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El armisticio de 1935 y la Paz del Chaco

Minutos antes de la firma del protocolo. En el extremo izquierdo (sent.) el Dr. Luis A. Riart y en el extremo derecho (sent.) el Dr. Tomás Manuel Elío. En el centro, tomándose de la barbilla, el Presidente Justo. Foto: Gentileza.

Minutos antes de la firma del protocolo. En el extremo izquierdo (sent.) el Dr. Luis A. Riart y en el extremo derecho (sent.) el Dr. Tomás Manuel Elío. En el centro, tomándose de la barbilla, el Presidente Justo. Foto: Gentileza.

Con las gestiones de paz fracasadas en la Liga de las Naciones en Diciembre de 1934, éstas volvieron a Sudamérica y volvieron porque en el viejo continente Bolivia se quedó sola gracias a la hábil gestión de su canciller el Dr. David Alvestegui que confiaba haber logrado una victoria diplomática para su país dejando al Paraguay fuera de los estamentos internacionales y debilitado con un embargo de armas encima pero con un pie metido en el patio trasero de Bolivia frente mismo a la base de partida de su conquista chaqueña, Villa Montes.

La de Ginebra fue una victoria boliviana pírrica. El presidente boliviano Tejada Sorzano y la plana mayor de la clase militar reunidos en Villa Montes entendieron que la situación general –si bien era ventajosa en lo militar y diplomático- aconsejaba parar la guerra y que había que tomar la iniciativa de buscar una mediación para un cese del fuego.

Esto de una iniciativa boliviana para parar la guerra es de suyo extraño pero está reconocido por un boliviano –el propio canciller David Alvestegui- y corroborada parcialmente por otro canciller boliviano –el Dr. Tomás M. Elío- quienes en sus respectivas obras hablan de esto. Se trata de la gestión secreta del Ministro de Guerra boliviano Dr. J. M. Zalles a Chile en enero de 1935 para solicitar la intermediación del presidente chileno Arturo Alesandri para que junto al presidente argentino Gral. Justo encabecen la gestión final de paz en Sudamérica habida cuenta que Ginebra fue –a la larga-  nada provechosa para Bolivia. En sus memorias, Alesandri confirma el hecho.

Como inmediata respuesta al pedido boliviano, en febrero viajan a La Paz el chileno Dr. Nieto del Río y a Asunción el argentino Dr. Carlos Podestá Costa. En La Paz, Nieto del Río se percata de la resistencia del canciller Alvestegui a un cese del fuego habida cuenta la ventaja comparativa de Bolivia respecto del Paraguay pero al boliviano lo puentea su propio gobierno.

En Asunción –a principios de febrero de 1935- el Dr. Podestá no tiene inconvenientes ya que el Presidente Eusebio Ayala no puso reparos, al contrario, se allanó al pedido por estar –toda iniciativa de paz- en la línea habitual de la postura paraguaya. El Dr. Ayala viaja al Chaco y comunica a los jefes militares que la paz está en camino, sólo depende de los bolivianos y para ello hay que presionarlos en lo militar. Estigarribia decide cambiar el centro de gravedad de su ataque y lo lleva al Norte, ahora le tocaba a Charagua pues en Villamontes había fracasado.

En Bolivia, el asunto tuvo otro cariz. El canciller Alvéstegui se quejaba cuando se percató que su propio presidente lo dejó de lado en las negociaciones con Nieto del Río y reconoce: “No es necesario decir cuan enorme fue mi sorpresa y cuan ingrata mi impresión. Se había fraguado en el Gobierno una misión confidencial a Santiago a espaldas mías; y el Sr. Zalles me había engañado cruelmente acerca de su viaje a la capital chilena” (sic) Zalles le mintió a Alvestegui diciéndole que viajaba a Santiago para visitar a un hijo enfermo (Alvestegui, IV).

El salamanquista Alvestegui del opositor Partido Republicano renuncia al percatarse que el gabinete al que pertenece ya no quiere seguir la guerra  y que–además- pidieron a sus espaldas a  los chilenos que medien por la paz. Tejada Sorzano (Liberal) nombra canciller ahora a su correligionario el Dr. Tomás M. Elío quien en Mayo de 1935 viaja a Buenos Aires para concretar los detalles finales para un cese del fuego definitivo.

Las condiciones para el cese al fuego

Ese mes asisten los cancilleres Tomás M. Elío por Bolivia y el Dr. Luis A. Riart por Paraguay a Buenos Aires y –después de arduas negociaciones por los detalles finales- se llega a la firma de un armisticio, con tregua y cese del fuego que se llamó PROTOCOLO DE PAZ DEL 12 DE JUNIO DE 1935, que es el que tanto festejamos en Paraguay como el día de la Paz del Chaco (el Estado de guerra no fue levantado sino hasta nueve meses después) y por el que se acuerda un armisticio primero y un cese del fuego sin determinar o definir el resultado de la guerra a la vista que ningún acta de rendición fue firmada por los bolivianos aun habiendo perdido más de 156.000 kms 2 de territorio que estaba en su poder. De hecho el Ejército Boliviano estaba –a junio de 1935- intacto con más de 45.000 hombres enfrentando a no más de 21.000 paraguayos que los presionaban contra sus alturas.

