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Editorial

La educación no se negocia

Un país que posterga la educación se hunde. El Estado paraguayo debe garantizar el derecho a la formación de todos los ciudadanos. Las políticas públicas, año tras año, se plasman en el Presupuesto General de la Nación (PGN) sin analizar a profundidad el objetivo país que se quiere alcanzar, se maneja el dinero sin un rumbo establecido. Eso sí, se aseguran de que no falte el dinero a los partidos políticos y la reingeniería económica que realizan, antes que sostener la democracia, mantiene la pobreza del país.

Con el PGN los gobernantes tienen en sus manos la posibilidad de revertir un sistema educativo fallido. Sin embargo, se repite el perjuicio que termina por aplastar los ideales y los sueños de muchos niños y jóvenes, ya que se los priva de la principal herramienta para su defensa como ciudadanos dignos, como es la educación. El recorte que hizo la Comisión Bicameral de Presupuesto del Congreso, de USD 17,2 millones, los mismos que iban a ser destinados para proyectos del Fondo para la Excelencia en la Educación y la Investigación (FEEI), se hizo a pesar del pedido de blindar esos recursos a favor de la investigación y la ciencia en Paraguay.

En general, los cifras objetivas son: 5 mil niños de 0 a 3 años dejarán de recibir atención integral directa y domiciliaria, 3.500 niños de 3 a 5 años no podrán asistir al prejardín y al jardín de infantes, 2.377 docentes no accederán a cursos de especialización, 1.720 estudiantes no contarán con 46 aulas y equipamientos nuevos, 171 profesionales no podrán acceder a becas de doctorados y maestrías en las mejores universidades del mundo y 256 investigaciones científicas no se podrán concretar. Pero es cierto también, que gran parte de la tentación hacia estos fondos, se podría apaciguar mejorando el porcentaje de ejecución que maneja este organismo (54%, según el último informe de FEEI).

El presupuesto es la mayor expresión de voluntad de un Estado y quieren recortar los fondos para la educación, pilar del desarrollo. No se puede hablar de lucha por una educación pública de calidad sin tener en cuenta la tecnología. Esto permitirá democratizar por primera vez en la historia una preparación académica de excelencia. Pero a este paso, los sueños se desvanecen.

La situación es grave, ya que esto profundizará la crisis en el 2022, año clave para tratar de recuperar los meses de aulas cerradas por la pandemia, el bajo aprendizaje, y la alta tasa de deserción escolar. El presupuesto debe ser otorgado a los sectores prioritarios para el crecimiento de país y la ejecución por parte de quienes reciben el dinero debe ser inteligente, de lo contrario no habrá cambios ni progreso.

D.D.W-S

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