo cual es indispensable anticiparse a la sensación de sed. Es importante ingerir no menos de 2 litros de agua durante el día. También se pueden incluir jugos y licuados naturales de frutas o verduras y aguas saborizadas de manera natural (agregar rodajas de frutas o verduras al agua).

Además de las frutas, verduras y líquidos, también deben formar parte de la alimentación diaria los cereales, las carnes magras, la leche, yogur y quesos frescos, siempre manteniéndolos a una temperatura óptima para evitar romper la cadena de frío.

Cuidar la higiene al manipular alimentos

Durante el verano también existe mayor riesgo de contraer las denominadas Enfermedades Transmitidas por Alimentos (ETAS). Estas se manifiestan generalmente con diarreas y/o vómitos unas horas o inclusive días después de la ingesta de alimentos o agua contaminados, motivo por el cual las medidas primordiales que se deben adoptar son la correcta conservación (mantener cadena de frío) y manipulación de los alimentos.