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Las Denis claman por el padre a un gobierno incapaz, un pueblo indolente y un cruel EPP
A ocho meses del secuestro de Oscar Denis, el gobierno parece estancado en la investigación. Foto: Archivo
Myriam Beatriz Denis de Holt, Silvana María Denis de Pereira y Marta Lorena Denis de Palacios, como cada día desde aquél aciago 9 de setiembre de 2020, las hijas de Óscar Denis Sánchez (entonces de 74 años y bajo estricto tratamiento médico a causa de las enfermedades que padecía desde tiempo atrás), ganadero y destacado hombre público concepcionero y nacional (por la principal fuerza opositora del país, el tradicional Partido Liberal Radical Auténtico, PLRA, desempeñó altos cargos: gobernador del departamento de Concepción 1993-1998, diputado departamental1998-1993, senador 2003-2012, año este último en que hasta 2013 se convirtió en Vicepresidente de la República, tras la destitución por juicio político del presidente Fernando Lugo 2008-2012), a lo largo de la semana que hoy termina nos volvieron a recordar sin estridencias, y con el inmenso dolor que les embarga, contenido por el humanismo cristiano que les da fuerzas para continuar luchando, que 8 meses atrás su padre fue secuestrado por los terroristas del EPP.
Desde entonces nada saben de él. Para los profesionales de los “derechos humanos” esto no es una tortura cotidiana, con el crimen pestilente del secuestro: ¿no se viola la condición humana? Para muchos politiqueros “progres”, parlamentarios y aspirantes a serlo, y también para no pocos periodistas e intelectuales, no está bien ocuparse de los derechos humanos de los secuestrados… ¿Por qué? ¿Qué dirán si alguno de ellos se convirtiese en secuestrado? Todos los politiqueros del Frente Guasu y otros “progres” parlamentarios y no, han sido declarados “traidores” por los terroristas del EPP.
En aquella trágica oportunidad (9-IX-20) también fue víctima de plagio, y liberado días después por los terroristas, el compatriota indígena Adelio Mendoza quien le acompañaba, un empleado de la estancia “Tranquerita” que la familia Denis posee en Bella Vista Norte, en el límite de los departamentos de Concepción y Amambay, fronterizos con el Brasil en el noreste de la región oriental del Paraguay, en parte recostados sobre San Pedro, este sin contacto geográfico con el país vecino.
Desde entonces y hasta hoy, de Óscar Denis Sánchez nada saben ellas, las hijas y respectivas familias, su esposa (la señora Myrian Stella Bareiro), y la anciana madre de la víctima, ni demás parientes, tampoco sus empleados y las gentes de Concepción, ese departamento nacional que ha sido escenario de extraordinarios acontecimientos históricos, y donde Óscar Denis Sánchez es considerado, a raíz de sus auténticas prendas personales, un verdadero Karai Guasu. En mayúsculas y sin exageración. Él es otra víctima más, lo decimos desde este artículo, y bien claro, de los terroristas del autodenominado Ejército del Pueblo Paraguayo (EPP). Son terroristas y no un simple grupo armado de campesinos muy pobres quienes, hastiados de tantas y auténticas injusticias, privaciones, olvidos y postergaciones, decidieron convertirse en justicieros de nuestra historia del presente.
Una banda terrorista
El “EPP” es una anacrónica expresión local de la violencia armada totalitaria comunista de la última mitad del siglo XX latinoamericano, que por su práctica sanguinaria tiene rasgos polpotianos (Camboya) y senderistas (esto último en referencia a la ya desaparecida banda terrorista peruana llamada Sendero Luminoso), aunque hasta ahora fue incapaz de llegar a la fase genocida propia de tales modelos infernales. No porque no estuviese en sus planes. Sencillamente porque no pudieron hacerlo los “epepistas”, así los auto eufemiza su delirante y autoproclamado ideólogo Alcides Oviedo Brítez (cumpliendo actualmente pena privativa de libertad desde hace tiempo: de 30 años más otros 10, que han sido impugnados sin éxito por sus abogados: él sí los tuvo, como ninguna de sus víctimas mortales, ninguna de las cuales siquiera tuvo un simulacro de juicio), en un pequeño volumen que reúne los delirios de los terroristas nativos, lujosamente impreso y plagado de incoherencias, además titulado pomposamente “Programa político del EPP” (2011, 147 p. y sin pie de imprenta).
Los del “EPP” jamás llegaron a ser polpotianos y senderistas como implícitamente propone en el mencionado escrito su “intelectual orgánico”, Oviedo Brítez, puesto que su engendro terrorista no pudo expandirse por carencia de voluntarios más allá de un radio imaginario de entre 70 y 100 kms. a la redonda de Arroyito, una pequeña y no hace mucho creada localidad concepcionera del Este, en esa dirección cercana al departamento de Amambay y por el sur al de San Pedro. Excepto este último departamento los otros dos son fronterizos con Brasil, en una muy vasta región del país vecino que es casi un territorio liberado por sus ejércitos del crimen organizado que están en plena expansión en el nuestro, a través del cual trafican armas de guerra y están “cocainizando” nuestra soberanía con tal sustancia ilegal, de origen boliviano, peruano y colombiano, en su marcha cada vez más masiva hacia los ricos mercados europeos y del mediterráneo. Oviedo Brítez define a su engendro como una organización “marxista-leninista y nacionalista revolucionaria”, que como tal tampoco cumplió la regla de oro de la clandestinidad y el anonimato de sus integrantes, en la actualidad identificados casi todos, salvo seguramente algunos nuevos integrantes, los cuales serían jóvenes compatriotas indígenas de las áreas limítrofes entre Concepción y Amambay.
