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Lifestyle

La vida sin sexo no tiene sabor

Adicción al sexo. Foto: Fromm Bienestar.

Adicción al sexo. Foto: Fromm Bienestar.

POR Sandra Lustgarten
Psicóloga y sexóloga

“El sexo es el alimento que nutre la salud y genera el buen vivir a toda edad”.

Entre las consultas más agobiantes que he recibido en los últimos tiempos, me encuentro con la desesperanza de quienes, por alguna razón, ya no tienen sexo en sus vidas. Para mi sorpresa, pude reconocer entre quienes no tienen sexo a diferentes personas de ambos sexos que acusan esta problemática, comprendiendo que provienen de distintas generaciones y transitan diversos traumas o miedos producto de malas experiencias. Otros experimentan complejas sensaciones de inseguridad o situaciones que dificultan la expresión de sus emociones. También hay quienes han fracasado en los últimos tiempos debido a la falta de información. Asimismo, están aquellos que, por conflictos de otra índole, no han consumado el acto sexual; en general, se trata de personas jóvenes que han sufrido traumas sexuales en la infancia.

Las mujeres entre 40 y 55 años que han atravesado un periodo largo de abstinencia sexual suelen excusarse en síntomas que apenas precisan. Claramente, estos devienen del anuncio de la llegada de la menopausia, los cambios físicos que experimentan, las molestias que perciben, los miedos ante esta nueva etapa y la conexión con un cuerpo distinto al que conocían. También influyen las inseguridades respecto a la mirada del otro y la falta de incentivo relacionada con el déficit hormonal. Todo esto lleva, de alguna manera, a que se abstraigan del inmenso placer sexual. A esto se suma la desinformación y la falta de comunicación, que las deja desprovistas de herramientas para mejorar la sensación o percepción que tienen sobre su intimidad actual.

En la otra vereda, los varones de la misma generación viven algunos fracasos sexuales como limitantes y prefieren la tranquilidad de la autosatisfacción sobre la experiencia vergonzosa del bajo rendimiento. Desconocen los efectos beneficiosos de las pastillas derivadas de los últimos avances en sexología, que producen resultados muy positivos, sobre todo en casos de impotencia sexual o disfunciones eréctiles. Muchos temen sus efectos o posibles contraindicaciones y, de esta forma, terminan renunciando a una vida sexual placentera.

Otras generaciones generan alarma en padres y educadores. Los adolescentes, con sus miedos, inseguridades y falta de confianza, experimentan frustraciones que pueden marcar el rumbo de su sexualidad futura, cerrando las puertas a una vida íntima, feliz y responsable. Básicamente, los principales factores detrás de la mala sexualidad adolescente —embarazos no deseados, contagios y enfermedades de transmisión sexual— son la mala educación y la desinformación. Educar para disfrutar del sexo con responsabilidad es una tarea que compete en gran medida a los adultos. Sin embargo, esto no siempre se refleja en la cultura, que a menudo abriga miedos infundados y preocupaciones alarmistas. Pero si los adultos no cuentan con información de fuentes válidas, ¿cómo van a transmitirla? ¿Quiénes son los responsables de educar a nuestros hijos?

Y si no los educamos ni los informamos, si no hay comunicación, ¿qué estamos facilitando? ¿Somos, de alguna manera, responsables de la abstinencia sexual de nuestros hijos? No hablar de sexo ni brindar información, evitar un diálogo confiable, repercute en sus acciones desatinadas. El miedo lo fabricamos como la excusa perfecta para huir del placer sexual. Los sexólogos podemos asegurar que un gran porcentaje de problemas sexuales tiene solución, siempre que el paciente quiera ser tratado.

Es común que algunas personas utilicen la enfermedad como una vía de escape para evitar la intimidad y la cercanía con otra persona. Muchos conflictos sexuales derivan de crisis de pareja o de relaciones tóxicas, de la falta de empatía o comunicación, de la desconfianza y del desamor.

Si no me elige es porque soy malo en la cama

Algunos de los problemas sexuales traen poco compromiso afectivo, las parejas no se apoyan a cursar la disfunción juntos y solucionar el problema, es muy común que la persona que no tiene ningún problema (así lo cree) envíe a la que cursa la disfunción a consultar, este es un importante indicador de la situación de la pareja. El problema nunca es de unos solo, el problema atañe a la pareja y hay que trabajar el conflicto en pareja, no se puede solucionar el problema de uno de los dos sin saber qué es lo que está volviendo disfuncional a esta pareja o cuál es el origen real, el diagnóstico preliminar es fundamental.

El sexo alimenta la vida en común

El buen sexo es la vitamina esencial que requiere una pareja, las parejas mejoran sus relaciones en todos los ámbitos y áreas, generando entre ellos un clima de confianza, seguridad y coparticipación. En terapia podemos rescatar parejas que encuentran esa solidaridad para poder comunicarse mejor sexualmente, explorando fantasías nuevas y recetas que nutran la imaginación.

El sexo es una aventura a cualquier edad

Siempre aconsejar a mis pacientes es uno de los sentimientos más placenteros, enriquecerme con sus anécdotas cuando los acompaño a explorar caminos que los reubiquen en otro momento de su vida íntima, que podamos incrementar técnicas que los ayuden a conocerse mejor, salir de la rutina, que la intimidad se vuelva una necesidad. Algunos amigos ayudan a lograr arrimarse a sensaciones desconocidas.

Las personas que se aíslan y no incursionan en una vida sexual activa porque no saben con quién o como pueden relajarse y aceptar tener encuentros de caricias, besos, juegos eróticos ¿Por qué no con amigos?, a veces esta sugerencia provoca una respuesta algo violenta, enojo. Sin embargo, la idea es que sin un par no se acaba el mundo sexual de las personas, enfrentar problemas sexuales propios solo a veces es muy difícil, pero cuando damos opciones o alternativas para poder recuperar algo tan valioso como la sexualidad, entonces la dimensión del problema se revierte, ya que existen siempre opciones posibles.

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