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Aprobaron el segundo juicio político al presidente estadounidense
La presidenta del Congreso, Nancy Pelosi
Por segunda vez en apenas 13 meses, el Congreso de Estados Unidos aprobó someter al presidente Donald Trump a un juicio político. Este miércoles, la mayoría demócrata de la Cámara de Representantes y diez republicanos convirtieron a Trump en el primer presidente de la historia del país en tener dos impeachments en su currículum.
A Trump lo acusan de “incitación a la insurrección”, luego de que miles de sus seguidores asaltaron el pasado 6 de enero el Capitolio, donde los legisladores se encontraban certificando la victoria de Joe Biden en las elecciones presidenciales de noviembre de 2020.
El presidente rechaza la acusación y asegura que este proceso es una “continuación de la caza de brujas” en su contra.
El primer impeachment, que acusó a Trump de abuso de poder y de obstrucción al Congreso, no logró la destitución del mandatario, quien fue exonerado por el voto casi unánime de la mayoría republicana en el Senado.
Esta vez, sin embargo, las circunstancias son distintas: el presidente ya no goza del apoyo monolítico del Partido Republicano, que pronto dejará de ser mayoría en el Senado.
Y además este impeachment se da cuando faltan menos de dos semanas para que Trump abandone la Casa Blanca, el 20 de enero.
BBC Mundo te cuenta cuáles son las principales dudas que rodean este nuevo procedimiento que -eso sí- desde ya ha hecho historia al convertir a Trump en el único presidente estadounidense en ser sometido en dos ocasiones a un juicio político.
¿Cómo y cuándo se realizará el juicio?
Una vez aprobado por la Cámara Baja el impeachment, la acusación formal, pasa al Senado que es donde se celebra el juicio político propiamente y una condena requiere una votación de dos tercios.
Gracias al control que tienen sobre la Cámara de Representantes, los demócratas pueden decidir cuándo enviar la acusación al Senado, que tendría que iniciar el juicio inmediatamente.
Este miércoles no había quedado claro cuándo ocurrirá esto pues el liderazgo demócrata evalúa cuál es el mejor momento para hacerlo de forma que el proceso no ensombrezca ni dificulte los primeros 100 días del gobierno de Biden.
El mismo presidente electo sugirió esta semana que la posibilidad de que el Senado trabaje media jornada en el impeachment y media jornada en las audiencias de confirmación de los altos cargos del nuevo gobierno.
En todo caso, incluso si la Cámara de Representantes decidiera remitir la acusación inmediatamente a la Cámara Alta el proceso no terminaría antes de que entre en funciones el nuevo gobierno, según advirtió este miércoles el líder de la mayoría republicana en el Senado, Mitch McConnell.
“Dadas las normas, procedimientos y precedentes del Senado que regulan los juicios políticos presidenciales, simplemente no hay posibilidad de que un juicio justo o serio pueda concluir antes de que el presidente electo Biden sea investido la semana que viene”, aseguró.
El Senado se encuentra en periodo de receso y en su calendario no está previsto el reinicio de actividades sino hasta el 19 de enero, apenas un día antes de la toma de posesión de Biden.
Qué ganan con el impeachment sus promotores
Un presidente condenado en un juicio político en el Senado, algo que jamás ha pasado, es castigado con la remoción del cargo.
Pero este no va a concluir sino después de que Trump haya abandonado la Casa Blanca y por eso surge la pregunta sobre qué sentido tiene realizar este proceso e, incluso, si legalmente seguirá siendo procedente.
El artículo II sección 4 de la Constitución dice: “La Constitución le otorga al Congreso la autoridad para hacer un juicio político y retirar del poder al presidente, vicepresidente y todos los cargos civiles del gobierno federal de EE.UU. por traición, soborno u otros altos crímenes y delitos”.
Al no aparecer nada explícito sobre límites de fechas para llevar adelante el juicio político, juristas optan por interpretar los artículos constitucionales en uno u otro sentido.
Greg Woods, profesor de Estudios Judiciales en la Universidad Estatal de San José (California), considera que en estas circunstancias la condena pierde sentido. “Dado que el presidente en ejercicio ha sido votado fuera del cargo a través de una elección legal, y quedándole poco más de una semana, la condena política del impeachment es irrelevante, ya no es necesaria”, dijo Woods en conversación con BBC Mundo.
Otros expertos consideran que dado que la Cámara de Representantes aprobó acusar formalmente al mandatario cuando todavía está en el poder, el Senado puede juzgarlo aunque ya haya abandonado el cargo.
Antes de que se aprobaran los cargos contra Trump este miércoles, hubo algunas voces que se alzaron pidiendo que más bien se aprobara una especie de voto de censura en contra del mandatario.
Sin embargo, la presidenta de la Cámara Baja, la demócrata Nancy Pelosi, se negó a optar por esa opción por considerarla insuficiente.
Y es que quienes promueven el juicio político apuntan que el objetivo va más allá de sacar a Trump de la presidencia. Si le condena, el Senado también puede resolver prohibirle ostentar cualquier cargo público en el futuro.
También perdería los beneficios otorgados a sus predecesores según la Ley de Expresidentes (1958) que incluyen una pensión, seguro médico, un presupuesto para viajes de hasta US$1 millón y una serie de medidas de seguridad, todo ello pagado por los contribuyentes.
Una sanción con semejante alcance pondría fin a la posibilidad legal de que Trump busque postularse nuevamente a la presidencia en 2024 -como ha insinuado en varias ocasiones- pero además podría permitir a sus adversarios dentro del Partido Republicano intentar recuperar el control de esa institución.
Al final de cuentas, no hay que perder de vista que Trump comenzó a dominar ese partido en 2016 en contra de la voluntad de gran parte de sus dirigentes, muchos de los cuales optaron por plegarse a sus designios más por una estrategia de supervivencia que por otra cosa.
Así, aún después del 20 de enero, una condena a Trump podría favorecer no solamente al Partido Demócrata sino también a sectores del Partido Republicano.
Aunque eso, claro está, también dependerá de la popularidad que el mandatario logre mantener entre los votantes pues con los niveles de apoyo actuales seguirá siendo una figura de referencia en la política estadounidense, incluso si no puede ser candidato.
Fuente: BBC Mundo
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