Editorial
¿Quién gana en abril?
Para Aristóteles, filósofo, polímata y científico griego -quien, junto a Platón, es el padre de la filosofía occidental-, la ética y la política eran consideradas como dos campos de estudio relacionados que los abordaba de forma separada, primeramente, para confluir en la etapa conclusiva. Sostenía que la ética examina el bien del individuo, sus virtudes y dominio sobre sí mismo; mientras que la política examina el bien de la ciudad-estado, las medidas, las leyes e instituciones que la regirán y el carácter que deben presentar los ciudadanos que tengan a su cuidado la Polis o Ciudad.
Aristóteles da a entender que la política es una forma de mantener a la sociedad “ordenada” con normas y reglas.
Si las reflexiones de Aristóteles reflejáramos con la situación política nacional actual, podemos discernir que realmente estamos lejos del concepto, propósito y fundamento de la misma política.
Analizando en este editorial solamente al partido de Gobierno, el Colorado, el que cuenta con mayor cantidad de afiliados y más años en el poder, vemos que antes que los intereses del pueblo que conforman una ciudad y el conjunto de estas a un Estado, vienen primando intereses sectoriales y corporativos, cuando no particulares, hace bastante tiempo. El poder para unos pocos está por encima del bien común; el poder está al servicio de unos, cuando debe estarlo al del bien común de todos los paraguayos.
Haciendo una revisión contemporánea a dicha nucleación política, en la década del 80 se inician las primeras fuertes fricciones internas, inicialmente en los niveles estudiantiles y universitarios. La juventud tradicionalista enfrentando en todas las elecciones de los centros de estudiantes y el mismo centro colorado Ignacio A. Pane, disputados por jóvenes militantes y tradicionalistas, presentando sana rebeldía y mucho coraje –estos últimos– al poner límites a quienes no estaban acostumbrados a tenerlos, mucho menos a respetarlos. Posteriormente, la batalla pasó a desarrollarse en el más alto nivel, ya disputando la conducción del propio partido –y la influencia– en el proceso de sucesión política de la Presidencia de la República. Años después –en 1989- los tradicionalistas retomarían el poder partidario y nacional, pero nunca más estuvo presente el espíritu altruista y valiente que caracterizaba a quienes han conformado los sucesivos gobiernos en esta interminable transición.
La Asociación Nacional Republicana tuvo todos estos 34 años para actualizar doctrinas, formar nuevos liderazgos, renovarse, corregirse con base en los errores anteriores, recuperar prestigio y credibilidad, poniendo su enorme infraestructura política al servicio del país y de su pueblo.
Lejos está de ese momento –lamentablmente para todos los paraguayos– el inicio de una nueva etapa y sistema político, ya que no se observan cambios que indiquen se ha iniciado un proceso virtuoso que sustituirá a la espiral del círculo vicioso en la que se encuentra.
Hoy vive tal vez su momento de máxima obscuridad, improvisación e incertidumbre.
Políticos nuevos, vacíos de virtudes, con debilidad de carácter y dominados por la ambición y egos personales, no son indicadores de que el tiempo pudiera mejorar, al contrario: indican que la descomposición se ha profundizado aún más.
El Partido Colorado es la agrupación más importante y numerosa que tiene el Paraguay, si no cambia, si no mejora, si no se aggiorna, será muy difícil que mejore la política nacional si la política nacional no mejora en calidad de propuestas, prácticas, calidad de representación y pone en valor esas virtudes que destacaban los antiguos maestros griegos como necesarios, tal la honorablidad e idoneidad requerida y que los objetivos no tiendan a una mejora en calidad de vida y oportunidades de desarrollo social e individual de la población.
Es probable que el Partido Colorado vuelva a ganar las elecciones presidenciales y obtenga una cómoda mayoría en el Congreso Nacional en las próximas elecciones de abril. De ser así, ¿ganaremos todos los paraguayos, o el poder será desvirtuado y la política desnaturalizada ganando apenas unos cuantos nuevamente?
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