Citaremos un comentario de un protagonista de aquellas negociaciones para establecer las condiciones del armisticio. Bautista Saavedra, opositor al gobierno de su país y miembro de la delegación boliviana en Buenos Aires….”Las tesis de Bolivia y Paraguay, abiertamente contrapuestas, se reducen a las siguientes fórmulas: Bolivia pretende la cesación de hostilidades simultáneamente al arreglo de la cuestión de fondo (límites) y el Paraguay sólo aspira a concluir la guerra, dejando para después o nunca el compromiso arbitral” (Querejazú, 460). En esto no se equivocó el Dr. Saavedra, pasaron largos tres años para llegar a pactar límites.

Pasemos a las condiciones planteadas, negociadas y pactadas entre las partes para el protocolo del 12 de junio de 1935.

– “Un arbitraje de derecho sin plazo definido” – es decir- “sine die” (sin vencimiento)– Aquí se explica el motivo por el que los paraguayos llevamos tan lejos estas negociaciones, por tres años desde 1935 hasta 1938, cuando que el presidente boliviano Tejada Sorzano en 1935 insistía que se terminen las negociaciones directas a los 90 días con un arbitraje de derecho. Cuando al negociador paraguayo Dr. Gerónimo Zubizarreta -ya en las negociaciones de 1937- un delegado neutral le afirmó que este capítulo del protocolo contenía una “gran laguna” que lo debilitaba, sabiendo Zubizarreta que se refería a la posibilidad de una interminable negociación que consolidaría la ocupación militar paraguaya, responde…”Justamente la fortaleza de este protocolo es esa laguna!” (sic). Zubizarreta tampoco se equivocó.

Cuando el presidente boliviano Tejada exigió a su canciller el Dr. Elío que fuerce la obtención de un arbitraje a 90 días y rechace el “sine die” planteado por el Paraguay, Elío le expuso su incapacidad de reabrir las negociaciones para lograr esas nuevas instrucciones presidenciales y puso a consideración de su presidente su renuncia y el pedido de nombrar un nuevo representante sustituto. A los pocos minutos la delegación boliviana recibió un telegrama desde La Paz aprobando el arbitraje sin plazo definido de la propuesta paraguaya.

“Cesación definitiva de hostilidades sobre la base de las posiciones de los ejércitos”. Fue una propuesta paraguaya y creó la afamada “Línea de hitos” o línea hasta donde llegó el Ejército Paraguayo al darse el armisticio.

Desmovilización de los ejércitos y garantías de no agresión”. Esto lo pidió el Dr. Eusebio Ayala como delegado en Buenos Aires ya en 1928 y lo volvió a pedir como presidente del Paraguay desde que los primeros disparos sonaron en Boquerón, y de nuevo lo pidió en cuanto intento hubo en 1933 y 1934 y de nuevo el Dr. Luis A. Riart lo pidió unos días antes de firmar el protocolo.

“Se reconoce la Declaración del 3 de agosto de 1932”. Admitimos que este ítem lo exigió Bolivia, pero ¿podíamos los paraguayos negarnos a ella cuando que tres años atrás –en 1932- nos adherimos a esta declaración incondicionalmente cuando Bolivia atacó sin aviso la Laguna Pitiantuta y la situación era opuesta? Por ella, los países americanos no reconocerían la propiedad de los territorios conquistados por las armas sin consideración de los títulos constituyéndose – al final de la guerra- en un gran obstáculo para el Paraguay. Línea de Hitos y Declaración del 3 de agosto, serán cruciales para los siguientes tres años de negociación.

Para lograr este Protocolo de Paz en junio de 1935, Bolivia se sentó a negociar con tres propuestas bien claras- 1º Obtener un puerto por arriba de Fuerte Olimpo (de preferencia Bahía Negra). 2º Solución “de jure” del pleito con arbitraje de derecho a los 90 días de iniciadas las negociaciones. 3º Aplicación de la Declaración del 3 de agosto. (Riart, 139). Bolivia obtuvo sólo la tercera propuesta que ya la tenía asegurada antes de la guerra. Cuando el Presidente Ayala comunicó en la madrugada del 9 de Junio de 1935 al Gral. Estigarribia la feliz noticia de la concreción verbal de un armisticio y cese del fuego, lo hizo diciendo que el armisticio se firmará “con triunfo de la tesis paraguaya” (Estigarribia). El cese del fuego fue pactado para las 12:00 hs. del 14 de junio de 1935

La versión popular paraguaya dice que el Paraguay ganó esta guerra pero lamentablemente eso no se sostiene toda vez que si existió una posterior y larga negociación fue porque aquel armisticio y cese del fuego del 12 de junio de 1935 produjo una realidad insuperable, no se había definido el resultado bélico ni declarado un bando vencedor y uno derrotado por lo que la cuestión de fondo, la fijación de los límites, debió ser de nuevo disputada en la mesa de negociación y ya no más en las llanuras chaqueñas. La diferencia estaba en que ahora la línea de ocupación paraguaya estaba frente mismo a Bolivia.

Aquella “laguna” que hablaba el Dr. Zubizarreta permitió a la delegación paraguaya demorar en demasía las negociaciones finales de límites que llegaron hasta 1938 y cansaron tanto a los bolivianos como a los neutrales que el principal obstáculo –aquella declaración del 3 de agosto- fue superado aunque en base a una compensación territorial pactada en secreto que dio fin al pleito limítrofe de más de 80 años entre los dos países.

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