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“De esto no se habla”
Abuso sexual. Foto: TEC.
El miedo hace que se oculten señales de alarma importantísimas en menores que han sido víctimas de abuso sexual en algún momento de sus vidas
Cuando el miedo o la vergüenza superan cualquier situación que victimiza a la persona, no aprendieron sobre lo que significa y muchos piensan que silenciar actos aberrantes es una manera de proteger a la víctima. Todo lo contrario, la psicología del miedo es una forma de presionar aún más a personas que quieren expresar actos que han sido experimentados como muy traumáticos. Las personas que sufrieron un abuso sienten culpa, miedo, vergüenza, y sentimientos negativos, estos controlan el impulso de contar a viva voz lo que se ha vivido, siendo el miedo una de las causas principales por las que aun mucha gente deja “que las cosas pasen” para no quedar expuesto. ¿Y cuál es algunos de esos miedos tan intensos que frenan y estancan? Es que no podemos obviar el temor a lo desconocido, el temor a la reacción de los otros, al desprecio, al aislamiento y a la falta de comprensión y empatía.
“De esto no se habla”, es algo que algunos padres inmersos en un sentimiento que no pueden controlar de pudor y con un concepto errado sobre esta temática es que intentan ocultar, creyendo que hacen bien, negando la realidad, así es como esconden hechos que son cruciales en la vida de sus hijos, no consultan a profesionales creyendo que esto solo será metabolizado y que con el tiempo se diluirá, que no quedarán secuelas visibles en la personalidad de quién ha sido víctima de estos hechos.
Los abusadores suelen crear un vínculo con la víctima, haciéndole creer que lo que pasó no ha sido nada que pueda dañarlo, y que quien abusa de él es alguien que quiere su bien y lo hace con el criterio de que lo cuida, sentirse con absoluto derecho sobre la intimidad de quién es ultrajado.
Los padres tienen temor, no saben cuál es la mejor orientación, pero tampoco piden ayuda porque temen que se sobredimensione lo sucedido y que sea peor, la vergüenza se siente y avasalla la vida de la familia.
“Cuando más habría que hablar y educar, se hace el silencio”
La historia en las generaciones no cambia, los tabúes y mitos instalan viejos prejuicios que conviven por los siglos entre las personas. Sin educación perdurarán por siempre los temores, los mensajes erróneos que pretenden crear estigmas que son falsos. Educar sexualmente para dar herramientas a nuestros hijos, para que sepan defenderse y entiendan que la intimidad es sagrada, que nadie tiene el derecho de tocarlos si no lo quieren, que no se debe aceptar, que otro decida hacerlo cuando no se ha dado consentimiento, que hay partes del cuerpo que son privadas y que no es lo mismo acariciar la vulva o el miembro que acariciar la mano o el pelo.
“Educar para el amor sano, para el sexo responsable, es el lema”, es lo que todo educador debe transmitir para que los hijos aprendan, que la represión, que no hablar, que no consultar sobre la sexualidad, es algo que ocasionará angustias, inseguridades, fallas en el desarrollo sexual de la persona. Ayudar a Entender y diferenciar conceptos y prácticas es la tarea de los adultos.
“Cuando los padres tienen miedo de hablar y educar para no precipitar la sexualidad”
“Karma vs. realidad”, abrirse a la vida y aceptar que el sexo es naturaleza, es vida, es placer, para hacer de la intimidad un lugar natural, de posibilidades, de crecimiento, de riqueza. La sexualidad no solo es reproducción, la sexualidad es plenitud. Los padres son mentores de una vida sexual placentera, del desarrollo sexual de los hijos y artífices de aquellos miedos, traumas o sensaciones encontradas, con la ausencia de educación y comunicación, esto es observable con los mensajes y conceptos erróneos que se transmiten por temor en el pensamiento del menor, en ocasiones en que se han cruzado con situaciones muy frustrantes en el ámbito sexual, fingen para aquello que no pueden manejar.
Aceptarnos sexuales es un camino muy complicado en nuestra cultura, las limitaciones respecto a conocernos más íntimamente, con mitos y tabúes al respecto, fantasías abrazadas por miedos que se originan en fracasos preexistentes fraternos es una realidad triste en varias culturas. La creencia popular de que “la experiencia sexual” determinará la felicidad sexual es una falacia, es lo que muchos hombres en forma narcisista intentan enseñar a sus hijos varones, la sumatoria de las camas y de muchas mujeres no entrena para una vida sexual placentera, mensajes con esta connotación solo desvirtúan la sexualidad, experiencia no es educación sexual, solo fabricamos así fantasmas en la creencia sobre una sexualidad que intenta romper con viejos prejuicios.
Podemos descifrar los abusos al leer los mensajes y signos del cuerpo, en consulta se resaltan aquellos hechos que demuestran fallas en el relato de la paciente. El placer no se produce, tarda en llegar, consultas por matrimonios no consumados, temor a no gozar, dolor en las relaciones, llanto o angustia en la proximidad del clímax tan deseado. Así descubrimos al escuchar a estas mujeres, que algo en su historia pasó, no es un hecho fugaz, o sin importancia. Es un hecho que marca la vida íntima de esa persona y su manera de vivir su sexualidad, y sin duda pudo ser víctima de un abuso.
Cuando existió abuso infantil se observan señales que determinan que algún hecho provocó un trauma, el comportamiento en la persona cambia, hay conductas que se exacerban, manifestándose a través de actos inesperados.
“Una paciente que se bañaba varias veces al día como un hecho compulsivo, la conducta obsesiva cada vez era más alarmante, en un intento de deshacerse de pensamientos pecaminosos y prohibidos”.
Las consecuencias del abuso en la psiquis infantil se han determinado a partir de encontrar signos llamativos en infantes que viven rodeados de afecto, con bienestar económico, y muchas veces las señales se determinan en situaciones o conductas que no son indicativas. Solo con la observancia del menor, se logra establecer, por ejemplo, signos de picazón en zonas genitales que pueden indicar que algún adulto está abusando de sus zonas íntimas. Hay que prevenir la violencia sexual en niños y una forma es hablar, comunicarse con el niño y dejar que se exprese, con sus dudas, miedos, e inquietudes y escuchar los relatos, no minimizarlos.
“Cuando el abuso lo comete algún personaje importante o significativo en la vida del niño, y cuando el mensaje que se le transmite sobre esa conducta es engañoso”
Muchas veces encontrar la problemática acerca de lo que está sucediendo en el ámbito familiar, descubrir el abuso provocado por alguien conocido no es una tarea menor. Las personas que han sido víctimas de abusos sexuales, pierden el registro de lo que fue sucediendo para evitar sentir y conectarse con la ansiedad que esto le produce, pensamientos que frustran y paralizan. Lo más importante es poder observar quienes se acercan al niño en el hogar, y que en este ámbito en que se mueve la víctima, quienes lo acompañan no muestren cambios, observar si hay conductas autodestructivas en el menor, esta es una señal muy importante que permite advertir sobre un hecho que impacta en la vida emocional del afectado.
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