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Las personas que crecieron con muy poco afecto tienden a desarrollar estos 9 rasgos en la vida

Imagen referencial. Foto: guiainfantil.com

Imagen referencial. Foto: guiainfantil.com

Crecer con poco afecto puede moldear a una persona de formas que no podemos imaginar. A medida que avanzamos en la vida, estos patrones tempranos pueden desentrañarse en rasgos de personalidad que nos sorprenden.

A veces, miramos hacia atrás y nos preguntamos: ¿cómo llegamos aquí? ¿Cómo nos convertimos en la persona que somos hoy? Pero si echamos un vistazo a nuestro pasado, podría ser más fácil de lo que pensamos entender por qué somos como somos.

Eso es especialmente cierto para aquellos de nosotros que crecimos con poco afecto. Este tipo de infancia puede dejar una huella duradera. Y esas marcas pueden manifestarse en ciertos rasgos que llevamos con nosotros en nuestra vida adulta.

En el artículo que sigue, exploraremos nueve de esos rasgos comunes.

No se trata de etiquetarnos ni de limitarnos a nosotros mismos, sino más bien de entender cómo nuestras experiencias pasadas pueden seguir influyendo en nuestras vidas.

Así que, si alguna vez te has preguntado por qué actúas de cierta manera o por qué te sientes de cierta manera, sigue leyendo. Tal vez encuentres algunas respuestas.

1) Tendencia a la independencia

Cuando eres pequeño y no recibes mucho afecto, aprendes a manejarte por tu cuenta. Esta independencia forzada puede ser una espada de doble filo.

Por un lado, te conviertes en un luchador. Aprendes a depender de ti mismo para conseguir lo que necesitas. Te conviertes en alguien fuerte y resiliente, capaz de enfrentar lo que la vida te arroje.

Pero por otro lado, también puedes desarrollar cierta rigidez. Puedes tener dificultades para pedir ayuda cuando la necesitas, porque estás tan acostumbrado a manejar las cosas por tu cuenta.

Esto puede ser especialmente problemático en las relaciones. Puede ser difícil para ti abrirte y permitir que otros te ayuden. Puede ser que sientas que tienes que hacerlo todo tú mismo, incluso cuando tienes personas a tu alrededor que están dispuestas y deseosas de apoyarte.

Es importante reconocer esta tendencia y trabajar en ella, especialmente si quieres construir relaciones fuertes y saludables en tu vida adulta. La independencia es una gran cualidad, pero también lo es saber cuándo necesitas la ayuda de los demás.

2) Dificultad para expresar emociones

Déjame contarte algo sobre mí. Crecí en un hogar donde el afecto no era algo que se daba libremente. Mis padres tenían sus propios problemas, y demostrar cariño y amor no era su fuerte.

A medida que crecía, me di cuenta de que tenía dificultades para expresar mis emociones. No es que no las sintiera, simplemente no sabía cómo expresarlas de manera saludable.

Recuerdo un incidente particularmente claro. Estaba en la universidad y acababa de tener una ruptura bastante dura. Mis amigos estaban preocupados por mí, pero no sabía cómo hablar con ellos sobre lo que estaba sintiendo. Me sentía atrapado en mi propia cabeza, incapaz de sacar todas las emociones que se arremolinaban en mi interior.

Este es un rasgo común en personas que crecieron con poco afecto. Aprendemos a mantener nuestras emociones para nosotros mismos porque no tuvimos un modelo a seguir que nos mostrara cómo manejarlas o expresarlas.

Por supuesto, esto puede causar problemas más adelante en la vida. Las emociones no expresadas pueden acumularse y causar estrés, ansiedad y otros problemas de salud mental.

Por eso, si te identificas con esta lucha, te insto a buscar ayuda. Ya sea a través de terapia, apoyo de amigos o simplemente aprendiendo más sobre inteligencia emocional, es importante aprender a manejar y expresar tus emociones de manera saludable.

3) Dificultades en las relaciones íntimas

Las personas que crecieron con muy poco afecto suelen tener dificultades en sus relaciones íntimas más adelante en la vida.

Esto se debe a que el afecto temprano juega un papel crucial en cómo manejamos las relaciones más adelante.

Estas personas pueden tener problemas para establecer una conexión emocional con sus parejas y dificultades para manejar conflictos de manera efectiva.

Esto no significa que están destinados a tener relaciones problemáticas para siempre. Con el tiempo, la conciencia y el trabajo, pueden aprender a construir relaciones más saludables y satisfactorias. Sin embargo, es importante reconocer que esta puede ser una lucha para aquellos que crecieron en hogares donde el afecto era escaso.

4) Baja autoestima

Recibir poco afecto en la infancia puede llevar a una baja autoestima en la vida adulta. Esos primeros años son cruciales para el desarrollo de nuestra autoimagen y la confianza en nosotros mismos.

Cuando los niños son amados y apreciados, se sienten valiosos. Pero si el afecto es limitado o inexistente, pueden crecer sintiendo que no son dignos de amor o atención. Esta creencia puede manifestarse como baja autoestima.

Estas personas pueden cuestionar su valor y sentirse inseguras en diferentes aspectos de sus vidas, desde sus relaciones hasta su rendimiento laboral. Pueden tener dificultades para aceptar cumplidos o reconocer sus propios logros.

Es importante recordar que la autoestima es algo que puede trabajarse. A través de la terapia, el autocuidado y el apoyo, es posible aprender a amarse a uno mismo y a valorar su propio valor.

5) Ser muy autocrítico

Aquellos que crecieron con poco afecto a menudo se convierten en sus peores críticos. Esto puede estar relacionado con la baja autoestima que mencionamos antes.

