Nacionales
Humedales: ecosistemas que necesitamos proteger como fuente de vida
Aves acuáticas en el pantanal paraguayo. Foto: Alberto Yanosky
El pasado dos de febrero se celebró el Día Mundial de los Humedales en conmemoración de la fecha que se adoptó la Convención sobre los Humedales en 1971 conocida como Convención Ramsar (Irán), un tratado cuyo fin es conservar los humedales de todo el mundo, de la cual el Paraguay es signatario a través de su Ley 350 de junio del 1994. En esa Ley, el Estado paraguayo se compromete a conservar y utilizar sustentablemente sus humedales.
Pero ¿qué es un humedal?, un humedal es un área terrestre que tiene agua permanente o estacional, por eso no solo incorpora lagos, lagunas y ríos, sino también llanuras de inundación, bañados, esteros y pantanos.
También la Convención incorpora a los humedales artificiales, por lo que los estanques que producen peces, los arrozales y los embalses son humedales de tipo artificial.
La Convención llama este año a destacar a los humedales como fuente de agua dulce, un bien tan preciado y que, en Paraguay, por lo general no valoramos ni lo conservamos, ya que tenemos “por ahora” agua en cantidad y en calidad. Se hace un llamamiento a restaurar los humedales dañados por nuestra actividad humana y detener la pérdida de estos.
La crisis que enfrenta el planeta por la disponibilidad y acceso de agua dulce es conocida e inclusive algunos mitos en cuanto a la apropiación del agua dulce. Todos saben que la vida depende del agua, y el funcionamiento de todos los sistemas incluyendo los productivos requieren de este vital elemento. La Convención nos indica que el agua y los humedales están unidos en una convivencia inseparable que es vital para la vida, nuestro bienestar como sociedad y la salud del planeta.
Tenemos agua y tenemos aire, los damos por hecho y que nunca se acabarán. Pero estas condiciones básicas como el aire que respiramos o el suelo y las que producen nuestros alimentos, que nos brindan el agua que bebemos y los sistemas que nos dan refugio y recreación, no se perpetuarán. La economía de Paraguay se caracteriza por la predominancia de los sectores agroganaderos, entre otros. Si nos fijamos con más detalle, vemos que la agricultura (y la soja), la ganadería (y la carne), y el agua (las represas hidroeléctricas) generan gran parte de la riqueza económica de Paraguay, en cuyos casos los humedales son claves para su funcionamiento como sistemas productivos.
Los bosques, los pastizales y los humedales asociados captan el agua que hacen posible que exista flujo hídrico en ríos y arroyos, que se alimenten los acuíferos que nos proveen de agua que extraemos de estas condiciones subterráneas, y también nos permiten mantener grandes lagos que posibilitan la producción de energía eléctrica.
Sin el agua no habría producción agrícola, ganadera ni de energía. Los humedales son sistemas complejos que albergan y generan vida, tienen una gran diversidad biológica que requiere de una buena calidad de humedales, que además retroalimentan el sistema dándole funcionalidad, dándole vida.
Existen muchas especies que su simple mención nos transporta a los humedales, como las garzas, los patos, peces, ranas y sapos, las nutrias, los yacarés, y hasta muchas plantas acuáticas asociadas al agua además de cumplir su función nos ha permitido utilizarlas para depurar zonas contaminadas, como en los famosos humedales artificiales que usan totora, juncos y nenúfares, entre otros.
Existen seis Humedales de Importancia Internacional, con casi 786 mil hectáreas, sobre los cuales Paraguay debe reportar a la Convención sobre su Estado de Conservación.
Existen otros sitios que vienen siendo discutidos para ser incluidos en la Convención, como la Bahía de Asunción y Banco San Miguel, declarada por Ley en el año 2005 y con el mandato expreso de que se candidate el sitio.
La degradación de muchos de estos sitios, la insostenibilidad en el uso de los recursos, la falta de presencia de las instituciones de gobierno y la falta de conciencia y educación sobre el inestimable rol que tienen los humedales puede jugarnos una mala pasada en el corto plazo.
Basta un ejemplo con el famoso y emblemático Lago Ypacarai, o el poco conocimiento del enigmático Lago Ypoa, o la poca protección y resguardo que se le dio a Laguna Blanca. Basta con ser consciente de lo que llamamos lago es en realidad laguna, y lo que llamamos laguna es en realidad un lago.
Creo que esta falta de compromiso con los humedales debe cambiar en el corto plazo y comprometernos como sociedad a su conservación y uso sustentable, y exigir a las administraciones de turno una eficiente agenda sobre los humedales y la creación de políticas públicas que aseguren estos ambientes para la generación no solo actual, sino las muchas que están por venir.
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