Nacionales
La parábola sobre “el juicio final”
Pbro. Dr. César Nery Villagra Cantero
“Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria acompañado de todos sus ángeles, entonces se sentará en su trono de gloria. Serán congregadas delante de él todas las naciones, y él separará a los unos de los otros, como el pastor separa las ovejas de los cabritos. Pondrá las ovejas a su derecha, y los cabritos a su izquierda. Entonces dirá el rey a los de su derecha: “¡Venid benditos de mi Padre, recibid la herencia del Reino preparado para vosotros desde la creación del mundo. Porque tuve hambre y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; era forastero, y me acogisteis; estaba desnudo, y me vestisteis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y acudisteis a mí. Entonces los justos le responderán: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te dimos de comer o sediento, y te dimos de beber? ¿Cuándo te vimos forastero, y te acogimos; o desnudos y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o en la cárcel, y acudimos a ti? Y el rey les dirá: ‘En verdad os digo que cuanto hicisteis a uno de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicisteis. Entonces dirá también a los de su izquierda: Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles. Porque tuve hambre, y no me disteis de comer; tuve sed, y no me disteis de beber; era forastero, y no me acogisteis; estaba desnudo, y no me vestisteis; enfermo y en la cárcel, y no me visitasteis. Entonces dirán también éstos: ¿Señor, ¿cuándo te vimos hambriento o sediento o forastero o desnudo o enfermo o en la cárcel, y no te asistimos? Y él entonces les responderá. ‘En verdad os digo que cuanto dejasteis de hacer con uno de estos más pequeños, también conmigo dejasteis de hacerlo. E irán éstos a un castigo eterno, y los justos a una vida eterna”.
(Evangelio según san Mateo 25,31-46; Solemnidad de Nuestro Señor Jesucristo, Rey del Universo)
La parábola que conocemos bajo el nombre de “el juicio final” constituye un texto clave para comprender el Evangelio según san Mateo. La escenografía de carácter apocalíptico (Mt 25,31-33.46) presenta al Hijo del hombre en su gloriosa venida, sentado en su trono y acompañados de ángeles ante quien se reúnen todos los pueblos de la tierra. Ante él se separan – a la derecha y a la izquierda, respectivamente – toda la humanidad. Se trata de la venida última y decisiva del Hijo del Hombre (vv. 31-33) el cual es representado con los signos elocuentes de su poder sobre todo el género humano. La separación de la humanidad, en dos grupos, representadas por las ovejas y la cabras, nos remite a la imagen mesiánica del pastor, garante de la justicia y del derecho, defensor de los débiles y necesitados (Ez 34,16-22). En el texto se verifica una concentración de títulos cristológicos conferidos a Jesús en su misión escatológica. De hecho él, en el diálogo con aquellos que son puestos a la derecha, es identificado con el título de “rey” que aparece aquí sin una delimitación histórico-geográfica para evidenciar su identidad de Señor escatológico universal.
El Hijo del Hombre, portavoz del Padre, se dirige a aquellos que están a su derecha invitándoles y llamándoles “benditos” (Mt 25,34), es decir, destinatarios de la suprema y perpetua felicidad en presencia de Dios. El Hijo del hombre explica el motivo de la bienaventuranza: “He tenido hambre y me habéis dado de comer, he tenido sed y me habéis dado de beber...” (vv. 35-36). Se enumeran seis situaciones de necesidad y de límites en los que el Hijo del Hombre se ha encontrado y en los que los “benditos” han venido a socorrerlo. Estas necesidades se refieren a tres ámbitos de la experiencia humana: la alimentación (hambre y sed), la inserción social (patria y vestido), la libertad (enfermedad y cautividad).El hambre y la sed expresan la imprescindible necesidad de comer y beber, el deseo de una satisfacción de la que depende la vida misma del hombre que sin alimento y bebida está condenado en el lapso de breve tiempo a la muerte.
Extranjero es aquel que, si bien tiene una nacionalidad propia, religión y cultura, habita en un ambiente que le es extraño y con el que vive en un clima de tensión porque tiende a suprimirlo en su diferente identidad.La desnudez, así como la enfermedad, no indica un estado de malestar solamente físico-material, sino psicológico y moral. La cárcel, por su parte, es, sin duda, lugar de los delincuentes; sin embargo, también es lugar de aquellos que son perseguidos injustamente como los misioneros. La lista de la pobreza, si bien por una parte es solo a modo de ejemplo, por la otra se enumeran aquellas situaciones más reales, presentes en toda forma de cultura y de sociedad, aún en aquellas más elevadas y evolucionadas, como contra signo y fuerte condicionamiento de la identidad y de la existencia de quien la padece.
