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Juan Carlos I cumple tres años en su exilio dorado: mansión de 13 millones, playa privada y sala de cine
Este jueves 3 de agosto se cumplen tres años desde que el emérito abandonara España y se fuera a vivir a Abu Dabi. Tras pasar unos meses en un hotel, ahora reside en la lujosa isla de Nurai.
Juan Carlos I, durante una comida hace años con Mohammed Bin Zayed al-Nahyan. Foto: Infobae.
Juan Carlos I ultima su estancia en Galicia, tras pasar unos días en Sanxenxo disfrutando de una de sus grandes pasiones, la vela. Esta semana (previsiblemente entre este martes y el miércoles) está previsto que regrese a la que ya es su residencia oficial desde que decidió abandonar España en el verano de 2020. Precisamente este jueves 3 de agosto se cumplen tres años de su exilio dorado en Abu Dabi, un retiro de lujo bajo la protección de una de las familias más poderosas, ricas e influyentes de Oriente Medio, el clan al-Nahyan.
El emérito reside en la idílica isla de Nurai, cuarenta y tres hectáreas de terreno (una tercera parte del parque del Retiro) construido en medio del mar en el año 2014. La isla recibió el premio al proyecto más lujoso del mundo de la revista norteamericana Newsweek y las agencias de viajes lo venden como las Maldivas del Medio Oriente. Se aloja en uno de los once palacetes o Estates Villas de diseño vanguardista que ocupan una de las playas de la pequeña isla.
Cada una de esas once mansiones tiene una superficie media de 1.700 metros cuadrados, más otros 4.000 de jardín. Su alquiler ronda los 30.000 euros por noche, aunque solo algunas de ellas están disponibles. La mayoría tienen dueño o están a la venta por un precio próximo a los 13 millones de euros. La villa del emérito tiene dos plantas y está protegida del exterior con grandes marquesinas. Dispone de seis habitaciones y siete baños, un amplio patio, una playa privada, sauna, jacuzzi, sala de juegos, billar, futbolín, sala de cine, despacho, una sala médica y una piscina con temperatura regulable.
En la planta superior se situaban las habitaciones de servicio. El Gobierno español asume el coste de su protección. Su jefe de seguridad, el guardia civil Vicente García-Mochales, le acompaña desde el primer día. Lleva dos décadas junto a él. El círculo de seguridad del monarca también está integrado por escoltas seleccionados y pagados por el Ministerio del Interior, así como por un equipo de agentes del CNI. Completan su dispositivo de protección efectivos del servicio de inteligencia de Abu Dabi, la policía nacional del país y la seguridad privada de la isla de Nurai.
La única manera de entrar o salir de la isla es por aire o por mar. Los gestores del resort, bautizado como Zaya Nurai, ofrecen un transporte en lancha rápida desde el centro de Abu Dabi que tarda unos diez minutos en recorrer el trayecto. Los inquilinos de la isla se tienen que mover dentro de ella en pequeños vehículos eléctricos. En Nurai no hay calles, sino estrechos caminos asfaltados similares a los de los campos de golf que discurren en medio de arbustos y palmeras. La temperatura media durante todo el año es de unos 20 grados, aunque en julio y agosto supera los 40 grados. No es problema para Juan Carlos I. Su casa está perfectamente climatizada.
La última biografía autorizada sobre Juan Carlos I, Mi rey caído (Debate, 2022), escrita por la periodista francesa Laurence Debray y publicada en marzo de 2022, contó que vive aislado físicamente, pero conectado con España con la “tecnología para burlar la nostalgia”. La autora del libro escribió que se acostaba pronto y se levantaba temprano, leía la prensa española, mantenía conversaciones “interminables” con sus abogados y “con los pocos amigos que le quedan” y echaba de menos la comida española, aunque un “cómplice le envía jamón serrano”. No es del todo cierto. Con frecuencia recibe visitas de amigos de su máximo confianza y de sus hijas, las infantas Cristina y Elena. Esta última estuvo en abril de este año.
También le visita con cierta asiduidad su médico personal desde España, que le ha puesto una dieta estricta y ejercicio para que baje peso y recupere algo de movilidad. De hecho, estos días en Sanxenxo se le ha visto mucho más delgado. No hay que olvidar que Juan Carlos I ha pasado casi una veintena de veces por el quirófano y ha tenido graves lesiones en la cadera, rodillas y tobillos. A sus 85 años su objetivo es intentar seguir navegando y participar en competiciones oficiales con el Bribón.
Primero, en un hotel
Esta residencia no ha sido la única que Juan Carlos I ha tenido en Abu Dabi. Nada más llegar se alojó en el lujoso Hotel Emirates Palace, propiedad de la familia real del emirato, un resort de 395 habitaciones con 1,3 kilómetros de playa privada. El emérito ocupó hasta noviembre de 2020 una suite de 470 metros cuadrados que cuesta 11.000 euros la noche. El gran valedor del emérito es el general y piloto Mohammed Bin Zayed al-Nahyan (conocido internacionalmente como MBZ), hijo de Zayed (creador de los Emiratos) y presidente de Emiratos Árabes Unidos desde mayo de 2022. Emiratos es uno de los Estados árabes que, según Amnistía Internacional, persigue a los partidos políticos, realiza detenciones arbitrarias, tortura a reclusos, castiga la homosexualidad con altas penas de prisión y niega derechos básicos a las mujeres.
Juan Carlos I está barajando dejar la isla de Nurai y trasladarse a otro complejo de lujo y mucho mejor protegido y más discreto, una residencia que pertenece al Gobierno de los Emiratos y que es de una solo planta. Es decir, no tendría escaleras y facilitaría la movilidad del monarca. De momento no hay planes de que Juan Carlos I abandone Abu Dabi y regrese definitivamente a España. Su hijo, Felipe VI, prefiere que siga siendo así (ambos pactaron su marcha hace tres años con el beneplácito del Ejecutivo de Pedro Sánchez) y que el emérito haga viajes esporádicos y discretos a España. Desde que llego al emirato en el verano de 2020 solo ha regresado tres veces a nuestro país, en todas las ocasiones a Galicia.
Fuente: Infobae.
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