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¿Por qué la felicidad es importante para la democracia?

Foto: DW

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Joana Meurkens no tuvo un comienzo fácil de año. Cuando el dueño de su apartamento en Nueva York subió el alquiler, la actriz y cantante de 26 años se vio obligada a dejarlo. Ahora alterna entre la casa de su novio y la casa de sus padres.

“El alquiler y los alimentos se han encarecido, los huevos cuestan un dólar cada uno, incluso el metro ha subido de precio. Así que mudarme y ahorrar dinero era la mejor opción”, dice.

Inflación, guerra, polarización política y soledad

Cada vez más jóvenes estadounidenses, como Joana, se sienten insatisfechos con su vida. Según el Informe Mundial de la Felicidad de este año, la juventud ya no es una de las etapas más felices de la vida.

El informe destaca un “cambio preocupante” en esta fase, señalando que los jóvenes en Europa Occidental y América del Norte tienen hoy “el menor nivel de bienestar de todas las franjas de edad”.

El Informe Mundial de la Felicidad, publicado cada 20 de marzo por el Día Internacional de la Felicidad de la ONU, es un estudio global que clasifica a los países según el grado de felicidad de su población.

Este año, EE. UU. obtuvo su peor resultado hasta la fecha, cayendo al puesto 24, un lugar por debajo del año anterior. Hasta 2023, siempre había estado entre los 20 primeros. Alemania quedó en el puesto 22, y el Reino Unido, en el 23.

“Si solo miráramos a los jóvenes, Estados Unidos ni siquiera estaría entre los primeros 60”, dice Jan-Emmanuel De Neve, investigador del Wellbeing Research Centre de la Universidad de Oxford y coautor del informe.

La comunidad es clave para la felicidad

Según De Neve, los jóvenes estadounidenses son menos felices que antes debido al aumento de la soledad, un fenómeno que dejó en claro el informe de este año.

“Hoy en día, los jóvenes tienen el doble de probabilidades de comer solos, en comparación con hace dos décadas. Los hábitos han cambiado: cuando veo a mis estudiantes, comen solos, con el teléfono en la mano. Sin embargo, nuestros datos muestran claramente que las personas que comen en compañía son más felices”, explica.

También vivir acompañado tiene un impacto positivo en el bienestar. Los hogares con al menos cuatro personas son más felices, según los datos.

La disminución de las relaciones sociales también resulta en consecuencias políticas. “Descubrimos que las personas infelices tienen más probabilidades de votar por partidos antisistema”, afirma De Neve.

Juventud en modo de crisis

La juventud de Joana ha estado marcada por crisis y cambios políticos: “Estaba en mi último año de secundaria cuando Trump fue elegido por primera vez”, recuerda. “Luego llegó la pandemia, las clases fueron en línea, y cuando cumplí 21 años ni siquiera pudimos ir a un bar. Hacíamos fiestas por Zoom”.

En una escala del 1 al 10, califica su vida con un 6, similar al promedio estadounidense de 6,7. “Siento que vivo en un estado constante de crisis”, dice.

Finlandia lidera por octavo año consecutivo

A casi 7.000 kilómetros de distancia, Lisa (nombre ficticio), una finlandesa de 33 años, llega a casa tras una larga jornada laboral y comparte sus pensamientos sobre el informe con DW: “Siempre me sorprende un poco que Finlandia ocupe el primer lugar, porque aquí los inviernos son muy oscuros”, comenta.

Lisa vive en Helsinki y califica su vida con un 7, cerca del promedio nacional de 7,7. “Le quitaría un punto por los desplazamientos. Me toma 45 minutos llegar al trabajo, y en Helsinki eso es mucho”, explica.
Seguridad gracias al Estado de bienestar

En Finlandia, el tamaño promedio de los hogares es de menos de dos personas. Lisa, al igual que la mayoría de los finlandeses, vive sola, y a menudo también come sola debido a su ritmo de trabajo.

En América Latina y el Caribe, los hogares suelen tener entre 3 y 5 personas, lo que podría explicar por qué allí se comparte más la comida. Sin embargo, solo dos países de la región están entre los 20 más felices: Costa Rica y México.

“La felicidad no depende solo de compartir comidas o del tamaño del hogar, es una combinación de factores”, explica De Neve. “Los países escandinavos tienen un nivel de riqueza similar al de Estados Unidos, pero en el norte de Europa la riqueza se distribuye de manera más equitativa”, añade.

La felicidad debe ser una prioridad política

La felicidad no es solo un asunto personal, sino que tiene implicaciones directas en la política y la economía, advierte De Neve. La infelicidad contribuye a la polarización política, reduce la productividad e incluso puede representar un riesgo para la democracia.

“Creo que las lecciones están bastante claras”, concluye. “El bienestar de las sociedades depende de un crecimiento sostenible que respete el planeta y de una distribución justa de la riqueza”.

Fuente: DW.

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