Ahora el “EPP” está envejeciendo, se encuentra dividido, y la única ventaja que ostenta es que el Estado nacional carece casi por completo de políticas públicas eficientes de inteligencia y seguridad, puesto que sucesivos desgobiernos (no solo el actual) nunca se ocuparon de dotarse de una doctrina al respecto, para lo cual en primer lugar debe ser caracterizada de manera adecuada la amenaza. Recién a partir de ello es que se puede elaborar las estrategia y tácticas para (en el marco de la Constitución y leyes, y respetando los derechos humanos en este tipo de conflictos armados y localizados) perseguir a los terroristas, cercarlos y derrotarlos. Hecho esto serán puestos en manos de la justicia local, en la que al menos tendrán juicios públicos y abogados defensores. Incluso hasta algún peculiar “Premio Nobel de la Paz” del vecindario rioplatense podrá venir a fiscalizar el proceso. Es un farsante que inició una campaña latinoamericana en contra de los niños soldados de nuestros ejércitos, lo que me parece muy bien, solo que el pacifista de marras jamás dijo nada de los niños castristas militarizados desde la primera infancia…
Las hijas de Denis, a partir del día del secuestro, se convirtieron en las valedoras del padre: Silvana María, Marta Lorena y Myriam Beatriz que se ha convertido en la vocera de la familia y de las familias de los secuestrados todavía en poder de los terroristas. La extraordinaria solidaridad filial con el padre es tan grande como la condición humana de todas, tanto que desde ese tan terrible aterrizar en la cuestión de los derechos humanos nunca dejan de recordar, en sus pedidos de justicia e informaciones a las autoridades, a los hasta entonces casi siempre olvidados en público (la excepción periodística siempre fue el diario Última Hora) otros dos concepcioneros secuestrados por el “EPP”, de los que tampoco nada se sabe hasta ahora: el también estanciero Félix Urbieta, plagiado el 12 de octubre de 2016, en su propiedad “Dos Hermanas”, de Belén Cué; y el suboficial de la Policía Nacional Edelio Mendoza, desaparecido en similares circunstancias el 5 de julio de 2014, en un monte del municipio de Arroyito. Ambas localidades pertenecen a Concepción, ensangrentada en estos últimos lustros por obra sobre todo de los terroristas del EPP. Y de la criminal indolencia de las autoridades y también de nuestro olvido ciudadano, imperdonable actitud en la que suelo incurrir también yo.
Una luz que horada tinieblas terroristas
En días pasados, camino al domingo 9 de mayo, las hermanas Denis Bareiro, en representación de sus respectivas familias, por medio de Beatriz, la vocero, nos hicieron llegar otro mensaje, a ver si nos desentumecemos en cuanto a la condición humana de nuestros prójimos, no solo de los secuestrados:
Piden “una vez más al presidente y a todos los paraguayos que no los olviden” y nos ruegan que nos unamos a su “clamor” familiar para recuperarlos o al menos conocer el destino que tuvieron.
Recuerdan que en la “realidad nacional en estos momentos los derechos más fundamentales, como la vida y la libertad, están secuestrados”.
Urgen “al Estado a tomar en serio esta amenaza para la sociedad, que con tanto sacrificio seguimos construyendo”.
Agradecen a la “Iglesia Católica por el esfuerzo que realizan para lograr la libertad de los secuestrados”.
Preguntan: “¿Cuánto tiempo más va a permitir el Gobierno que Edelio, Félix y Óscar estén secuestrados y (para) que podamos vivir seguros en nuestros hogares y trabajos?”.
Reiteran su pedido a nosotros los ciudadanos para que nos comuniquemos “con la familia si (alguien) tiene cualquier tipo de información que les ayude a (recuperar con vida) a su padre, y (solicitan) lo mismo en relación con los otros dos secuestrados de los que tampoco nada se sabe”.
Preguntan, además: “¿Cuántas muertes más necesitamos para que las autoridades empiecen a obrar con decisión en el Norte, y así restituir el respeto a los derechos humanos de los paraguayos que vivimos aquí?”.
Nos instan a que no nos acostumbremos “a los secuestros y que (sigamos) exigiendo a los gobernantes todos los días la liberación de los Edelio, Félix y Óscar”.
Manifiestan también su solidaridad plena “con los familiares de Gladis Armoa Gauto, una indígena de la colonia cercana al Cerro Guasú, en Amambay, que fue condenada” a muerte y asesinada frente a sus hijos menores por los terroristas, quienes la acusaban de facilitar informaciones a las fuerzas de seguridad. (Nota del autor de esta nota: este trágico episodio casi no tuvo repercusiones en la prensa, en la sociedad, en el parlamento y partidos políticos y tampoco en las organizaciones de DDHH, ni siquiera en las instituciones (estatales o de la sociedad) de protección a nuestros compatriotas indígenas.
Agregan que “con este nuevo crimen los paraguayos se confrontan con la realidad de un Norte sin libertad y a la merced de grupos armados que se atribuyen la potestad de decidir quién vive y quién muere en el Paraguay”.
Reiteran, por último, que la única vez que los secuestradores se comunicaron con la familia de Óscar Denis “fue para exigirles, a cambio de dejarlo en libertad, que donaran víveres a comunidades indígenas de la región por valor de USD 2 millones”.
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