Los “benditos” no creían, o no sabían, que al hacer el bien a los demás, lo habían hecho a Jesús mismo. El rey les dice solemnemente: “En verdad os digo… cada vez que hicisteis (estas cosas) a estos de mis hermanos más pequeños, a mí me lo habéis hecho”. Por tanto, Jesús afirma estar identificado en la historia con “los hermanos más pequeños”, en griego elajistôn, “pequeñísimos”, condición que alude a la poca importancia con que han sido considerados por los hombres. En consecuencia, ellos son los pobres y necesitados provenientes de cualquier cultura, ambiente o sociedad; aquellos que han vivido situaciones de límite y de sufrimiento que Jesús ha enumerado precedentemente. Así, los justos benditos reciben en heredad el reino porque han socorrido a los pobres y desgraciados.
Al primer diálogo mantenido con aquellos que están a la derecha sigue un segundo con aquellos que se encuentran a la izquierda (vv. 41-45). El Hijo del hombre califica de “malditos” a estos nuevos interlocutores representados por la figura de “las cabras”. El verbo “maldecir” expresa una acción fuerte y dura que no tiene como artífice al Padre. La maldición, de hecho, sanciona la pérdida de la comunión con Dios, con los demás y la relación con la esfera del Maligno. Implica tomar distancia de Dios, oponerse, y rechazar toda solidaridad con los demás. El destino de los “malditos” se describe a través de la imagen tradicional del “fuego eterno”, expresión de la cólera de Dios (Dt 32, 22; Jer 7,20) y de su castigo irreversible (Is 1,31; 66,24).La razón de las maldiciones es exactamente contraria a aquella de las bendiciones: ellos (“los malditos”) no acudieron a socorrer a aquellos que vivieron en la pobreza y en las dificultades, detrás de quienes se encontraba escondido el Señor glorificado. A los malditos, que como los justos plantean la objeción de no haber nunca socorrido a Jesús, el Hijo del hombre, les revela que ellos nunca han ayudado a los pobres y a los marginados con los que Jesús se identificaba.El relato se cierra con el anuncio de dos destinos opuestos: la “condena eterna” y la “vida eterna” (v. 46). Esta doble suerte, al parecer, se funda sobre el esquema de la alianza y pone de relieve una conducta ética bipolar (“los justos” y “los malvados”) que se proyecta al ámbito escatológico.
Brevemente: Este parábola del “juicio final” tiene la función de advertir que cada pobre es el Señor mismo. Jesús afirma así un proceso de identificación entre él – que es glorioso – y los necesitados, que viven en la historia. Esta identificación, aspecto intrínseco en la relación de fraternidad, es tan fuerte que no se encuentra en ningún otro texto evangélico ni mucho menos en la tradición bíblica.El fundamento primero de la fraternidad con los más pobres está en el hecho que también él (el Hijo del hombre) experimentó el rechazo y el dolor que culminaron en su pasión y en su muerte. La segunda motivación de esta fraternidad está en la misma actividad de Jesús que se caracteriza como liberación con relación a los enfermos y excluidos. Su ministerio dirigido a los pobres culmina en la escatología declarándolos “hermanos”. Por tanto, la declaración de la fraternidad se convierte en el culmen y al mismo tiempo en la síntesis de toda la misión de Cristo.
-
Destacado
Peña deja la cumbre del G20 en ambulancia tras sentir dolor en el pecho
-
Lifestyle
“Bungee jumping training”: saltar para estar en forma
-
Política
Falleció el abogado José Fernando Casañas Levi
-
Deportes
¿No habrá premiación si Olimpia grita campeón este domingo?
-
Agenda Cultural
Paraguay e Irlanda celebran el legado de Madame Lynch
-
Deportes
¡Olimpia aguanta con uno menos y conquista su estrella 47!
-
Política
En redes sociales despiden a Casañas Levi
-
Deportes
Preparan “fan fest” para hinchas que no tengan entradas para la Final de la Copa Sudamericana