En ausencia de amor y apoyo, pueden haber desarrollado la creencia de que nunca son suficientes. Pueden tener altos estándares para sí mismos y castigarse duramente cuando no los cumplen.

Esto puede manifestarse de varias maneras, desde un perfeccionismo implacable hasta una constante sensación de fracaso. También puede llevar a la procrastinación, ya que el miedo a no hacerlo perfectamente puede hacer que eviten incluso intentarlo.

Aprender a ser más amable consigo mismo es un paso importante para superar esta tendencia autocrítica. Esto implica reconocer tus logros, perdonarte a ti mismo por tus errores y tratar de desafiar los pensamientos negativos sobre ti mismo.

6) Anhelo de afecto

Bajo la armadura de independencia y la aparente frialdad emocional, hay un anhelo. Un anhelo de afecto que ha sido ignorado y descuidado durante muchos años.

Imagina ser un niño pequeño, mirando a otros niños recibiendo un abrazo de sus padres después de un juego de fútbol o siendo consolados después de una caída.

Pero para ti, ese afecto no está disponible. Esa carencia de afecto puede convertirse en un vacío que te persigue hasta la adultez.

En la vida adulta, este anhelo puede llevar a buscar el afecto en los lugares equivocados o a aferrarse demasiado a las personas en un intento desesperado por llenar ese vacío.

Sin embargo, es importante recordar que no estás solo. Muchas personas han experimentado lo mismo y han encontrado formas de sanar y encontrar el amor y el afecto que merecen. A veces, este camino puede implicar buscar el apoyo de un profesional de la salud mental que pueda ayudarte a navegar estos sentimientos difíciles.

7) Miedo al rechazo

Salir y hacer amigos puede resultar muy fácil para algunos pero siempre ha sido algo desafiante para mí. Siempre ha habido un temor persistente en el fondo de mi mente: ¿y si me rechazan?

Este miedo al rechazo es un rasgo común en aquellos que crecieron con poco afecto. Cuando eres pequeño y te sientes rechazado por las personas que deberían amarte y cuidarte, puede ser difícil confiar en que otros te aceptarán.

Este miedo puede manifestarse de diferentes maneras. Tal vez evitas situaciones sociales o te cuesta abrirte a las personas. Tal vez te esfuerzas demasiado por complacer a los demás para evitar el rechazo.

Es un camino difícil, pero superar este miedo es posible. Comienza con pequeños pasos, como compartir algo personal con un amigo de confianza, o aceptar una invitación social que normalmente evitarías. Con el tiempo, puedes aprender a confiar en los demás y a creer en tu propio valor.

8) Deseo de intimidad y miedo a ella

Aquellos que crecieron con poco afecto a menudo se encuentran en un dilema. Por un lado, anhelan la intimidad y la conexión profunda que proviene de las relaciones saludables. Pero por otro lado, también pueden temer esa misma intimidad.

Este miedo puede provenir de varias fuentes. Tal vez teman que, si se muestran tal como son, serán rechazados. O tal vez temen que si dejan entrar a alguien, esa persona les hará daño.

Por lo tanto, pueden encontrarse en un ciclo constante de querer estar cerca de las personas, pero también de alejarlas. Este ciclo puede ser confuso y frustrante tanto para ellos como para las personas en sus vidas.

Sin embargo, es posible trabajar a través de este dilema. Con el tiempo y con la ayuda adecuada, pueden aprender a construir relaciones saludables y satisfactorias sin dejar que el miedo los detenga.

9) Rigidez emocional

La rigidez emocional es otro rasgo común en aquellos que crecieron con poco afecto. Esto se refiere a la dificultad para adaptarse a diferentes emociones o para manejar cambios en su estado emocional.

Esta rigidez puede ser un mecanismo de defensa. Si creciste en un ambiente donde el afecto era limitado, es posible que hayas aprendido a mantener tus emociones bajo control estricto para protegerte.

Puede que te resulte difícil lidiar con emociones intensas, ya sean positivas o negativas. O bien, puedes tener problemas para cambiar de una emoción a otra. Por ejemplo, podrías tener dificultades para pasar de la tristeza a la alegría, o viceversa.

Este rasgo puede ser desafiante, pero no es insuperable. Con la ayuda adecuada y mucho autoconocimiento, puedes aprender a manejar tus emociones de manera más flexible y saludable.

La capacidad de cambiar y crecer

El rasgo más importante para recordar es que, independientemente de las dificultades que hayas enfrentado en tu infancia, tienes la capacidad de cambiar y crecer.

Crecer con poco afecto puede dejarte con ciertos rasgos, pero no te define. Con el apoyo adecuado y mucho trabajo en ti mismo, puedes superar estas dificultades y aprender a vivir una vida llena de amor, afecto y comprensión.

Nuestro pasado puede moldear nuestro presente de maneras que a veces no comprendemos completamente. Los rasgos que hemos discutido aquí pueden ser dolorosamente reconocibles para aquellos que crecieron con poco afecto. Pero es fundamental recordar que estos rasgos no son rígidos ni inmutables.

Cada uno de nosotros tiene la capacidad de crecer, cambiar y aprender nuevas formas de relacionarnos con nosotros mismos y con los demás.

Podemos aprender a expresar nuestras emociones, a confiar en los demás, a valorarnos a nosotros mismos y a aceptar el afecto. Así que anímate y trabaja en tu propio autoconocimiento y desarrollo, verás como tus emociones y realidad se transforman.

Fuente: Amate y ama.

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